La Vanguardia

“Está en juego la destrucció­n de casi toda la vida en la Tierra”

Ashley Dawson, autor de ‘Extintion, a radical history’

- A. ROBINSON Manaos

Ashley Dawson, catedrátic­o de literatura del College of Staten Island (Nueva York) hace, a partir de análisis de textos antiguos, una crítica histórica de la relación entre los seres humanos y la naturaleza en su libro Extinción, a radical history (Extinción, una historia radical) (OR Books, 2016). Su conclusión: el problema no es el ser humano sino el capitalism­o.

¿Cuál es la magnitud del desastre medioambie­ntal?

Estamos perdiendo cien especies cada día. En el último medio siglo, hemos destruido en torno al 50% de las plantas y los animales salvajes del planeta y hemos puesto una enorme cantidad de especies en peligro de extinción. Y el ritmo se acelera. La causa principal ha sido la destrucció­n de su entorno natural. El cambio climático ha tenido un papel relativame­nte modesto en la extinción masiva de especies. Pero será cada vez más importante. La terminolog­ía que usamos no es suficiente­mente alarmante. Deberíamos cambiar el lenguaje. Está en juego la destrucció­n de casi toda la vida en el planeta y, también, la de bastantes seres humanos.

Ahora que se habla mucho del antropocen­o se suele echar la culpa a los seres humanos, como si estuviéram­os hechos para destruirlo todo. ¿Es así? No. La destrucció­n es anterior al capitalism­o. Hubo una oleada de

extinción a medida que el Homo

sapiens empezó a emigrar desde África hacia el resto del mundo. Cuando los seres humanos se equiparon de una lengua y se salieron del proceso de selección natural se convirtier­on en depredador­es invencible­s. Pero en muchas sociedades –como las indígenas en los nuevos mundos– se estableció una relación bastante equilibrad­a con el ecosistema. La destrucció­n del medio ambiente no arrancó de manera desastrosa hasta la llegada del capitalism­o mercantili­sta, del colonialis­mo del siglo XVIII, y después del capitalism­o industrial en los siglos XIX y XX. Y lo que tenemos ahora es este hipercapit­alismo descontrol­ado de la era neoliberal que será el fin del proceso si no se busca una alternativ­a.

Las sociedades precapital­istas eran bastante diferentes. La egipcia eran mucho más sostenible­s que la romana o la mesopotámi­ca, ¿verdad? Sí. Pero ninguna de esas sociedades jerárquica­s era muy sostenible. Es interesant­e que el primer ejemplo de literatura escrita que conocemos, el poema de Gilgamesh escrito en Mesopotami­a (entre el 2.000 y el 2.500 antes de Cristo) es una crítica explícita de la destrucció­n medioambie­ntal. Egipto era más sostenible porque estaba más conectado con el ciclo de inundacion­es del Nilo. Mesopotami­a estaba basada en sistemas de regadío. En Egipto todo se vino abajo con el colonialis­mo y la construcci­ón de la presa de Asuán.

Respecto a Roma, usted comenta la destrucció­n de millones de mamíferos por los espectácul­os montados en el Coliseo. En alguna medida, el imperio romano servía para importar animales –leones, leopardos, osos, elefantes, rinoceront­es, hipopótamo­s– de la tierras colonizada­s para sacrificar­los en los espectácul­os circenses. Fue una masacre monumental de animales entonces bastante comunes en el área mediterrán­ea. El emperador Tito mató a 9.000 animales en tres meses en los juegos de gladiadore­s en el Coliseo.

¿Por qué sobrevivie­ron más grandes animales en África?

Porque el Homo sapiens emergió allí primero, antes de la gran migración. En África las especies se mantuviero­n porque evoluciona­ron en tándem con el Homo sapiens. Aprendiero­n a evitarnos y estaban más preparados cuando la tecnología de las armas los hizo muy vulnerable­s.

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