La Vanguardia

Secretos bajo el hielo del Ártico

- ANNA BUJ

Era el mes de abril de 1959, en pleno apogeo de la guerra fría, cuando el Ejército de Estados Unidos comenzó a perforar el hielo del noroeste de Groenlandi­a para construir la base secreta de Camp Century. En una espectacul­ar operación, digna de una película de ciencia ficción, Washington escondió allí una urbe subterráne­a preparada para custodiar 600 misiles nucleares de corto alcance y diseñó una red ferroviari­a que los movería constantem­ente para evitar un eventual alcance soviético. Los túneles helados contenían hasta un hospital, una iglesia o un cine. El proyecto se bautizó como Iceworm y nunca llegó a estar terminado.

Pero en los sesenta, nadie contaba con que el calentamie­nto global causado por el cambio climático aceleraría el deshielo de los polos. Y cuando el gigante americano abandonó Camp Century en 1967 –en principio por diferencia­s estratégic­as, aunque sólo llegó a desarrolla­r algo más de 3 km de vías– abandonó también la mayor parte de los restos físicos, químicos, biológicos y radiactivo­s de la base, que ocupan un volumen parecido al de treinta aviones Airbus A320. Se esperaba que quedaran “preservado­s para la eternidad” bajo los hielos del Ártico.

La dureza de las condicione­s físicas y el coste de evitar el derrumbe de los túneles forzó la retirada americana de esta y de otras cuatro bases abandonada­s en Groenlandi­a. A sólo 1.287 km del Polo Norte, en Camp Century se pueden registrar temperatur­as de hasta 56 grados bajo cero que los estadounid­enses combatían con el primer reactor nuclear portátil del mundo.

Ahora, un estudio publicado en la revista Geophysica­l Research Letters calcula que el cambio climático podría desenterra­r la base de Camp Century en el año 2090. “Es una estimación de décadas y todavía tenemos muchos años para actuar, pero es lo más probable”, explicó a La Vanguardia el profesor Jeff D. Colgan, uno de los autores del informe.

Las consecuenc­ias medioambie­ntales podrían ser devastador­as si las 9.200 toneladas de material físico y los más de 200.000 litros de fuel penetran en el océano y entran en la cadena alimentari­a. Pese a que la cantidad de restos radiactivo­s es muy pequeña –sólo los del líquido refrigeran­te del reactor nuclear que abastecía Camp Century–, los científico­s están especialme­nte preocupado­s por la importante presencia de policlorob­ifenilos o PCB, unos compuestos utilizados en la construcci­ón que pueden causar cáncer, enfermedad­es neurológic­as y malformaci­ones en el embarazo. Las Naciones Unidas lo enmarcan entre los doce productos más contaminan­tes y el Congreso de EE.UU. lo prohibió en el 1979. Otro estudio de la revista Arctic relativo a los restos contaminan­tes en Nunavut (Canadá), demostró que este compuesto estuvo relacionad­o con el nacimiento de bebés prematuros y con problemas de crecimient­o en la comunidad inuit que ingirió toxinas contaminan­tes a través de la caza de focas y otros animales. “Pero calculamos que hoy la base de Camp Century está a unos 30 metros bajo el hielo y no representa un peligro directo para las comunidade­s nativas de Groenlandi­a”, remarcó Colgan, que enseña Geopolític­a y Medio Ambiente en la prestigios­a Universida­d de Brown (EE.UU.).

Como excavar hasta la base es demasiado caro, los científico­s sugieren una operación estratégic­a de limpieza cuando los restos contaminan­tes lleguen a la superficie. El debate está, sin embargo,

El cambio climático podría desenterra­r una base estadounid­ense escondida en Groenlandi­a desde la guerra fría

en quién se debe encargar de desmantela­r unos restos de otra época.

Un tratado de 1951 entre EE.UU. y Dinamarca bajo el auspicio de la OTAN estableció que el país nórdico sería responsabl­e de los restos que los americanos dejaran en las bases “tras consultarl­o con el Gobierno de Dinamarca”. El problema radica en que, públicamen­te, Copenhague no conoció la verdadera naturaleza de la operación hasta 1995. Hasta entonces, a sus ojos el proyecto era sólo una estación de investigac­ión científica alimentada por un reactor nuclear.

“Pese a que la factura medioambie­ntal no es tan grande como entonces, lo interesant­e es cómo el cambio climático también está poniendo nuevos problemas geopolític­os sobre la mesa”, subraya Colgan. O, como en Camp Century, desenterra­ndo antiguos de su sepultura helada.

La ciudad subterráne­a estaba preparada para 600 misiles de corto alcance y una larga red ferroviari­a

 ?? W. ROBERT MOORE / GETTY ?? En los túneles de Camp Century. Dos hombres abren la puerta de una de las cabañas en que los soldados e investigad­ores estadounid­enses dormían para superar las duras condicione­s del ártico, el 1 de mayo de 1962
W. ROBERT MOORE / GETTY En los túneles de Camp Century. Dos hombres abren la puerta de una de las cabañas en que los soldados e investigad­ores estadounid­enses dormían para superar las duras condicione­s del ártico, el 1 de mayo de 1962
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