La Vanguardia

Retrato de familia

- Josep Cuní

La semana nos deja una fotografía de familia rota. Tanto, que cualquier atisbo de reconcilia­ción parece imposible. No hay inquilino que apueste por la cicatrizac­ión de las heridas de los vecinos de escalera después de haberles oído las descalific­aciones más procaces y los agravios más dolidos. Menos aún cuando los gritos han saltado del domicilio a la finca provocando comentario­s de todo el pueblo. Aunque algún día próximo la pareja salga de casa cogida del brazo para hacernos creer que todo fue un espejismo, sabemos que nadie ha sido ajeno al lamentable espectácul­o socialista. Por alejados políticame­nte que estuvieran, los ciudadanos se han hecho cruces de la descomposi­ción de una parentela de la que sabíamos diferencia­s pero a la que suponíamos capacidad de superación. Vana ingenuidad.

Lejos queda aquel tiempo falseado en el que pretendían hacernos creer que los miembros de la cúpula de un partido político además eran amigos. Sobre todo los de izquierdas. Cuando fue así, también vimos que la antigua camaraderí­a podía saltar por los aires, pero la lealtad superior a la causa ideológica lo disimulaba. Complicida­d obligada que exigía silencios matizados

La lucha es por el poder; pero el poder es como un explosivo, o se maneja con cuidado o estalla

pero no rotos. La que todavía motiva a una parte de las viejas guardias curtidas por la transición y expuestas por la democracia. Pero aquello ya es el mundo de ayer. Cuando quien se movía no salía en la foto o quien osaba matizar al sumo sacerdote se exponía a los chuzos de punta. En cambio, viendo las imágenes de una reunión de la ejecutiva del PSOE se intuyen dagas debajo de la mesa sobre la que se apoyan cuerpos desagradec­idos con caras sonrientes. Navajas afiladas que se expresan con rabia alegando simplicida­des de parvulario y hurgando en sentimient­os paternales. Y aunque cada lamento de los protagonis­tas del culebrón merecería sus líneas, el conjunto facilita la síntesis del patetismo simplón. Felipe González incluido. El gran jarrón chino se ha quejado de haberse sentido engañado por Pedro Sánchez.

Es posible que así haya sido porque la política hace tantos siglos que se fundamenta en el engaño que ha oficializa­do la mentira hasta convertirl­a en sinónimo de impunidad. Los líderes añejos lo conocen bien porque lo practicaro­n con tesón. Y ahora, cuando los ojos de la ciudadanía los observan como profesiona­les de la falsedad y el cinismo, ahora, o no saben comportars­e o quieren hacernos creer que mantienen la ingenuidad que, de ser cierta, no les hubiera permitido salir de casa.

Seamos claros. La lucha lo es por el poder. Por exiguo que sea. Poder de superviven­cia, de influencia, de necesidad. Poder que evite buscarse otro trabajo o mantener la cuota para seguir sacándole partido al partido. Poder de creerse importante. Pero el poder es como un explosivo. O se maneja con cuidado o estalla. Lo dijo Enrique Tierno Galván, pero ni los suyos se molestaron en escucharle.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain