La gran revolución de ‘Scaramouche’
Dagoll Dagom comienza hoy en el teatro Victòria las funciones previas de su nueva apuesta musical
Scaramouche ya está aquí. En Barcelona. En el Paral·lel. En el teatro Victòria. El vengador enmascarado llega para defender a los débiles contra los poderosos. Para protagonizar la revolución que cambiaría la historia de Europa, la Revolución Francesa. Y también, claro, para marcarse unos vistosos combates a capa y espada y para vivir una gran historia de amor. Porque sin historia de amor, señala Joan Lluís Bozzo –y él lo sabe bien porque ha dirigido títulos míticos como Mar i cel y Flor de nit–, no hay musical que funcione. Y sin duda su nuevo montaje, Scaramouche, pretende ser el musical de la temporada que comienza, en dura pugna con Gente bien, de La Cubana. Scaramouche, la nueva gran apuesta de Dagoll Dagom, cuenta de nuevo, como Mar i cel, con música de Albert Guinovart, y ayer presentó a la prensa algunos de sus números. Los líricos y otros más fríos, como los 800.000 euros que ha costado llegar a levantar el telón esta noche, cuando comienzan las funciones previas antes del estreno oficial el próximo jueves 29.
Los 18 actores del montaje –encabezados por Toni Viñals como Scaramouche, Ivan Labanda como el Marquès de l’Echalonne, Ana San Martín (que ya protagonizó el último Mar i cel) como Olympia y Mireia Mambo (que fue la estrella de Sister act) como Camilla– han trabajado sin descanso y lo siguen haciendo tanto en los múltiples cambios que se han ido introduciendo en la obra como para aprender esgrima, para lo que llevan tres meses de ensayos con un maestro como Jesús Esperanza, que ya fue el que enseñó a Viggo Mortensen a combatir en Alatriste. Y combates de esgrima en Scaramouche hay ocho.
La escenografía del montaje es imponente, palaciega, con las paredes forradas de ricas telas grises y repletas de columnas corintias y dorados. Pero, señalan, si en Mar i cel el elemento central y espectacular era el barco pirata, aquí lo son los vestidos diseñados por Montse Amenòs, que ha ido a Lyon a comprar centenares de metros de seda.
El director del montaje, Joan Lluís Bozzo, explica que, a diferencia de Mar i cel, Scaramouche no es un melodrama: “Tiene aire de comedia, con momentos emotivos y épicos”. Después de todo en la obra se mezcla la épica que pueden tener Los miserables con las aventuras de tantas novelas de capa y espada –máscara incluida– y el enredo que supone que el protagonista tenga... un hermano gemelo, que se crió con un aristócrata mientras que Scaramouche forma parte de un simple grupo de actores de commedia dell’arte. Aun así Bozzo explica que
Si en ‘Mar i cel’ la estrella era el barco, en ‘Scaramouche’ su equivalente van a ser los rutilantes vestidos
se ven claramente las implicaciones históricas. “Es una variación del tema del vengador enmascarado, de larga tradición. La persona que se pone al lado del pueblo, símbolo de su resistencia en la lucha revolucionaria”. En este caso, en una revolución, la francesa, que traerá el mundo moderno, señala. “Es un momento en el que el pueblo exige unos cambios que los que detentan el poder dicen que no son posibles porque las leyes no lo permiten. Y hay una resistencia que puede tener paralelismos con la realidad de hoy”, concluye. Si todo va bien, el montaje pasará la temporada en el Victòria, aunque Bozzo señala que no son tiempos fáciles y si llegan a Semana Santa estarán contentos.