Todos somos ‘trekkies’ en el Festival de Sitges
LA SERIE DE GENE RODDENBERRY CUMPLE CINCUENTA AÑOS Y EL CERTAMEN LE DEDICA BUENA PARTE DE SUS ACTIVIDADES PARALEAS. ‘STAR TREK’ Y SUS SUCESIVAS ENCARNACIONES SE IMPONE COMO LEIT MOTIV DEL EVENTO
inguna serie de televisión se puede comparar con Star Trek; al menos no se puede comparar en cuanto a la repercusión que ha tenido a lo largo del tiempo.
No sólo en la misma televisión, donde nació el fenómeno y donde pronto lo veremos renacer con Star
Trek: Discovery, la nueva entrega del universo trekkie en fase de rodaje; una serie que, según lo previsto, se emitirá el próximo 2017 a través de Netflix. Ni por su repercusión en el mundo del cine, desde la primera adaptación para la gran pantalla, realizada por Robert Wise en 1979. Luego, como saben, han seguido
más películas Star Trek, la última
Más allá, que en buena medida parece un eco de la serie televisiva original.
Con una repercusión en el universo audiovisual recogida en libros como Donde nadie ha llegado antes
(Star Trek), editado este año por el Festival de Sitges. Donde diferentes autores –Ángel Sala, Jordi Sánchez-Navarro, Rubén Higueras, etcétera– abordan las diferencias entre las sucesivas series de televisión, de la primera a la última, sin olvidar la visión cósmica de Gene Roddenberry, el creador de la misma. Un libro de reflexión sobre los personajes más emblemáticos de la serie, que se detiene también en el impacto de la misma desde un punto de vista social y tecnológico; digamos que sin olvidar su influencia en la modernidad. Por todo eso es importante Star
trek, sí. Por todo eso, y por su particular visión de la convivencia, por ejemplo. En Star Trek importa, más que el conflicto, la negociación: la posibilidad de entendimiento mutuo y la capacidad de compromiso. La búsqueda de la felicidad, como en la Constitución de Estados Unidos, es el objetivo último de Star
Trek.
Esa era, al menos, la visión de Gene Roddenberry, su creador. Un veterano de la II Guerra Mundial, comprometido con los valores democráticos de su generación. Un idealista, para el que las diferencias de color y raza eran una oportunidad para encontrar similitudes y terreno de encuentro. Como si todos fuéramos aliens, en realidad. De todo eso se hablará en Sitges en la clase magistral que reunirá el miércoles 12 –el gran día de Star
Trek en el festival– a David Fein, montador del primer filme, con el crítico Mark Altman y Walter Koening, el primer Chekov de la serie. Aquella modesta serie de ciencia ficción de los sesenta, que fue literalmente eliminada de la parrilla de la televisión estadounidense por baja audiencia.
Una serie que, los años, ha impacto con tanta fuera –y de forma tan continuada– en eso que podemos denominar el mundo real, o sea, en todos nosotros, que la 49.ª edición de Sitges ha hecho de ese universo inabarcable y sugerente el motivo central del certamen. Su razón de ser, al menos por este año.
Star Trek, pues, como estandarte y cómo seña de identidad. El leitmotiv del festival. Será un año especial en el que el universo Star Trek, sus certezas y sus dudas, su manera de entender las relaciones de la humanidad marcará el ritmo.
Unas veces de forma evidente, con proyecciones de diferentes capítulos, los más significativos. Las proyecciones tendrán lugar a lo largo de todo el certamen en el edificio Miramar. Y también el pase del filme restaurado de Wise, el primero. Será el miércoles 12 de octubre, como decíamos, el día de Star Trek ,a las 10.30 h. En el Auditori del Melià. Habrá formas más bien lúdicas de ser trekkie, como la Star Trek walk, donde todo aquel que se sienta trekkie de corazón podrá mostrase cómo tal... e incluso vestirse como tal. El mismo día, a partir de la una del mediodía. Una caminata festiva que irá desde la Carpa del Star Trek club, una de los espacios nuevos de este año, hasta la playa de Sant Sebastià. Lo que ocurra en ese paseo dependerá de los mismos
trekkies, la verdad. Otra forma de acercarse al universo Star Trek que propone el festival este año es la exposición del 50.º aniversario. Un evento que, durante el certamen, tendrá lugar en el singular palacio Maricel, de Sitges. Maquetas, vestuario, autógrafos de los personajes de la serie, carteles de las películas, trajes, instrumentos, armas, etcétera. Una gran exposición organizada por el club Star Trek bajo la dirección artística de Mo Caró.
Porque Star Trek, como fenómeno, ha inspirado a mucha gente, especialmente a los artistas. Dibujantes, ilustradores, diseñadores, caricaturistas, así como especialistas en maquillaje y en efectos especiales han girado en un momento u otro su mirada hacia la serie. Todos ellos han mirado a lo largo del tiempo al universo trekkie para ilustrarlo o simplemente para buscar nuevos caminos de expresión. La exposición, también durante el festival, Ilustrando la última
frontera, que tendrá lugar en el edificio Miramar, recoge el homenaje de un grupo de ellos a la serie.
Bienvenidos, pues, al año trekkie de Sitges. Aunque a veces todo parece treekie a nuestro alrededor, y que todo es un homenaje a Star Trek.
El primer transbordador espacial fue bautizado con el nombre de Enterprise, como la nave protagonista de la serie fundacional. Una serie que los diseñadores de los primeros teléfonos móviles miraron también para inspirarse, para que todos nos sintiéramos por un momento al menos como el capitán Kirk (William Shatner). Y donde los científicos computacionales encontraron también los primero apuntes, ya en la segunda serie, la del capitán Jean-Luc Picard (Patrick Stewart) de eso que llamamos realidad virtual, un mundo inexistente que, a todos los efectos, y para todos los sentidos, es tan real como la realidad.
Cada semana el capitán Kirk abría el capítulo diciendo “el espacio, la última frontera” para llegar con los viajes de la nave Enterprise “de forma audaz” hasta donde nadie ha llegado. La aventura estaba servida, y el espacio, ese desconocido, esperaba. Pero al final, más que la trama, acababa por interesar las triquiñuelas del capital Kirk y su equipo frente a la colección de siempre nuevas y siempre sorprendentes amenazas alienígenas. Kirk, el héroe americano, audaz, individualista, y a su lado el Sr. Spock, ellos eran una especie de don Quijote y Sancho Panza del futuro, rodeado de todos los demás. La inocencia del ruso Chekov (en manos del joven Anton Yelchin en su última encarnación, muerto recientemente de forma triste e inesperada a causa de un bobo accidente), el doctor Mr. McCoy, esa bisagra de espontaneidad entre Kirk y Spock, y otros más, como la teniente Uhura, una imponente mujer negra, de etnia zulú, o el japonés Sulu... Un puente de mando de lo más variopinto, como si fuera una reunión de las Naciones Unidas. Por su variedad racial, en la que siempre resaltaba –y todavía resalta en la memoria– la extrañeza del Sr. Spock. Su figura, durante tantos años en manos del fallecido Leonard Nimoy. Pues su hijo Adam presentará en Sitges
For the love of Spock, un documento entrañable en homenaje del vulcaniano inolvidable de Star Trek, y de paso un homenaje a todos los trekkies. Porque este año, en Sitges, todos somos trekkies.
LA EXPOSICIÓN
‘UNIVERSO STAR TREK’ SE CONVIERTE EN EL ESTANDARTE DEL HOMENAJE QUE ALCANZA A TODO EL FESTIVAL