ES POSIBLE INVERTIR DISTINTO
Los criterios de impacto social, medioambiental y de gestión transparente rescatan al escenario financiero de la búsqueda exclusiva de rentabilidad económica
Inversiones que no se basan sólo en la rentabilidad económica. De eso trata la Inversión Socialmente Responsable, un fenómeno que como las finanzas éticas, ha crecido durante la crisis y que orienta a los inversores hacia proyectos empresariales que, sin olvidarse de los beneficios, cuidan el impacto social y medioambiental. Frecuentemente etiquetadas como SRI (por las siglas en inglés de Socially Responsible Investments) estas inversiones están cambiando, con sus criterios, el escenario mundial de las finanzas. Muchos inversores institucionales, como los fondos de pensiones y de empleo, ya exigen el cumplimiento de estos parámetros a las gestoras y compañías en las que colocan su dinero.
Este nuevo modelo de inversión, aunque sigue siendo minoritario, ya mueve cifras importantes. Según el último estudio de la Global Sustainable Investment Alliance estos activos han crecido, en todo el mundo, un 61 por ciento entre el 2012 y el 2014. El dato denota la mayor concienciación de la sociedad, incluidos ahorra- dores, inversores y las propias empresas, que buscan más transparencia en su gestión así para generar prestigio y valor añadido para la compañía.
En este contexto, los bonos verdes, que se utilizan para financiar proyectos que reducen las emisiones globales de CO2, se han convertido en productos de referencia en el mercado mundial de las inversiones gracias a los acuerdos internacionales para luchar contra el cambio climá- tico, aunque aún son una pequeña parte del mercado mundial de bonos. Las previsiones indican que este año las emisiones de bonos verdes alcanzarán los 65.000 millones de dólares. En España, Iberdrola y Abengoa son firmas que han emitido bonos verdes.
PRINCIPIOS ÉTICOS Y SOSTENIBLES
La Inversión Socialmente Responsable tiene en cuenta criterios financieros tradicionales, como la rentabilidad y el riesgo, pero además valora los factores medioambientales, sociales y de buen gobierno. Se fundamenta sobre la transparencia, ya que los objetivos y los detalles deben ser públicos, y aplica complejos criterios técnicos para verificar que se están siguiendo los principios éticos y sostenibles. Algunas entidades cuentan con más de 150 indicadores propios para analizar y valorar las inversiones en este campo.
La aplicación de los criterios SRI abre la puerta de los recursos financieros a empresas comprometidas y responsables, e impulsa proyectos sociales y fórmulas
Los bonos verdes, que se utilizan para financiar proyectos que reducen las emisiones globales de CO2, se han convertido en productos de referencia en el mercado mundial de las inversiones
como los microcréditos, que ayudan a la puesta en marcha de pequeños negocios en países en vías de desarrollo. Y deja fuera a la industria armamentista, grandes contaminantes, tabacaleras, compañías que explotan a la mano de obra, entre otras, que practican la evasión fiscal, etcétera.
PAÍSES MÁS RESPONSABLES
Los países europeos con más inversiones responsables son Francia, Reino Unido, Suiza, Bélgica y Alemania. Su importancia en España es menor, pero creciente y está llamada a jugar un papel clave en escenarios como el Ibex 35. Tal y como señala la última edición española del Observatorio de la Inversión Socialmente Responsable: “2015 ha dejado constancia de que los inversores son cada vez más proclives e incitan más a las sociedades a tener un diálogo directo sobre asuntos que se salen de la órbita financiera, lo que permite que el inversor a la hora de emitir su voto entienda temas que a priori pudieran generar controversia o riesgo reputacional”. Y añade: “Los inversores socialmente responsables se están convirtiendo en ejes catalizadores del cambio en las empresas en asuntos tan diversos como el cambio climático, los derechos humanos, la privacidad de la información o la diversidad.”
Muchos expertos esperan que, en los próximos años, estos criterios sociales, medioambientales y de transparencia dejen de ser secundarios y se conviertan en un equipamiento de serie para todo el escenario financiero. Su argumentación es sencilla: a largo plazo, las empresas más responsables suponen menos riesgos para los inversores.