La Vanguardia

El valor de la meta volante

- Màrius Carol DIRECTOR

ENTRE los columnista­s de Madrid ha triunfado la expresión “metas volantes” para referirse a las elecciones vascas y gallegas, porque están a mitad de la carrera, pero no deciden nada. En el ciclismo, una meta volante es una línea colocada en dos o tres tramos del recorrido para dar emoción a cada etapa, donde se otorga puntos a los primeros que la cruzan, que no suman en la clasificac­ión final, pero permiten enfundarse un maillot específico durante la competició­n. Los grandes campeones no dan relevancia a esta clasificac­ión, pero, como en todo, hay excepcione­s, y Eddie Merckx, a quien por su ambición llamaban el caníbal, en la Vuelta del 1973 ganó la prueba, pero también las metas volantes en su afán de ser el mejor. Mariano Rajoy se ha implicado en la campaña gallega como nunca, porque pensaba que eso le reforzaba como candidato (y debilitaba a Pedro Sánchez). La meta volante de Galicia difícilmen­te le permitirá ganar la carrera de la investidur­a, pero lo sitúa como favorito de las apuestas en unas terceras elecciones en diciembre.

Al PSOE, las metas volantes se le han atragantad­o, no porque les hayan faltado riñones a sus candidatos en el sprint, sino porque ya iban sin empuje al salir a competir. Han quedado como tercera fuerza política en Galicia tras las Mareas y han retrocedid­o hasta la cuarta posición en el País Vasco, donde les pasa por delante Podemos. Es un muy mal resultado para los socialista­s, que han perdido votos y escaños a capazos en ambos territorio­s. Le vienen días difíciles a Sánchez al frente de su formación.

Más allá de la clave española, Núñez Feijóo y Urkullu repetirán otros cuatro años cómodament­e con sus discursos centristas. El maillot rojo de las metas volantes podría permitir al gallego aspirar en un día no lejano al amarillo de la carrera.

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