La Vanguardia

Veloz como Doohan y Rossi

Brad Binder, sudafrican­o afincado en Moraira, se proclama campeón de Moto3

- TONI LÓPEZ JORDÀ

Trevor y Sharon Binder, llegados de su granja de Carletonvi­lle, la ciudad minera del oro, no podían contener las lágrimas. Su hijo mayor, Brad, se acababa de convertir en historia para Sudáfrica: el primer campeón del motociclis­mo en 36 años, el primero después de su admirado Jon Ekerold, el rey de 350cc en 1980, al que el matrimonio acudía a ver al circuito de Kyalami. A sus 21 años y 45 días, Binder ha hecho realidad el sueño de sus padres y ha sacado partido a los miles de rands invertidos en su carrera, en viajes de Europa a Sudáfrica y en su residencia en Moraira, en la costa alicantina, donde vive desde que empezó el Mundial para estar cerca de los circuitos.

Si bien ha tardado cinco temporadas en ser campeón, Brad Binder se ha coronado por la vía rápida, a falta de cuatro carreras, algo que nunca había ocurrido en la cilindrada más pequeña con el actual sistema de puntuación (desde 1993). Una rapidez sólo comparable a la de los Mick Doohan (1997) y Valentino Rossi (2002, 2005) más dominadore­s que se han conocido. Una prontitud que ha sido posible gracias a una temporada impresiona­nte, en la que Binder no ha dejado ni las migajas a sus rivales: 11 podios en 14 carreras, con 5 victorias, 4 segundas posiciones –con la de ayer– y 2 terceras, además de 4 poles y 2 mejores vueltas. Líder desde Argentina, el segundo GP del año, el sudafrican­o saca 106 puntos a Jorge Navarro, ahora segundo con la victoria en Motorland, y 110 a Enea Bastianini, quien más posibilida­des tenía de retrasar la coronación del ya campeón.

Binder tenía suficiente con ganar o ser segundo para hacerse con el título, o bien acabar tercero si Bastianini no vencía. Le ayudó el hecho de que el grupo que peleó por el triunfo quedó reducido finalmente a cuatro unidades, con él, Navarro, Enea y Di Giannanton­io, por lo que las probabilid­ades combinator­ias crecían. Pero también es cierto que nadie le regaló nada. De las 20 vueltas de la carrera, sólo en 6 pasos por meta no estuvo en posición de ser campeón, dos de ellos, antes de iniciar el penúltimo y el último giro, cuando iba cuarto. Fueron los momentos más tensos, con maniobras nerviosas y continuos cambios de posición. En la última vuelta, de infarto, Binder atacó en la larguísima recta de atrás y adelantó dos plazas, a los dos italianos, lo que le posibilitó entrar detrás de Navarro y proclamars­e campeón.

“No sé cómo me siento. Estoy muy feliz, y ya estoy deseando que llegue la próxima temporada”, decía emocionado el campeón, que el curso que viene dará el salto a Moto2 en la misma estructura de su equipo actual, el Red Bull KTM Ajo, que se estrenará en la tierra media.

Junto a Brad, su hermano Darryn y los padres, los más contentos eran los miembros del equipo, casi todos españoles. Allí estaban haciendo el número uno con el dedo el catalán Jordi Gallardo, jefe de mecánicos, el telemétric­o valenciano Andrés Madrid, el mecánico murciano Adrián Jiménez, formado en la Escola Monlau, y el finlandés Jorma Saarinen, además del coordinado­r del equipo, Joan Olivé, el expiloto de Perafort, y el jefe de prensa, Pol Bertran.

ÉXITO TAMBIÉN ESPAÑOL Los técnicos Jordi Gallardo y Andrés Madrid, así como Adrián Jiménez, Joan Olivé y Pol Bertran, son copartícip­es

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MIRCO LAZZARI GP / GETTY Brad Binder es el tercer sudafrican­o de la historia que se proclama campeón en motociclis­mo

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