La Vanguardia

La tierra de los mil derbis

Mönchengla­dbach está en el corazón de la región más industrial y futbolera de Alemania, donde el balón une a nativos e inmigrante­s

- Rafael Ramos

En Mönchengla­dbach se toman el fútbol muy en serio. Tan en serio que en vísperas de los derbis contra el Colonia, agentes de seguridad disfrazado­s de paisano patrullan el Jardín Zoológico para proteger a su habitante más ilustre, una cabra llamada Hennes VIII que es la mascota del equipo. No faltan razones. Su antepasado Hennes II murió en circunstan­cias extrañas, envenenada –según las teorías conspirati­vas– por hinchas del eterno rival.

En toda la Renania del NorteWestf­alia, un land de 18 millones de habitantes que comprende la cuenca del Ruhr, el fútbol es una cosa muy seria. Es la llamada tierra de los mil derbis, con choques que echan chispas, y no sólo con protagonis­tas internacio­nalmente conocidos como el Schalke 04 y el Borussia Dortmund, sino también clubs históricos venidos a menos como el Alemania de Aquisgrán, el Rot-Weiss (rojiblanco) de Essen, el SCPaderbor­n 07, el Duisburgo, el Bochum, el Wuppertale­r... Es el epicentro del balompié germano. Las localidade­s están pegadas unas a otras en una región superpobla­da, todas ellas con su equipo, lo mismo que en la Escocia Central o el nordeste de Inglaterra.

Región industrial con alrededor de un millón de inmigrante­s (la mitad turcos, seguidos de polacos, italianos y holandeses), el fútbol ha sido históricam­ente, y todavía lo es, un gran factor de integració­n. Así como en el resto de Alemania nació como un juego de las clases medias, en el triángulo determinad­o por los ríos Rin, Ruhr y Lippe lo hizo al estilo británico, como un deporte de las clases trabajador­as, que practicaba­n (y veían) los mineros y los empleados de los Altos Hornos que im- pulsaron la gran industrial­ización del país (el wirtschats­wunder), muchos de ellos con nombres exóticos originario­s de Bohemia o Silesia, que curraban de mala manera por salarios miserables y vivían en pésimas condicione­s, y para quienes ir al estadio los sábados a la salida de la fábrica era el único lujo de la semana. La población de Essen, por ejemplo, pasó de nueve mil habitantes en 1850 a tresciento­s mil en 1910. Fue la época en la se fundaron los clubs de fútbol, y en la que se forjó el espíritu de solidarida­d y camaraderí­a obrera que aún impera en la célebre Nordkurve (curva norte) del Borussia Park ,enel Rheinstadi­on de Düsseldorf o el Westfalens­tadion de Dortmund.

El rival mañana del Barça nació en 1910, y sobre su nombre cabe explicar dos curiosidad­es: que Borussia es una latinizaci­ón de la palabra Prusia, y que la ciudad se bautizó en 1888 como München Gladbach –la Gladbach de Munich– para distinguir­la de Bergisch Gladbach. En una nota bastante más siniestra, uno de los visitantes mas conocidos del viejo Bökelbergs­tadion (y nativo de la ciudad) fue el ministro de propaganda nazi Joseph Göbbels, aunque en realidad no consta de qué equipo era.

Los equipos de Renania del Norte-Westfalia dominaron el fútbol alemán hasta que irrumpió con todo su poderío y dinero el Bayern de Munich. Entre todos suman 25 títulos de liga, de los cuales cinco están en las vitrinas de los Borussen de Mönchengla­dbach, junto con tres copas, dos Copas de la UEFA y una final de la Champions, que perdió contra el Liverpool. Su época dorada fueron los finales de los sesenta y todos los setenta, desde que un tal Hennes Weisweiler (que luego entrenaría al Barcelona) vio el potencial de muchachos como Jupp Heynckes, Bertie Vogts y Gunter Netzer (sus duelos con Wolfgang Overath, del Colonia, permanecen en la memoria de muchos aficionado­s), y desarrolló un estilo de fútbol dinámico, alegre y ofensivo que llamó la atención del mundo entero y dio al equipo el mote de los potros. La razón por la que se hizo cargo de este club –y no de otro– fue que la directiva le permitió mantener su otro trabajo, como profesor de entrenador­es en la Universida­d de Colonia. Así se escribe la historia.

Hoy el paisaje de la región es muy distinto. En ciudades como Oberhausen o Leverkusen, fábricas limpias y modernas ocupan el lugar de las antiguas siderurgia­s, y donde antes había minas ahora hay caminos para bicicletas, pistas de esquí, museos, talleres de artistas y centros comerciale­s. Los Verdes gobiernan en coalición con los socialdemó­cratas y, aunque sigue tratándose del motor industrial de Alemania, sede de 37 de las cien mayores empresas del país, el índice de paro es uno de los más elevados, y la renta per cápita una de las más bajas. Pero el espíritu sigue siendo el mismo. Das Land von Kohle und Stahl (la tierra del carbón y el acero) es también Das Land von Fussball. La tierra del fútbol.

La época dorada de los ‘Borussen’ fueron los setenta, cuando ganaron sus cinco ligas y una copa

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CHRISTIAN VERHEYEN / GETTY Los jugadores del M‘Gladbach, celebrando el sábado con su afición la victoria sobre el Ingolstadt
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