La modelo que sienta cátedra
LA UNIVERSIDAD DE STANFORD HA CONTRATADO A LA MODELO Y EMPRESARIA TYRA BANKS PARA QUE COMPARTA SUS CONOCIMIENTOS SOBRE CÓMO HACER DE ALGUIEN SU PROPIA MARCA
90. En 1997 esta californiana se convirtió en la primera maniquí afroamericana en posar para la edición de trajes de baño de la revista Sports
Illustrated. Su popularidad estuvo muy vinculada a los desfiles de Victoria’s Secret, aunque también era una habitual de firmas como Yves Saint Laurent, Chanel o Dolce & Gabanna. Fue descubierta cuando se disponía a entrar en la universidad, que abandonó por la moda. La agencia Elite reparó en ella y en sus medidas de infarto cuando tenía 17 años, después de superar una infancia y adolescencia marcada por las burlas de sus compañeros, que la trataban de “patito feo” por su delgadez. Ella misma admite que en esa etapa sufrió “un problema bastante importante” que afectó a su autoestima.
Tras abandonar la pasarela en el 2005, hizo sus pinitos como fotógrafa, productora, presentadora de televisión, cantante e incluso escritora. En el 2014 retomó el camino de la universidad. Estudió tres años en Harvard en el área de negocios y aprendió cómo ser una empresaria influyente. Tras obtener su diploma, creó su compañía de cosméticos, Tyra Beauty, que funciona como una especie de Avon. Sus empleados pueden vender y trabajar desde casa y la empresa está enfocada a ayudar a las jóvenes a sentirse bien consigo mismas y a potenciar sus cualidades. Banks se ha ganado así un nombre en el mundo de los negocios con vocación social e imparte amenudo conferencias acerca de su experiencia en este terreno.
En el 2016 cumplió su deseo de ser madre. Mediante un vientre de alquiler, tuvo a York Banks Asla, al que cría junto con su pareja, el fotógrafo noruego Eril Asla. Y pronto será profesora. A su curso, titulado “Proyéctate, construye y expande tu marca personal”, asistirán 25 alumnos durante dos semanas en el mes de mayo. Aunque en el 2011 realizó en Harvard su primera incursión como invitada en un programa educativo, por primera vez lo hará con el estatus de docente.
Engrosará, igual que Jolie, Spike Lee, Oprah Winfrey, Kevin Spacey o Alec Baldwin, la lista de profesores estrella con las que las universidades encuentran una proyección mediática que difícilmente obtendrían de otra forma. Se trata de una feliz confluencia de intereses. Dar un curso en Princeton o Cambridge brinda al famoso una imagen más intelectual y a la institución educativa le otorga cierto sex-appeal. Por ejemplo, el curso que imparte el reconocido periodista Bob Woodward –uno de los dos que destaparon el caso Watergate, que le costó la presidencia de EE.UU. a Richard Nixon– en Yale es solicitado por cerca de un centenar de alumnos para unas 30 plazas. Para los estudiantes de periodismo es como recibir clases de un mito viviente.
Algo similar ocurre con los estudiantes de cine o de arte dramático cuando es el propio Spike Lee o Kevin Spacey quienes ofrecen la clase magistral. Y para los artistas es un honor ser solicitados por las universidades, así que la cuestión de los honorarios tampoco es una prioridad. En el caso de Jolie y de Banks, además, las materias tienen más que ver con sus actividades humanitarias o con la sensibilidad social que con la profesión que las ha convertido en iconos planetarios. Por su extensa labor –desde el 2001– como embajadora y enviada especial de la ONU, Jolie compartirá estrado nada menos que con el exministro de exteriores británico William Hague.