2017, menor crecimiento y mayor equilibrio
Se acaba de hacer pública la síntesis de previsiones 2016-2017 para España de los principales centros privados de análisis económico que publica Funcas. El consenso para 2017 sugiere un aumento de las exportaciones de bienes y servicios del 4,7%, sólo ligeramente por debajo del 5,1% de las importaciones, al tiempo que el consumo privado se moderaría (hasta el 2,4% desde el 3,3% esperado en 2016), y también haría lo propio el público. Por su parte, la inversión mantendría su ritmo de crucero, en el entorno del 4%. En suma, la demanda nacional contendría su crecimiento al 2,3% (3,0% en 2016). Con ello, el PIB también reduciría su avance, hasta el 2,3% (inferior al 3,1% de 2016), lo que anticipa una clara reducción del ritmo de aumento trimestral de la economía española. A pesar de ello, 2017 alargaría lo que comienza a ser ya una relativamente larga etapa de expansión, desde su inicio en el verano de 2013.
¿Hay que preocuparse por esa desaceleración? No, desde mi punto de vista, aunque hay algunos elementos que sí merecen atención, como el bajo aumento de la productividad (estimado en el 0,3%) y el mayor incremento de los costes laborales unitarios (cercano al 1%). En todo caso, esas previsiones tienen aspectos positivos.
Entre ellos destaca el de la continuidad de la mejora del saldo por cuenta corriente, estimado en el 1,7% del PIB (tras el 1,8% de 2016). Con él, se prolongaría una insólita etapa de saldos positivos con el resto del mundo, iniciada en 2013, y que no habíamos visto por estos pagos: únicamente en muy cortos períodos (1971-1973, 19781979, 1984-1986 o 1996-1997), la balanza por cuenta corriente presentó registros ligeramente positivos, o cercanos a cero.
Dada la dinámica del comercio exterior, no sorprende. Las últimas cifras de la Organización Mundial del Comercio destacan que, en el primer semestre de 2016, frente a la caída del comercio global (-5,6%), España, Alemania, Polonia y Suiza aumentaban sus exportaciones entre los 70 países más importantes. Aunque es cierto que parte de ese éxito refleja nuestra posición en la cadena de producción europea y, por tanto, nuestra dependencia de lo que suceda allá: como ha señalado la OCDE (Interim Economic Outlook de septiembre), el Brexit todavía puede afectarnos negativamente.
Ese menor protagonismo de la demanda interna hay que saludarlo como positivo. Porque, como país endeudado enormemente con el exterior, necesitamos superávit con el resto del mundo. Y los necesitamos abultados y durante mucho tiempo. De momento, su volumen es modesto. Pero que en 2017 alcancemos los 5 años de superávit por cuenta corriente es más que alentador. Quizás hemos abandonado, finalmente, la maldición latina: la inevitabilidad de generar déficits exteriores en la expansión y endeudarnos con el resto del mundo. Que en esta expansión no lo estemos haciendo es una muy buena noticia.
Que en el 2017 alcancemos cinco años de superávit corriente es más que alentador