Audrey Tautou: “Llegan las arrugas ¡pero no me importa!”
La actriz francesa se siente en una etapa de transición, recién cumplidos los 40 años
Después de una pausa en una fértil carrera de treinta películas, Audrey Tautou está de vuelta. “Necesitaba respirar y ocuparme de mí”, asegura la actriz francesa, que a fuerza de talento evitó encasillarse en esa Amélie Poulain que la hizo famosa. Y su regreso a las carteleras con dos estrenos prácticamente coincidió con su 40.º cumpleaños, en agosto. Pero cambiar de década no le ha supuesto una crisis de edad, ni teme a las huellas del paso del tiempo. “No me importa envejecer”, asegura, en una entrevista en la revista francesa Version Femina. “Veo que llegan las arrugas y la piel que se ablanda, pero ¡no me importa, no me estoy mirando el ombligo!”, advierte Tautou.
La actriz, muy poco dada a hablar de su vida privada, admite que se encuentra “en una etapa de transición”, pero motivada por la pérdida reciente de su abuela Pauline, aunque subraya que “de todo lo que llega, los fracasos y sufrimientos, se aprende, forma parte de la belleza de la vida”. “Me niego a sufrir y estar deprimida, como sensación es demasiado estéril”, subraya. “Como soy optimista, pienso que del cambio saldrá una Audrey más real, más cerca de lo que en el fondo soy”, añade.
En esa transformación que apunta podría tener algún papel su próxima maternidad si, como apuntan algunos medios franceses, Tautou está embarazada. Al fin y al cabo, uno de cada veinte bebés franceses tiene una madre de 40 años o más, según apunta el estudio del instituto francés de estadísticas, divulgado ayer. De ser cierto, será el tema del otoño, aunque la actriz guarda celosamente su vida privada, igual que su compañero, el bretón Yann Le Bourbouac’h, director de marketing de Gaumont.
De hecho, Audrey Tautou podría decir, como es corriente en el mundo del espectáculo, aquello de “adoro mi oficio pero no tanto la profesión”. Porque en el ambiente sólo reconoce relaciones de amistad con dos colegas, originales como ella: Julie Depardieu y Édouard Baer, popularizado como Astérix, respetado como actor y director de teatro.
La actriz, que ha trabajado en el cine y también en la pequeña pantalla, lleva diecisiete años en la profesión, desde que se hizo un nombre en el cine en Vénus Beauté que en 1999 le valió el premio Lumières, de la prensa extranjera. Un premio César a la actriz revelación, el Sant Jordi a la mejor actriz extranjera, el lauro de los críticos de Chicago y sus colegas de Arizona o la invitación, en 2006, a integrarse en la Academia de Artes Cinematográficas de Hollywood, bordan el palmarés de la hija de un dentista y una profesora de un pueblo de Auvernia a quien habían profetizado, de pequeña, que sería actriz.
Si bien estudió actuación, en el reputado Cours Florent, de París, su orgullo es haber terminado estudios de modelo. Un desafío: no se veía capaz de desfilar ni consideraba que su cuerpo menudo fuera el apropiado. Más tarde, posar para Elle, Vogue, Harper’s Bazaar o su condición de musa de campañas de Montblanc, L’Oréal o Chanel demostraron que su empeño había sido de utilidad. Precisamente su papel en Coco avant Chanel, en el que se transformaba
“Nunca me iré a Los Ángeles por mi carrera”, subraya la intérprete, muy centrada en el cine francés “Del papel de Coco Chanel se me contagió un capricho: cuando estoy enamorada, decía, no me interesa trabajar”
en la joven y ambiciosa provinciana que, como ella, decide conquistar París, le permitió desmarcarse definitivamente de Amélie Poulain. Tautou hace un guiño, en la citada entrevista, a este papel que dio un nuevo impulso a su carrera: “Interpretar a Coco Chanel me contagió uno de sus caprichos: cuando estoy enamorada, solía decir, no me interesa trabajar”, asegura sobre su decisión de estar unos meses lejos de los platós. Y también deja claro que va a seguir trabajando en Francia. “Aunque es verdad que he rechazado papeles, no digo que nunca trabajaré en un filme americano, pero puedo afirmar que jamás me mudaría a Los Ángeles a hacer carrera”.