Angelina y el karma

Pobre Angelina. Y a mí que esa mujer, más que envidia, me da lástima. Ya puede ser una criatura casi perfecta, actriz cotizada, de rutilante físico, elegante, delante y detrás de la cámara, de cóctel y de gala, de campamento de refugiados y de paseo por Nueva York. Para mí que más que la princesa de este cuento, es la cenicienta ansiolítica. Ida, perdida y en los huesos se la veía en sus últimas apariciones. Ahora se entiende todo: que la parte contratante te tenga rodaje sí rodaje también con el ay en el cuerpo tiene que picar lo suyo. Qué mal rollo debía de haber entre la pareja con más poder para vender revistas en todo el globo para que ella contratara a un detective por si el muchacho perdía el oremus, rumore, rumore, por Marion Cotillard.

Yo que ella también hubiera tomado medidas drásticas. Un corte por lo sano, zas, doloroso, y ahí te pudras, querido. Corte Superior de California, sección de Los Ángeles, caso BD646058. Se acaba el amor (no sabemos si de tanto usarlo) y quedan los hijos. Seis, nada menos, en doce años de relación y dos de matrimonio. Y la actriz de nombre angélico y carácter endemoniado, explican, no quiere dinero, sí la custodia de la criaturada. Si logra probar lo de los cuernos, que está por ver, todo le será más fácil y lucrativo porque hay contrato prenupcial de por medio. No decimos que el bravo Pitt no la tuviera en palmitas durante un tiempo. Pero con las cosas del querer no se juega, ni en Los Ángeles ni en Taradell. Mayúscula debía de ser la ofensa para que ella despache la demanda acusándole de mal padre y adicto al alcohol y a la marihuana. Si non e vero e ben trovato.

Angelina ha desatado el infierno. Maléficas, sus intenciones. Una filtración por sorpresa en un portal web de prestigio y dejó al padre de sus hijos sin habla, que es como se quedó media humanidad. Valentía no le ha faltado. Ya la demostró al quitarse los dos pechos por si acaso asomaba el cáncer. A su lado tendrá ahora a una abogada con clientes high profile , lo más de lo más. Laura Wasser es un hueso. En su currículum figuran afamadas rupturas como las de Amber Heard y Johnny Depp, o Melanie Griffith y Antonio Banderas. De raza le viene al galgo: su padre ya divorció a Tom Cruise y a Steven Spielberg.

No envidiamos a la divina Jolie, decíamos, por hondo que sea el abismo entre ella y las mortales como servidora de ustedes. Nosotras no tendremos su arte, ni su fama, ni sus tobillos, ni toda la genética de nuestra parte, ni un (ex) guaperas hasta hartar en la cama. Pero ¿y lo felices que somos, qué? Pobre Angelina. La verdad sólo ellos la conocen. Corre por Hollywood que su ruptura estaba cantada, que era cuestión de tiempo, que no pegaban ni con cola. Sea como fuere, nadie se lo olió... Nadie, salvo Jennifer Aniston, la otra ex, que desde que se pasó al budismo poco a poco ha comenzado a conectarse con su lado espiritual y a ver visiones. “Es cosa del karma”, ha dicho. Recibes lo que das. Pues eso.

Una maléfica Jolie ha desatado el infierno dejando a media humanidad perpleja