“Mi futuro empieza aquí”
Kenenisa Bekele alimenta su leyenda al rozar el récord mundial de maratón: 2h03m03s
PROBLEMAS EN EL ASFALTO
El etíope, triple campeón olímpico en pista, aparcó sus problemas en los tendones para brillar al fin en la ruta
UN ATLETA ABANDONADO
“Cuando me encontré con él en Etiopía, hace un año, había engordado diez kilos”, recuerda Marc Roig, su fisio
Un día, Marc Roig (32) tuvo que abroncar a Kenenisa Bekele: –¡Niñerías, no! Ocurrió hace un año, en Addis Abeba. Roig, que acaba de publicar
Corre como un etíope (La Esfera de los Libros), dedicaba las 24 horas del día a Bekele. Era su fisioterapeuta, y también su compañero de entrenamientos. Tenía una misión: debía recuperar a la leyenda etíope. A menudo trotaban juntos.
–¡Así no podemos trabajar! –le voceó Roig a Bekele.
El plan de trabajo lo decía bien claro. En ese momento, tocaban cincuenta minutos de trote. Pero Bekele (34) había decidido estirar la sesión hasta la hora. Se sentía bien. Ese día, los malditos tendones le habían dejado en paz.
–Me encaré con él. Le dije: “Así no trabajo”. Luego me pidió perdón –cuenta Roig entre risas.
Roig me atendía por teléfono ayer, desde Eldoret, en Kenia. Para él, era un buen día. Bekele ha vuelto.
Cinco horas antes, Bekele había acariciado el récord del mundo de maratón. Había corrido en 2h03m03s. A seis segundos de la plusmarca de Dennis Kimetto (2h02ms57s). Lo había hecho en Berlín, el maratón más rápido del planeta. Allí se han batido siete récords del mundo, incluido el de Kimetto, que tiene dos años.
¡Qué bien se corre a 17 grados centígrados y al nivel del mar, a lo largo de avenidas amplias, sin repechos y muy bien asfaltadas!
Berlín vivió una carrera loca. A la africana. Las liebres se despistaron. Cruzaron el primer km en 2m40s. Los organizadores se llevaron las manos a la cabeza: era un despropósito. Se pasó el 10.000 en 29m00s. A los 17 km ya no quedaban liebres. El medio maratón fue en 61m11s. Wilson Kipsang se puso nervioso a los 30 km y probó a Bekele. El etíope no se inmutó. Le concedió unos metros y mantuvo la cabeza fría. Su respuesta llegó más tarde. Bekele corrió el último kilómetro en 2m47s. El parcial le permitió abrir diez segundos sobre Kipsang.
–Se sabía que podía conseguir algo brillante –dice Roig.
En la víspera, Bekele se había declarado al 80% de su potencial.
Según los expertos, el 80% de Bekele es mucho Bekele.
Aun mermado, su potencial es infinito. En la década pasada, Bekele ganó cinco mundiales en pista y tres títulos olímpicos. Y doce mundiales de campo a través. Aún tiene el récord mundial de 5.000 y 10.000 . Pero el maratón... En el asfalto, su rendimiento ha sido bueno, no espectacular. Había desembarcado tarde, en el 2014, a los 31 años, con problemas en los tendones y cuitas. Su zancada alegre es deficitaria en el asfalto. No se puede correr el maratón con el metatarso. Hay que economizar el paso. Si hace falta, meter el talón.
Tuvo un debut notable: había ganado en París, en el 2014. Luego, los tendones le habían llamado a filas. Se cayó del podio en Chicago y se retiró en Dubai. Tampoco triunfó en Londres, el año pasado.
–Cuando fui a tratarle, en junio del año pasado, Bekele estaba gordito –cuenta Roig.
Agobiado por los tendones, llevaba meses sin correr. Se había dejado ir. Estaba en los 65 kilos, diez por encima de su mejor peso.
–Me costó reconocerle. Pensé que era uno de sus hermanos, no Kenenisa. No quería correr, sino comer. Le gusta mucho el dulce. La tarta del té. En Etiopía, es un trozo generoso, lleno de nata y azúcar.
La gente del Proyecto sub 2h, un experimento de la Universidad de Brighton, quería a Bekele en el centro del plan. Busca al hombre capaz de bajar de las dos horas en el maratón. Jos Hermens, representante de Bekele, le enfrascó en el plan.
Desde Inglaterra, mandaron a Bekele una máquina de ondas de choque. Así se trataría los tendones. Trabajó en su propiocepción y se le puso coto a la dieta. Experimentó con nuevas fórmulas hidratantes: las consumió ayer, en Berlín. Le hicieron creer de nuevo en sí mismo. No le afectó que la Federación Etíope le descartase para Río.
Ayer, Bekele se despidió con una frase significativa:
–Mi futuro empieza aquí.