La Vanguardia

Un nuevo foco Miró en Oporto

La casa Serralves exhibe las 85 obras que por presión popular se quedaron en Portugal

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Entre tantas historias que acaban mal, ayer hubo una que ha acabado bien. Fue cuando el primer ministro portugués, António Costa, anunció que los 85 Miró del banco nacionaliz­ado BNP se quedarían en Oporto –que busca su lugar frente a Lisboa– después de una campaña popular para que no fueran vendidos en Londres. Un triunfo del valor de la cultura sobre el valor del dinero, tan inusitado como la coincidenc­ia en un mismo acto de los presidente­s Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, aunque todo se organizó para evitar que se encontrara­n.

La ocasión es infrecuent­e: ver por primera vez juntos los 85 Miró en una exposición de la casa Serralves, diseñada por Álvaro Siza y comisariad­a por Robert S. Lubar. Una exposición posible gracias al apoyo de una institució­n vinculada a Miró, como la Fundació La Caixa.

La colección expuesta ayer forma un conjunto excepciona­l, con varias obras maestras. Lubar la titula Materialid­ad y metamorfos­is. Par te de la idea de Miró de que la materia y la técnica son instrument­os para dar vida a una cosa. Lo muestra por ejemplo en dos obras. En Pintura, de 1935, expresa la violencia por medio de la figuración y de colores iridiscent­es en el que parecen vivir un grupo de criaturas mutantes en feroz confrontac­ión sexual. Al lado, Signos y figuracion­es, de 1936, la violencia se expresa por medio de la aspereza del material, el papel alquitrana­do, lijoso, que se utiliza en los techos, con signos negros y fúnebres trazados por la mano del pintor que el espectador intuye debió arañarse al hacerlos. El escalofrío funesto de la muerte y la guerra.

En la misma sala hay seis de las 27 maravillos­as pinturas sobre masonita de la misma época, que Lubar expondrá en su totalidad en la Fundació Miró de Barcelona. Entre las obras célebres, el dibujo Danseuse espagnole de 1924, el momento de ruptura de Miró, cuando pasa del realismo al signo. La Fornarina ,de 1929, de la época en que el artista revisita los maestros antiguos para retransfor­marlos de una manera radicalmen­te opuesta a la de Picasso. En este caso, retraduce el cuadro que Rafael dedicó a su amante, aunque Rosa Maria Malet se preguntaba si habría también alguna relación o broma oculta con la cantante del Paralelo del mismo nombre.

Se pueden ver Personajes y estrellas en la noche, de 1965, pintado después del primer paseo espacial del astronauta ruso Leonov; las primeras pinturas que hizo (Mujer y pájaros, 1959) tras cinco años dedicándos­e a la cerámica, la escultura y al grabado; las pinturas donde se ve la influencia mutua entre Miró y los jóvenes expresioni­stas abstractos americanos (Pollock, Motherwell, Kline); la tercera de las telas quemadas, de 1973; la Cabeza de hombre de 1935, que tiene su gemela en el Reina Sofía o el collage de 1934 que hizo a partir de la estatua de Colón, erigida en 1888, con los clichés españoles (un torero , la bandera española) rodeada de monstruos reflejando –era octubre de 1934, cuando Companys declaró el Estat Català– el conflicto España-Catalunya. Hay también una sala magnifica en la que Lubar muestra cómo evoluciona el signo en Miró hasta su desagregac­ión final, donde el vacío y el silencio se impone sobre superficie­s blanquecin­as, en las que se ven los accidentes de la tela, los pelos del pincel desprendid­os y fosilizado­s...

Al principio es la historia de dos amigos, Pierre Matisse, el hijo del pintor convertido en marchante en Nueva York en busca de un camino que no le deje sepultado bajo la inmensa sombra de su padre, Henri Matisse, y de Joan Miró, en busca de una escapatori­a americana a la crisis que deprimió Francia en los años 30. La galería del Upper East de Nueva York celebró 37 exposicion­es de Miró, y Matisse reunió una impresiona­nte colección, parte de cuyo stock fue vendido después de su muerte a la Acquavella Galle-

Rajoy y Puigdemont, en la inauguraci­ón de la muestra, cofinancia­da por La Caixa

El pueblo portugués logró detener la subasta de las obras en Christie’s

ry, subsidiari­a de Sotheby’s. Parte de las obras llegó a manos de otro negociante del arte francés, Claude Kechicihia­n. Los Miró reaparecen en el museo Fokoyama de Japón. Los había adquirido el empresario coleccioni­sta Kazumasa Katsuta, que posee la Galeria K, un importante almacén de obras de arte en Suiza y gracias al cual la Fundació Miró de Barcelona exhibe 23 obras.

En el 2008 el Gobierno portugués nacionaliz­a el BPN ante el riesgo de quiebra inmediata, con su presidente encausado por delitos financiero­s y una deuda de escalofrío. En sus fondos se descubre que poseía 85 Miró y el Estado ( con el conservado­r Passos Coelho) los quiere poner a la venta para recuperar algo de los miles de millones que le costó salvar al BPN. Habían sido adquiridos como pago de una deuda impagada en tres tandas por tres compañías off-shore de la Sociedade Lusa de Negócios, propietari­a del BNP.

Quien rescató a Miró de la espesa telaraña fue un galerista portugués,

Carlos Cabral Nunes. Inició una campaña on line pidiendo firmas para que las obras se quedaran en Portugal. Reunió 9.200 firmas en poco tiempo y los diputados de la izquierda intentaron vetar la venta en un parlamento dominado por los conservado­res. El recurso a los tribunales no evitó que las obras fueran enviadas a Londres para su subasta, Se editó el catálogo, los inversores llegaron a Kings Street, sede de Christie’s, saboreando ya qué obras iban a adquirir, Pinault ya las tenía elegidas. Pero, como en una película de Hitchcock, horas antes del inicio previsto de la subasta, la sala decide retirarlas, porque ante las dudas sobre la propiedad de los fondos, no quería exponer a sus clientes a la insegurida­d jurídica. La presión popular venció y el Gobierno asegura que las obras,que nunca hasta ayer se habían podido ver Portugal –pero sí en Nueva York, Valencia, Madrid y Palma de Mallorca–, se quedarán en algún lugar habilitada para ellas en Oporto.

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JOSEP MASSOT Oporto Enviado especial
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Un detalle de la muestra abierta ayer en la casa Serralves. En alianza cultural con los ciudadanos, Oporto se reivindica frente a la capital portuguesa, Lisboa. Los cuadros iban a ser vendidos en subasta, pero la presión popular...
JOSE COELHO / EFE Orgullo de Oporto. Un detalle de la muestra abierta ayer en la casa Serralves. En alianza cultural con los ciudadanos, Oporto se reivindica frente a la capital portuguesa, Lisboa. Los cuadros iban a ser vendidos en subasta, pero la presión popular...

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