La Vanguardia

EL DESFALCO LAMIRANDE

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El Banco de Francia pudo con aquello, pero apenas ha sobrevivid­o a otra calamidad germánica llamada Banco Central Europeo que ha devaluado su papel, y con él la soberanía de Francia. El BCE no presta a los estados sino a los bancos privados, que hacen negocio con la deuda. Qué tiempos aquellos en que los desfalcos se hacían robando de la caja, a la brava, y no con los actuales juegos de manos fulleros amparados en el latín económico de las subprime...

Tomar de la caja es lo que hizo, en 1866, Ernest Lamirande, cajero de la agencia del Banco de Francia en Poitiers. El tipo se llevó 700.000 francos, gran parte en oro, por el procedimie­nto de sustituir napoleones de oro por piezas de plata o cobre. Como la comprobaci­ón de los saquitos de 20.000 francos en piezas de oro se hacía a peso, a Lamirande le bastaba con compensar el peso. Mantenía a dos amantes y fabulosas cuentas en pastelería y licores en los comercios locales de Poitiers, hasta que se fue con los 700.000. Lo detuvieron en Estados Unidos, donde esperando la complicada extradició­n aún tuvo tiempo de escaparse de nuevo a Canadá. Seis meses tardaron en hacerlo volver a Francia, donde fue condenado a diez años de cárcel y una modesta multa de 100 francos. Hijo de un respetado banquero local, el cajero se benefició de dos reduccione­s de pena y cumplidos siete años y cinco meses salió libre en 1874. El Segundo Imperio fue época de dinero fácil y grandes fortunas. Fueron legión los cajeros que echaban mano a la caja en aquellos tiempos de ladrones a carta cabal, tan diferentes de los de ahora.

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