La Vanguardia

Márquez contra Márquez

Marc está a las puertas del título al aprender a controlar su ansia

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Roser Alentà, la madre del fenómeno, siempre lo ha dicho: Marc Márquez nunca ha necesitado psicólogos ni terapias. Si se agobiaba, “una partidita de la Play con Àlex, o se iba al gimnasio o con la bicicleta”. Las caídas del 2015 lo torturaron, le alejaron paulatinam­ente de la lucha por el título: acumulaba 5 en las 14 carreras hasta Aragón. El mismo punto del calendario en el que se encuentra. Ahora sólo lleva una, en Le Mans, “por ir al límite y arriesgar”. Hace un año estaba desahuciad­o, tercero, a 79 puntos del liderato de Rossi. Ahora él es el líder, con 52 sobre Valentino. De un año a otro, 64 puntos más (de 184 a 248). Sin psicólogos, Marc ha aprendido a golpes.

Del Márquez impetuoso que “quería dar más de lo que podía” y suplir con su pilotaje lo que le faltaba a la moto, se ha pasado al Marc más conservado­r, frío y calculador. Es la clave de su sólido liderato, que le permite disfrutar en la próxima cita (Japón, 16 de octubre) de la primera ocasión para ser tricampeón. A falta de 4 GP, como en el 2014.

¿Qué ha cambiado de un año a otro? Alberto Puig, expiloto, exmánager y analista televisivo, no duda en responder: “Ahora arriesga menos. Aunque vea que puede ir a ganar no lo hace porque sabe que se puede caer. No tiene una moto al 100% –pero tampoco es un desastre–, y si no lo ve claro, se contiene. Es una lucha interna: él visualiza ganar todas las carreras, cree que podría ganarlas, pero es consciente de sus límites. Es una lucha consigo mismo, le corroe por dentro, pero se frena y se autolimita”. Por eso, el triunfo en Alcañiz, después de cuatro carreras sin ganar, más que euforia, le causó alivio y liberación.

Este nuevo enfoque, este control de su ansiedad por ganar, fruto del aprendizaj­e del rosario de caídas del 2015 y la asimilació­n realista de las carencias de su Honda, ha permitido a Marc una regularida­d determinan­te para distanciar­se de sus dos grandes rivales. Más que cazador, el 93 ha sido un gran gestor. “Hay que tener la misma mentalidad: si no se puede ganar, sumar los máximos puntos”, es su receta.

Los números cantan: Marc acumula un cero (que fueron 3 puntos, en la caída de Francia), mientras que Rossi suma tres (las caídas de Austin y Assen y el motor roto de Mugello), y Lorenzo ha tenido cinco fiascos (caídas en Argentina y Montmeló, y la lluvia paralizant­e/ neumáticos defectuoso­s en Assen, Sachsenrin­g y Brno).

Superior a sus rivales evitando caídas, también Marc está sabiendo sacar partido a su Honda, pese a su falta de aceleració­n y de velocidad punta. Por el contrario, su máquina ha sufrido menos –o él ha sabido minimizarl­o más– los problemas de adherencia de los Michelin. “Lo importante es que Marc no ha perdido el tiempo quejándose; ha tirado para adelante”, añade Puig, que considera que para el estilo de pilotaje de Márquez, basado en la entrada en curva y la frenada, “la goma Michelin ha sido un gran hándicap porque no le da un buen soporte para arriesgar más. Pero ha sabido lidiar con una moto que no es a su gusto”.

Los rivales asumen que el título “ya está decidido”, señala Lorenzo. “Marc tiene experienci­a y es difícil que se equivoque” y además la Honda “ha mejorado mucho, ya no tiene tantos problemas de aceleració­n, y en Yamaha nos hemos estancado”.

TONI LÓPEZ JORDÀ LA OPINIÓN DE ALBERTO PUIG “Márquez lucha contra sí mismo: él visualiza ganar todas las carreras, pero si no lo tiene claro, se contiene”

UN NUEVO ENFOQUE Marc controla su ansiedad por ganar, un aprendizaj­e de las caídas y la asimilació­n de las carencias de su moto

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JAVIER CEBOLLADA / EFE El triunfo en Alcañiz supuso una liberación para Márquez

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