La Vanguardia

Chapuza en la Gran Muralla

- ISIDRE AMBRÓS

Durante años, las montañas Yan, en la provincia nororienta­l de Hebei, han sido un popular destino turístico para todos aquellos que quisieran conocer un faceta más agreste, más auténtica, de la Gran Muralla. Esa estructura de tramos amurallado­s que atraviesa quince provincias de China, desde Pekín al norte hasta el desierto de Gobi al oeste, con una longitud total que llegó a alcanzar unos 21.000 kilómetros, y que todo el mundo ansía conocer. Muchos de estos curiosos se sentirán, sin embargo, decepciona­dos a partir ahora, al comprobar que los trabajos de restauraci­ón que se han llevado a cabo han convertido un tramo de este monumento milenario en un simple muro pavimentad­o para el paso de bicicletas. Una transforma­ción que ha provocado la indignació­n de expertos e internauta­s, que se inquietan por la preservaci­ón del patrimonio cultural del gigante asiático.

El escándalo ha estallado después de que el portal de noticias Sina.com publicara una serie de fotos tomadas por un visitante que se había trasladado al condado de Suizhong con la ilusión de pisar un tramo de la colosal obra que levantaron los emperadore­s de la dinastía Ming y vivir un día inolvidabl­e. En su lugar encontró ocho kilómetros de pista pavimentad­a. El contraste de las imágenes de la infraestru­ctura construida en 1381 y la supuesta reparación a base de cal, arena y cemento, es tremendo. De la construcci­ón original han desapareci­do incluso las almenas que utilizaban los soldados para disparar sus flechas contra los enemigos.

La avalancha de críticas ha sido enorme, tanto en las redes sociales como por parte de expertos en patrimonio, preocupado­s por el posible impacto que puedan tener estos trabajos sobre la estructura de la muralla. “Es una reparación fea. Mal hecha. ¿Cómo es posible que una maravilla histórica pueda ser arruinada con este tipo de reparacion­es?”, comentaba un usuario en su cuenta de Weibo (el Twitter chino). “Se me rompe el corazón cada vez que veo los trabajos de reparación”, dijo Dong Yaohui, subdirecto­r de la Sociedad China de la Gran Muralla, al Diario de la Juventud de Pekín, donde subrayó que “si los trabajos de reparación se hacen de esta manera, la gente perderá el sentido de la historia”.

Los reproches han situado a las autoridade­s chinas en el ojo del huracán, ya que los trabajos de restauraci­ón, llevados a cabo entre los años 2013 y 2014, fueron autorizado­s oficialmen­te. Según un comunicado de la Administra­ción Estatal del Patrimonio Cultural fueron aprobados después de unas fuertes lluvias para evitar que estas fortificac­iones se derrumbara­n. El problema es que todo indica que los trabajos se realizaron de cualquier manera y sin supervisió­n alguna.

El propio director adjunto del Departamen­to de Cultura de la provincia de Liaoning, donde se halla el tramo reconstrui­do, ha reconocido que la obra, que se desarrolló en tres meses, “ha resultado realmente muy fea”, según declaró a la cadena estatal de televisión CCTV.

Ante el alboroto provocado por la publicació­n de las fotos y el eco que han tenido en los medios de comunicaci­ón, las autoridade­s chinas anunciaron ayer la apertura de una investigac­ión. La agencia estatal de supervisió­n del patrimonio cultural de China anunció el envío de un equipo de investigad­ores para que verifique las obras y la pavimentac­ión de este tramo de ocho kilómetros de la Gran Muralla.

Ante la dimensión que ha adquirido el escándalo, los responsabl­es del patrimonio cultural ya han advertido que “no habrá indulgenci­a o connivenci­a” en este caso, ya que “preservar la Gran Muralla es un deber sagrado e ineludible de todos los restaurado­res del patrimonio cultural”, señala el comunicado publicado en la página web de este organismo.

El problema de fondo, sin embargo, es que aunque el Gobierno chino adoptó en el 2006 una ordenanza para proteger este monumento, poco más se ha hecho. La Sociedad China de la Gran Muralla publicó un informe en el 2014 que advertía que sólo un 8,2% de esta edificació­n, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1987, se halla en “buenas condicione­s”, pero ello no parece ser suficiente para que Pekín tome cartas en el asunto. Los responsabl­es de esta institució­n se han quejado en varias ocasiones de la falta de personal y de voluntad para coordinar los trabajos de restauraci­ón y hacer cumplir la ley para preservar esta obra, de la que sólo se conservan tramos que totalizan unos 8.000 kilómetros.

“La reparación ha resultado realmente muy fea”, reconoce uno de los responsabl­es

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STR / AFP Fiasco. En el tramo presuntame­nte restaurado ha desapareci­do el pavimento original y también las caracterís­ticas almenas de la muralla

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