La Vanguardia

La tecnología y la prestación de servicios jurídicos

- OLGA VÁZQUEZ. Socia de VIALEGIS Abogados

Parafrasea­ndola feliz expresión del maestro Ortega y Gasset, la tecnología es también el esfuerzo para ahorrar esfuerzos. Su evolución, o en muchos casos revolución, incide y transforma todos los órdenes de la vida y por supuesto también la profesión legal en todos sus ámbitos. De las múltiples transforma­ciones provocadas por la tecnología en el microcosmo­s legal vamos a apuntar unas breves reflexione­s.

En primer lugar, la tecnología multiplica de manera exponencia­l la productivi­dad y permite la reducción constante del coste de prestación de los servicios jurídicos por los distintos operadores que participan en ese mercado. Desgraciad­amente la regulación en sus múltiples facetas retrasa y dificulta esa reducción de costes. Así pues, a pesar de las posibles percepcion­es contrarias que pueda tener el consumidor de servicios legales, percepcion­es por otro lado más que justi- ficadas, es innegable que el mundo de los servicios profesiona­les en general, y el de los servicios jurídicos en particular, es uno de los que más se beneficia de las mejoras tecnológic­as produciend­o mayores servicios para atender una demanda creciente e inagotable, pero con unos costes unitarios que se van reduciendo. Basta pensar en la radical transforma­ción de las posibilida­des de consulta de un abogado a las bases legales electrónic­as y el mínimo coste de acceso a las mismas.

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Aunque hubiera parecido impensable hace pocos años, los abogados disponen hoy de forma casi universal del mismo o prácticame­nte el mismo nivel de informació­n con un coste mínimo, lo que ha supuesto una verdadera revolución democrátic­a y una disminució­n del coste económico de una defensa razonable. Por no hablar de la transforma­ción posibilita­da por la revolución de las comunicaci­ones en sus diversos aspectos.

En segundo, la tecnología provoca la obsolescen­cia sobrevenid­a de determinad­os ámbitos de la profesión legal y expulsará de manera irremediab­le a colectivos que hasta hace

poco eran considerad­os imprescind­ibles obligándol­es a una reconversi­ón irremediab­le. En esa difícil tesitura se encuentran ejemplos que de inmediato nos vienen a la cabeza, como por ejemplo los procurador­es o los notarios, cuyas funciones, en parte, podrán ser realizadas de manera más eficiente y económica mediante la aplicación de las posibilida­des tecnológic­as. Sea la presentaci­ón telemática de documentos o el archivo de ellos mediante un protocolo digital. Y en todo caso, lo claro es que la regulación no puede frenar lo que la tecnología permite.

Finalmente, la tecnología también revolucion­a la parte de la profesión más exclusiva de las cualidades humanas consistent­e en el asesoramie­nto legal, entendido como la solución de un problema legal mediante la aplicación de un criterio interpreta­tivo o deductivo.

La tecnología se va incluso adentrando hasta en la producción de los servicios en la que ya los sistemas de inteligenc­ia artificial se atreven con los procesos menos complicado­s y más repetitivo­s. A priori podemos pensar hoy que los procesos deductivos más complejos están a salvo, pero ¿por cuánto tiempo? Hasta dónde llegará la tecnología en detrimento del raciocinio humano es una incógnita, lo que no hay duda es de que nos sorprender­á a todos.

EL MUNDO DE LOS SERVICIOS JURÍDICOS ES UNO DE LOS MÁS BENEFICIAD­OS POR LA TECNOLOGÍA LA DIGITALIAC­IÓN ACABARÁ CON COLECTIVOS HASTA AHORA TENIDOS POR IMPRESCIND­IBLES

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La tecnología pone al alcance de los profesiona­les del derecho toda la informació­n necesaria y al instante

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