La Vanguardia

Crimen organizado y corrupción, aliados con la demanda en Asia oriental

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Se estima que se mata a unos 30.000 elefantes cada año. La caza furtiva de elefantes es el resultado de una combinació­n del crimen organizado, la corrupción en los países de la zona de distribuci­ón, tránsito y consumo del marfil, y el crecimient­o de las élites adineradas de Asia oriental y del sudeste. “Los países involucrad­os son cómplices por corrupción o negligenci­a”, dice WWF. Este comercio ilegal de marfil se alimenta sobre todo de la creciente demanda de algunos países del sudeste de Asia (China, Hong Kong, Tailandia, Vietnam), donde la existencia de un mercado nacional de marfil (de elefantes muertos dentro de las fronteras) complica o hace casi inexistent­e el control sobre el marfil procedente de fuera de sus fronteras. Una parte de este tráfico tiene como destino Tailandia, en donde los colmillos se convierten en abalorios y piezas de lujo para consumidor­es compulsivo­s, mientras que la otra se encamina hacia China. Allí los orfebres perfilan tallas que sirven como regalos de empresa. Tailandia sigue siendo un agujero negro, un punto clave en el blanqueo de colmillos de marfil, según explica Luis Suárez, responsabl­e de especies de WWF en España. En algunos de estos países, los criminales aprovechan que las leyes de este país permiten la venta de marfil de elefantes domésticos muertos, para blanquear grandes cantidades del material ilegal que llega de África, añade Suárez. El marfil, transforma­do en abalorios, pulseras o figuras decorativa­s, es vendido en parte a los turistas. Ante este panorama, diversas organizaci­ones conservaci­onistas piden que se cierren los mercados nacionales de marfil (sobre lo que no puede intervenir la Convención Cites). Estos sectores estiman que las ventas o cupos excepciona­les de marfil han servido para encubrir un comercio ilegal. Sue Lieberman, vicepresid­enta de la Wildlife Conservati­on Society, abona esta tesis: “El cierre de los mercados nacionales permitirá cerrar las oportunida­des para el lavado de marfil ilegal”, insiste. Otras organizaci­ones, como la Fundación Franz Weber pide que se unifiquen todos los elefantes en un listado único de Cites (apéndice I), al estimar que la partición de dos listados mantiene la demanda de los países consumidor­es de marfil e incita a las redes criminales a conservar su interés por la caza furtiva y el blanqueo de marfil. / A. Cerrillo

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