¿Dónde está la puerta?
Quien más quien menos, todos conservamos el vago recuerdo de alguna noche en la sala Bikini, aunque entonces, al día siguiente, no recordáramos nada. Eran otros tiempos, otros precios, otras resacas. Introducirse ahora en ese pasado remoto es más difícil de lo que calculaba, porque llevo un rato deambulando por la calle Deu i Mata y no hay manera de encontrar la entrada. Recibo un mensaje de Álvaro Colomer: “¿Dónde está la puerta?”. Queda claro que pertenecemos a otra generación y a otros ambientes, igual que el librero de la Nollegiu, Xavier Vidal, que, después de dar un par de vueltas buscando el acceso como hemos hecho nosotros, vende ejemplares de Born to run, las memorias de Bruce Springsteen.
No sé en qué momento la puerta de Bikini pasó a estar dentro de la Illa. Pero más de 200 personas hacen cola para ver la presentación del libro. Y eso que Springsteen no está. En su lugar, Manel Fuentes canta algunas de sus canciones con el grupo The Spring’s Team. Antes, el editor Albert Puigdueta ha dicho unas palabras desde el escenario. Entre el público, Toni Hill comenta que con esto empieza la temporada de saraos y festejos. También está Núria Cabutí, directora general de Penguin Random House. Se cierra así una semana marcada por la nostalgia rockera.
Porque la época en la que nos anudábamos un pañuelo a la muñeca, y escuchábamos incansablemente The River y Born in the USA, en aquel autocar que nos llevaba de viaje de estudios a Italia, también sonaba el disco de otro grupo muy de moda entonces. Era el Concert de
mitjanit, de Sau. Corría el 1993, y sus integrantes habían decidido tomarse un año sabático. El pasado lunes, en La Casa del Libro, Pep Sala anunciaba que se retira. O por lo menos, que se aparta un poco para ver en perspectiva sus 40 años de carrera y no hacer tanto lo que se espera de él como lo que él tiene ganas de hacer. “Claro que sólo hasta cierto punto, porque si BB King hubiera dado un concierto de reagge, lo habrían matado, ¿no?”, añade.
“¿Es que quieres dedicarte al reagge?”, le pregunta Joaquim Vilarnau, autor de Pep Sala. L’home de
Sau. Publicado por Cossetània, el libro recoge fragmentos de entrevistas que han tenido, de los que leen algunos extractos a dos voces, teatrales, recorriendo momentos y personajes importantes en la vida del compositor, como el bajista Pino Palladino (que tocó con Paul Young, Mark Knopfler y The Who), Ramon Ferrer de Duble Buble, Ia Clua y, cómo no, Carles Sabater. Los fans escuchan emocionados, locos por él.
Luego están los fans del hombre que vendió el mundo, que el martes llenaron La Calders, donde Sebastià Portell presentaba El dia que va
morir David Bowie, publicado por Labreu. Los poetas catalanes toman el relevo a los actores: al saludarse se abrazan, se besan cerca de la boca, se tocan mucho, amorosos, con una euforia solemne. Están Mireia Calafell, Jaume C. Pons Alorda, Anna Gual. Odile Arqué, Míriam Cano y M. Antònia Massanet leen unos fragmentos de la novela. Al final, quien quiera podrá cantar en un karaoke. Mientras, Martí Sales confiesa a los asistentes a través de la puerta del lavabo. Les pasa por la
rendija dos preguntas escritas en un papel. La primera es: “¿De qué polvo te arrepientes?”. La segunda: “¿Qué le reprocharías a tu madre?”. Luego será él quien confiese que las respuestas han sido muy light.
Pero el verdadero momento rock’n’roll de la semana no tuvo nada que ver con la música. El miércoles, los servicios de inteligencia británicos desclasificaban los documentos oficiales sobre Garbo, el mismo día que se presentaba en el Centro Gallego El estornudo de la mariposa. Los Garbo contra Hitler,
de José de Cora. Así, las palabras del autor quedan confirmadas punto por punto. “Le agradecemos al MI5 que haya contribuido a la promoción del libro”, dijo el editor de Edhasa, Daniel Fernández, hijo, nieto, bisnieto, y tataranieto de lucenses.
Otra bonita historia de amor la protagonizaron Juan Pujol y la gallega Araceli González. Lo suyo fue un flechazo. Y cuando estaban en esa fase de los sueños imposibles, él le dijo: “El mío es acabar con Hitler”. Ella, lejos de salir corriendo, le ayudó a cumplirlo. Y así empezó todo, hasta que con su campaña de desinformación lograron engañar a los alemanes sobre el lugar y la fecha del desembarco de Normandía. Lo llamaban Garbo por ser tan buen actor. Harta de vivir encerrada en un piso de Harrow, Araceli estuvo a punto de destapar el plan en 1943. De Cora hace un relato pormenorizado de lo que ocurrió. Y cuando lleva más de una hora hablando, alguien se desliza discretamente hacia la sala posterior y pregunta: “Perdón, ¿dónde está la puerta?”.