El duro aterrizaje en el Barça
Alcácer necesita tiempo como en su día Luis Suárez, Rakitic o Arda Turan
Paco Alcácer lleva disputados 171 minutos con el Barcelona repartidos en cuatro encuentros. Ni siquiera suma tres horas como blaugrana en el campo. Demasiado poco para entender la hoja de ruta del equipo. Demasiado poco para mostrar naturalidad en su juego. Pero no demasiado poco para que ya haya tenido que leer o escuchar las primeras críticas. No ha metido ningún gol. Sus intervenciones han sido muy con cuentagotas y ha pasado inadvertido. Todo eso es verdad. Pero también le ha faltado un poquito de suerte. Si la hubiera tenido, hasta podría llevar tres tantos. Le anularon uno por fuera de juego en Leganés, disparó al larguero en Gijón y en Alemania un defensa en el último instante impidió su remate a placer tras pase de Suárez. Sin duda que su confianza hubiera subido como la espuma si eso hubiera ocurrido. Y entonces todos estarían aplaudiéndole y hablando de su eficacia. Pero su adaptación a los parámetros peculiares del Barcelona estaría igualmente en una etapa embrionaria y hasta lógica. Porque antes que Alcácer pasaron por circunstancias similares otros jugadores, incluidos aquellos que por sus características son más influyentes en el fútbol colectivo.
Un ejemplo que puede ser parecido al de Alcácer es el del uruguayo Luis Suárez. Fichado por 82 millones su desembarco en la delantera blaugrana no fue nada sencillo. De entrada, comenzó a jugar por la derecha, desubicado de su demarcación natural. No marcó hasta su sexto partido, ante el Apoel en la Champions, cuando ya se alzaban voces cuestionándolo. Eso sí, ya había repartido tres asistencias decisivas antes de estrenar su capítulo realizador. Por el contrario, Alcácer no ha demostrado aún ninguna capacidad asociativa, pero por ahí se puede producir su evolución. Que cuando juegue, marque o no, se manifieste su presencia. Hasta ahora sólo ha realizado 23 pases y ha rematado en dos ocasiones.
El valenciano, que ayer quedó fuera de la convocatoria de la selección española, no debe desesperarse. Porque además de Suárez existen otros casos en el vestuario de lo que es superar un arduo proceso de adaptación. Aunque ahora sea una pieza indiscutible Ivan Rakitic no lo tuvo sencillo. Desde el principio con Luis Enrique jugaba la mayoría de veces como titular, pero llegaban grandes partidos como los del Bernabeu, Mestalla y el
Es verdad que el delantero valenciano ha intervenido poco, pero con una pizca de suerte llevaría tres goles
PSG, y el croata se caía del once inicial. “Aquí se juega de otra manera, he tenido que cambiar mi estilo y muchas de las cosas que hacía”, explicaba Rakitic, que desde el primer día se arremangó para hacer metros y metros mientras aprendía el ADN Barça. Una frase similar a la que en su día pronunció Seydou Keita en época de Guardiola: “Aquí he tenido que aprender a jugar a fútbol de nuevo”. En su incipiente castellano también opinó en esta línea el pasado miércoles Arda Turan, al admitir que ahora comprende mejor el estilo de juego y tiene más confianza. Ha sido desde hace unas semanas que el turco, con un año en el club y pudiendo jugar desde enero, ha empezado a carburar. Por lo tanto, lo justo sería conceder el beneficio de la duda a Alcácer. Antes del partido contra el Atlético, cuando el delantero sólo había participado en dos encuentros, ya le preguntaron a Luis Enrique si Alcácer no corría el riesgo de desanimarse. Está claro que un delantero necesita pronto meter un gol para liberarse de las tensiones y que si no llega le pueden entrar las dudas. Pero lo que nunca debe hacer es bajar los brazos. En ese sentido, también tiene un ejemplo en el actual Barça, el de Aleix Vidal, que la pasada campaña no se exprimió en los entrenamientos cuando fue quedando fuera de las alineaciones y este curso tampoco convence a Luis Enrique. Ni tres horas lleva el Barcelona con Alcácer. Un suspiro para adaptarse al manual. Le queda mucho por delante.
Suárez no marcó hasta su sexto partido, Rakitic iba al banco en días clave y Arda tardó un año en ver la luz