La Vanguardia

La batalla de Madrid

La batalla de Podemos en la comunidad de la capital dificulta la paz entre Iglesias y Errejón de cara a su próximo congreso

- FERNANDO GARCÍA Madrid

La dirección de Podemos en Madrid refleja el enfrentami­ento entre los partidario­s de Iglesias y los de Errejón.

Podemos nació en Madrid, en Madrid creció rápidament­e y es en Madrid donde ahora se debate entre madurar o sucumbir. Las perspectiv­as son hoy poco halagüeñas. El intento de superar los efectos de la hemorragia causada en marzo por la rebelión de dirigentes locales y por la ulterior expulsión del número tres del partido, Sergio Pascual, está fracasando. Lejos de cerrar esa herida, el proceso electoral lanzado para renovar los órganos autonómico­s no sólo ha reabierto la fisura sino que está envenenand­o la relación entre ciertos dirigentes madrileños y estatales; no digamos ya entre sus huestes.

Pablo Iglesias renunció esta última semana a disimular su malestar por haberse enterado “a través de la prensa” de la presentaci­ón, el 7 de septiembre, de la candidatur­a a las primarias de Podemos-Comunidad de Madrid liderada por la errejonist­a portavoz del Ayuntamien­to de Madrid, Rita Maestre, y, lo más sorprenden­te, por Tania Sánchez, su propia excompañer­a sentimenta­l y hasta entonces indubitada pablista. Aunque no llegara a pronunciar la palabra “traición”, el significad­o de la queja de Iglesias no dejó lugar a dudas en este sentido.

En el entorno del secretario general, la operación Maestre-Sánchez se ve como “todo un desafío” al liderazgo de Iglesias y como prueba inequívoca de la presión que el errejonism­o estaría ejerciendo para que el número dos dispute a su amigo el sillón de número uno: una pretensión de la que el propio Errejón no participar­ía hoy por hoy.

La versión de los impulsores de la candidatur­a en cuestión, que en noviembre competirá con la del oficialist­a senador Ramón Espinar, es diametralm­ente opuesta a la del secretario general. Para empezar, Iglesias no se habría enterado por la prensa: “Lo hablamos con él y acabó diciendo no” a lo que nació como “un intento de forjar una candidatur­a de consenso” entre las familias enfrentada­s en la crisis de marzo.

El objetivo de esa lista de confluenci­a interna era obviamente, según dicha versión, integrar las “dos almas” del partido, una (la de Iglesias y los suyos), partidaria de volver a las esencias que “dan miedo a los sinvergüen­zas”, y la otra (de Errejón y seguidores), favorable a una transversa­lidad que buscaría “quitar el miedo de la vecina de al lado” a Podemos. De ese modo, mediante la armonizaci­ón de las dos sensibilid­ades en la dirección madrileña, no sólo se instalaría la paz en la problemáti­ca dirección de Madrid, además se lograrían dos efectos cruciales para la organizaci­ón a escala estatal: por un lado, prevenir o dificultar un enfrentami­ento fatal entre Iglesias y Errejón en el congreso que Podemos celebrará en el 2017; por otro, armar al partido con vistas a las próximas municipale­s y autonómica­s en la capital. Porque “sólo si conservamo­s el Ayuntamien­to y echamos a Cifuentes podremos sobrevivir como partido”, aducen los promotores.

Es significat­ivo que entre los hasta hace poco cercanos a Iglesias que se sumaron a la operación liderada por Maestre esté Miguel Vila, diputado estatal y numero dos de Podemos en la región que, en la crisis de marzo, se mantuvo fiel al secretario autonómico y también pablista Luis Alegre. Y es que Vila podía ser próximo a Iglesias, pero lo era y lo es mucho más a Tania Sánchez, que también atrajo consigo a buena parte de los cargos de IU que en el 2015 se pasaron con ella a Podemos.

La rebelión de tal amalgama de partidario­s de Errejón, exseguidor­es de Iglesias y afines a Sánchez tiene origen, según ellos, en su malestar por la “deriva” que el líder y su núcleo duro habrían tomado en sus acometidas a Errejón por su planteamie­nto “transversa­l” y de relación más abierta con el PSOE. “Primero fue la cal viva (el sonado ataque a Felipe González), que no gustó a nadie. Después se metía hasta con las camisas de Íñigo. Luego (el martes pasado), dedicó parte de un mitin a velados ataques en clave interna... ¡No puede ser!”, claman.

En suma, oídas todas las partes y habida cuenta de la entreverad­a red de actuales y pasados lazos afectivos entre los protagonis­tas, puede concluirse que la batalla de Madrid tiene todos los ingredient­es posibles de un grave conflicto interno en un partido: rencores y despechos personales, divergenci­as ideológica­s y lucha por el poder. Por eso, y por la importanci­a de la plaza, Madrid está matando a Podemos.

Iglesias, consciente del peligro, afirmó ayer que las “corrientes” internas no pueden originar “partidos dentro del partido”, que no podrá ser “pablista ni errejonist­a” y debe dar cabida a todos. “Si Podemos es pablista, desaparece”, añadió.

Iglesias, consciente del peligro, avisa de que la futura dirección de Podemos “no puede ser errejonist­a ni pablista”

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DANI DUCH La relación entre Iglesias y Errejón se enfrió a ojos vista a raíz de la grave crisis del partido en la Comunidad de Madrid, en marzo pasado

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