Policías con mucho olfato
Sant Andreu de la Barca será durante unos días el peor lugar del mundo para vender drogas por un encuentro muy especial
“Primero son parte de mi familia, después mis compañeros de trabajo”, asegura rotundo Javier Gómez, policía local de la unidad canina de Sant Andreu de la Barca, localidad que ha reunido esta semana a un centenar de agentes y sus perros en unas jornadas de formación sobre búsqueda de estupefacientes organizadas por la Asociación de Guías Caninos Policías Locales de España. “Cada cuerpo policial tiene necesidades distintas, pero compartimos la experiencia de trabajar con un animal”, explica David Valera, policía local de Rivas (Madrid) que preside esta asociación.
“Los perros viven con nosotros, si me voy de vacaciones, viene conmigo, no son una herramienta”, describe Javier Gómez. “Te tienen que gustar mucho”, añade. Él tiene tres en su casa: Scott, su primer compañero, ya jubilado; Kenya, su actual pareja, y Hook, que ya está a punto de acabar su formación. “Acabas creando un vínculo afectivo muy especial con el animal”. Kenya le salvó literalmente la vida durante una intervención en la que recibió un martillazo en la cabeza que lo dejó inconsciente. El agresor podría haber seguido adelante de no ser por ella, como publicó este diario el 7 de enero del 2015. Las heridas en las patas que le causó aquel episodio la llevarán al retiro próximamente. “La Administración no imparte la formación que necesitamos”, lamenta David Valera. En el caso de estos dos policías, los animales les ayudan a buscar drogas, evitando cacheos innecesarios. También tienen un efecto disuasorio en parques y entradas de colegios e institutos. Son el azote de los camellos. El papel se diversifica cuando se trata de cuerpos más grandes. Por ejemplo, la Ertzaintza también los utiliza para buscar explosivos, en rescates donde se busca a personas y en situaciones de seguridad y defensa. Siempre para “apoyar operativos”, afirma Manuel Porras, jefe de operaciones de la unidad canina de la policía vasca. “Son capaces de recabar información indetectable para un humano”, opina el coordinador de los 41 perros de la Ertzaintza. Los roles son similares en los Mossos, donde no todos los guías conviven con los perros, aunque cada vez hay más que sí lo hacen. “Los agentes lo piden”, explica Josep Sastrada, cabo de la unidad canina, que cuenta con 60 agentes. “Los guías y sus perros reciben 750 horas de formación teóricopráctica y después están un año en prácticas. “Los perros son fundamentales en la lucha contra el terrorismo por su capacidad de detectar explosivos, no me imagino trabajar sin su ayuda en el momento que estamos atravesando”, declara Jorn Claeys, inspector de la policía federal de Bélgica. “Por lo que hemos visto estos días, en Bélgica y España hacen tareas muy similares”, explica su compañera, Natalie Mingou.
Kenya es una de las estrella de la reunión porque salvó a un agente de una agresión brutal