La Vanguardia

EE.UU. avisa; Europa responde

Del 4-0 de la mañana, los locales pasan a tener un 5-3 ante los vigentes campeones

- MARTA MATEO

“¡U-S-A!, ¡U-S-A!, ¡U-S-A!”. El primer tee del Hazeltine National Golf Club en Minnesota vibró hasta el desgañite. La Ryder Cup 2016 arrancó y los anfitrione­s marcaron territorio ya desde la grada. “¡U-S-A!, ¡U-S-A!, ¡U-S-A!”, vociferaba­n los norteameri­canos. Las ocho victorias en los últimos diez por parte de Europa dolían. Y la herida de Medinah 2012 donde dejaron escapar una ventaja de 10-6, también.

De ahí que el approach a esta edición fuera el que recienteme­nte desapareci­do Arnold Palmer dijo como capitán de Estados Unidos en la Ryder de 1975: “No quiero que ganen un solo punto”. Con la bolsa de Arnie The King en el primer tee, el homenaje de EE.UU. se hizo por la mañana. Europa no ganó ni un sólo punto en la jornada de foursomes por primera vez desde 1975. Estaba escrito. Sin sucumbir al pánico, los visitantes entraron de nuevo en competició­n con el fourballs . Y al terminar el día, la hemorragia que provocó Estados Unidos quedó detenida por una Europa con tremenda capacidad de reacción.

Los foursomes -cada pareja juega con una sola pelota- fueron una declaració­n de intencione­s de ambos capitanes. Artillería pesada. Darren Clarke apostó por abrir la jornada con su pareja estrella: Henrik Stenson y Justin Rose. O lo que es lo mismo, el vigente campeón del British Open y el campeón olímpico. ¿Con qué respondió Love III? Con Jordan Spieth y Patrick Reed. Mientras los europeos trataban de entrar en calor, Reed, en manga corta ajeno al frío, le hacía el trabajo de fuerza a un Spieth tremendame­nte efectivo en el green. No dieron opción a los europeos: 3&2, estrenando el marcador en rojo por primera vez en 21 años.

Mismo partido pero invertido guión se vio unas horas después en el fourball. Stenson se despojó de la tensión y produjo una ronda que valió por él y por Rose. Tres birdies en los primeros nueve hoyos sentaron las bases, tres más en los siguientes, confirmaro­n por fin el primer punto azul (5&4). También repitieron como pareja Matt Kuchar y Dustin Johnson e igual que sus compatriot­as, tuvieron resultados dispares. Por la mañana, fueron implacable­s ante Lee Westwood y Thomas Pieters (5&4). “Wow, ha sido muy divertido”, dijo el campeón del US Open riendo. Por la tarde, Clarke cambió una pieza -sacó a un Westwood que entonó el mea culpa en la abultada derrota- e incluyó a Rory McIlroy en la ecuación. Voilà. Pieters brilló y el norirlandé­s se desquitó de su derrota mañanera junto a Andy Sullivan ante Phil Mickelson y Rickie Fowler, que con tres birdies en los últimos cuatro hoyos, les arrebataro­n un punto que ya era suyo. Ante Johnson y Kuchar, no dejaron escapar la ventaja.

Love no podía estar más satisfecho con sus chicos acabado el foursome, cuando Jimmy Walker y Zach Johnson enlazaron cinco birdies para firmar un 4&2 ante Sergio García y Martin Kaymer. El alemán

RECUERDO DE PALMER “Que no ganen un punto”, dijo Arnie en 1975; la actuación de Estados Unidos parecía homenajear­le

tuvo un día para el olvido, mientras el español pudo resarcirse junto a Rafa Cabrera Bello. El debut del canario no pudo tener más calma de su tierra, más alegría de Bali -su residencia­y más entusiasmo rookie. La dupla española sumó un punto vital ante JB Holmes y Ryan Moore (3&2) en el que puede ser el inicio de un gran tándem. Desde 1991, toda Ryder que se ha disputado en suelo norteameri­cano ha tenido una primera jornada con dos puntos de diferencia. Razón para que los locales no se confíen. Y para que los visitantes no se amedrenten.

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CHARLIE RIEDEL / AP El estadounid­ense Patrick Reed celebra un golpe decisivo

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