La Vanguardia

El mayor fraude de la historia del vino

Rudy Kurniwan copiaba codiciados vinos en la cocina de casa

- ALBERT MOLINS RENTER

Si Orson Welles viviera seguro que se hubiera sentido fascinado por la historia de Rudy Kurniawan. Del mismo modo que en su día quedó fascinado por la de Elmyr de Hory, el célebre falsificad­or de obras de arte, sobre el que Welles –cineasta juguetón donde los hubiera– hizo un falso documental que tituló F de falso (1974), que además fue su última película.

Rudy Kurniawan, ciudadano indonesio de origen chino, no falsificab­a cuadros famosos. Lo suyo era hacer copias de vinos caros en la cocina de su casa en Arcadia (California). Vinos muy caros y muy deseados por muchos de los coleccioni­stas y –claro– también por los esnobs del vino. Los grandes crus de Borgoña y Burdeos eran su objetivo. Uno de sus favoritos eran los del Domaine de la Romanée Conti, una de las bodegas más veneradas del mundo. El problema con este tipo de vinos es que en realidad se beben muy pocos, ya que la mayoría de los que se los pueden permitir los colecciona­n o los guardan como inversión. Así que hay muy poca gente que los pueda reconocer al catarlos.

En 2007 se considerab­a que Kurniawan era el dueño de la mayor y mejor bodega privada del mundo. Gastaba grandes cantidades de dinero en la compra de botellas en subastas, en las que se podía llegar a gastar hasta un millón de dólares. Pasó luego a comerciar con vinos y a organizar selectas catas y subastas. Se calcula que llegó a vender casi 2,5 millones de dólares sólo en falso vino de Borgoña. Eran los años locos de Silicon Valley, con gente con más dinero que buen gusto. El problema surgió cuando empezaron a aparecer más botellas de las que se habían producido de una determinad­a añada o salían a subasta botellas de añadas de un vino que no se había producido. Por ejemplo, apareciero­n botellas de Clos Saint Denis del Domaine Ponsot, de las cosechas entre 1945 y 1971. Laurent Ponsot, el jefe de la casa, lo encontró sorprenden­te, ya que su familia no se inició en la elaboració­n de vino hasta 1982. Así que se puso a investigar. Paralelame­nte, Bill Koch un coleccioni­sta encontró varias botellas que le había comprado a Kuriawan que resultaron ser falsas. Buscó un detective y puso una demanda. Eso alertó a los expertos en la autentific­ación de vino que extremaron las precaucion­es. Al final, el FBI se involucró y en marzo de 2012, irrumpió en casa de Rudy donde encontró etiquetas falsas, tapones y botellas vacías, así como pinot noir de Napa con las que rellenaba la botellas. La pinot noir es también la uva con el que se hacen los Borgoña.

Kuriwan fue juzgado y condenado en 2014 a 10 años de prisión, por cometer el mayor fraude que el mundo del vino ha conocido jamás. El viernes pasado, el canal Arte estrenó, en Francia, el documental Raisins amers (Uvas amargas) sobre Rudy Kuriawan. Sin duda, a Orson Welles le hubiera encantado filmarlo.

Se calcula que el estafador llegó a vender 2,5 millones de dólares en falso vino de Borgoña

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RICARDO DEARATANHA / GETTY Rudy Kurniawan durante una cata de vinos de la maison Louis Jadot
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TARDIVON JC / EFE Laurent Ponsot en su bodega borgoñona

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