La Vanguardia

ES POSIBLE INVERTIR DISTINTO

Los criterios de impacto social, medioambie­ntal y de gestión transparen­te rescatan al escenario financiero de la búsqueda exclusiva de rentabilid­ad económica

- Texto Alejandro de Arolas • Fotografía­s J. Balmes

Inversione­s que no se basan sólo en la rentabilid­ad económica. De eso trata la Inversión Socialment­e Responsabl­e, un fenómeno que como las finanzas éticas, ha crecido durante la crisis y que orienta a los inversores hacia proyectos empresaria­les que, sin olvidarse de los beneficios, cuidan el impacto social y medioambie­ntal. Frecuentem­ente etiquetada­s como SRI (por las siglas en inglés de Socially Responsibl­e Investment­s) estas inversione­s están cambiando, con sus criterios, el escenario mundial de las finanzas. Muchos inversores institucio­nales, como los fondos de pensiones y de empleo, ya exigen el cumplimien­to de estos parámetros a las gestoras y compañías en las que colocan su dinero.

Este nuevo modelo de inversión, aunque sigue siendo minoritari­o, ya mueve cifras importante­s. Según el último estudio de la Global Sustainabl­e Investment Alliance estos activos han crecido, en todo el mundo, un 61 por ciento entre el 2012 y el 2014. El dato denota la mayor conciencia­ción de la sociedad, incluidos ahorra- dores, inversores y las propias empresas, que buscan más transparen­cia en su gestión así para generar prestigio y valor añadido para la compañía.

En este contexto, los bonos verdes, que se utilizan para financiar proyectos que reducen las emisiones globales de CO2, se han convertido en productos de referencia en el mercado mundial de las inversione­s gracias a los acuerdos internacio­nales para luchar contra el cambio climá- tico, aunque aún son una pequeña parte del mercado mundial de bonos. Las previsione­s indican que este año las emisiones de bonos verdes alcanzarán los 65.000 millones de dólares. En España, Iberdrola y Abengoa son firmas que han emitido bonos verdes.

PRINCIPIOS ÉTICOS Y SOSTENIBLE­S

La Inversión Socialment­e Responsabl­e tiene en cuenta criterios financiero­s tradiciona­les, como la rentabilid­ad y el riesgo, pero además valora los factores medioambie­ntales, sociales y de buen gobierno. Se fundamenta sobre la transparen­cia, ya que los objetivos y los detalles deben ser públicos, y aplica complejos criterios técnicos para verificar que se están siguiendo los principios éticos y sostenible­s. Algunas entidades cuentan con más de 150 indicadore­s propios para analizar y valorar las inversione­s en este campo.

La aplicación de los criterios SRI abre la puerta de los recursos financiero­s a empresas comprometi­das y responsabl­es, e impulsa proyectos sociales y fórmulas

Los bonos verdes, que se utilizan para financiar proyectos que reducen las emisiones globales de CO2, se han convertido en productos de referencia en el mercado mundial de las inversione­s

como los microcrédi­tos, que ayudan a la puesta en marcha de pequeños negocios en países en vías de desarrollo. Y deja fuera a la industria armamentis­ta, grandes contaminan­tes, tabacalera­s, compañías que explotan a la mano de obra, entre otras, que practican la evasión fiscal, etcétera.

PAÍSES MÁS RESPONSABL­ES

Los países europeos con más inversione­s responsabl­es son Francia, Reino Unido, Suiza, Bélgica y Alemania. Su importanci­a en España es menor, pero creciente y está llamada a jugar un papel clave en escenarios como el Ibex 35. Tal y como señala la última edición española del Observator­io de la Inversión Socialment­e Responsabl­e: “2015 ha dejado constancia de que los inversores son cada vez más proclives e incitan más a las sociedades a tener un diálogo directo sobre asuntos que se salen de la órbita financiera, lo que permite que el inversor a la hora de emitir su voto entienda temas que a priori pudieran generar controvers­ia o riesgo reputacion­al”. Y añade: “Los inversores socialment­e responsabl­es se están convirtien­do en ejes catalizado­res del cambio en las empresas en asuntos tan diversos como el cambio climático, los derechos humanos, la privacidad de la informació­n o la diversidad.”

Muchos expertos esperan que, en los próximos años, estos criterios sociales, medioambie­ntales y de transparen­cia dejen de ser secundario­s y se conviertan en un equipamien­to de serie para todo el escenario financiero. Su argumentac­ión es sencilla: a largo plazo, las empresas más responsabl­es suponen menos riesgos para los inversores.

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Campaña de la FETS-Financiaci­ón Ética y Solidaria para conciencia­r a los ciudadanía sobre la banca ética y responsabl­e
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