Primeros ‘boletaires’ con más ilusión que éxito
La producción de setas se augura esta temporada inferior a la media de los últimos 20 años; sólo la lluvia y un clima benévolo cambiarían la tendencia
La afición ha podido más que la recompensa. Los primeros boletaires han desembarcado este fin de semana en los bosques del Pirineo, conscientes de la escasa posibilidad de éxito. Son los buscadores más impacientes, empeñados en dar inicio a una campaña que aún no ha arrancado. La resaca de un verano caluroso y seco en las zonas de montaña es, si se habla de setas, más evidente que nunca. El mensaje desde la Cerdanya hasta la Alta Ribagorça, pasando por el Alt Urgell y los dos Pallars, coincide: “Hay que esperar aún algunos días para ver qué va a pasar”, afirman desde esos territorios. Las últimas lluvias, culpables de destrozos como las padecidos en comarcas como la Noguera, han sido un regalo para las áreas del Pirineo. Pero esa agua llega tarde para las setas. Los boletaires aún no dan, sin embargo, nada por perdido. Pero temen que una brusca bajada de las temperaturas pueda dar al traste con todo. Para asegurar la campaña en las zonas de montaña, aunque sea tardía, deben de darse dos requisitos: más agua y un clima cálido que favorezca el nacimiento de los hongos.
Las previsiones, desde la vertiente más científica, son poco optimistas. Juan Martínez de Aragón, investigador del Centre Tecnològic Forestal de Catalunya (Solsona), augura que la temporada 2016 de setas “será muy floja en el Pirineo si no hay un cambio radical de clima”, pero confía en que en cotas más bajas aún pueda salvarse la campaña. Previsión que toma como referencia la poca agua caída en los meses de julio y agosto y el anuncio de un otoño más cálido de lo normal y con poca pluviometría.
Las estimaciones desde este centro forestal de Solsona apuntan una producción inferior a los cincuenta y siete kilos de setas por hectárea, que es la cifra media de los últimos veinte años en Catalunya.
El mal inicio de la temporada de este año está pasando ya factura en el sector turístico y hotelero de las comarcas de montaña, con muchos menos ‘boletaires’ de los que cabría esperar en estos primeros días de otoño. Los pocos que se han dejado ver por los bosques han regresado a casa con un escaso botín. Empieza a salir algún rovelló o cep en las zonas más umbrías, pero los ejemplares recogidos en toda una jornada pueden contarse con los dedos de ambas manos. Una realidad que preocupa, y mucho, en muchas poblaciones del Pirineo que tienen programadas estas semanas jornadas micológicas. La única solución para disimular la falta de setas pasa por ir a comprarlas a mercados como la Boquería. Ahí la recolección está siempre asegurada. Es el caso de una de las paradas más emblemáticas de este mercado de Barcelona (Petràs) donde pueden encontrarse hoy ceps rossinyols o rovellons traídos de Rusia o países del Este de Europa