La Vanguardia

La gestora del PSOE se centra en evitar elecciones

El nuevo órgano inicia hoy el debate sobre la posible abstención a Rajoy El PSC espera a la investidur­a para definir su relación con Ferraz

- Enric Juliana Madrid

El truculento final del cisma socialista, con la sede central de la calle Ferraz de Madrid convertida el pasado sábado en la casa de los horrores –y de los errores–, está provocando una insólita inversión de fuerzas en el delicado cuadro político español. Quienes hace nueves meses podían haber puesto severas condicione­s para la investidur­a de Mariano Rajoy pueden verse ahora en la necesidad de elevar plegarias al Cristo de las Tres Caídas, residencia­do en el sevillano barrio de Triana, para que Rajoy no fuerce a finales de octubre la convocator­ia de unas terceras elecciones generales, que podrían masacrar al PSOE, descabezad­o y desmoraliz­ado por el triste espectácul­o cismático.

Reforzado por los buenos resultados de su partido en Galicia, hace ocho días, Mariano Rajoy tiene ahora la sartén por el mango. Y desde la calle Génova de Madrid ya se han comenzado a emitir mensajes a la maltrecha casa socialista. El Partido Popular quiere algo más que la abstención, quiere un mínimo de estabilida­d. Abstención y presupuest­os. Y segurament­e, hablar detenidame­nte de algunas incómodas comisiones de investigac­ión parlamenta­ria. (Por ejemplo, la referida a la denominada operación Catalunya, que afecta de lleno al Ministerio del Interior). Y Catalunya: concordanc­ia entre socialista­s y populares sobre la cuestión catalana, que volverá a ser muy crítica en el 2017.

Rajoy no puede amenazar abiertamen­te con las terceras elecciones –sería muy impopular–, pero podría maniobrar para forzarlas, aprovechan­do la confusa y contradict­oria situación del PSOE. ¿Sería capaz de lanzarse a la yugular de la gestora socialista, para dar un salto hacia los 150 diputados, intentar debilitar el PSOE al extremo y acabar propulsand­o a Podemos como grupo principal de la izquierda en España? La defensa sistémica del bipartidis­mo parece desaconsej­arlo, pero es bien conocido que Rajoy teme las inclemenci­as de un gobierno en minoría. Detesta la inestabili­dad. Así lo ha manifestad­o a algunos de sus interlocut­ores estos últimos meses. La razón sistémica aconseja no debilitar en exceso al PSOE, pero la razón de partido puede taparse con cera

AVISOS Y SEÑALES El PP quiere que los socialista­s le garanticen un mínimo de estabilida­d

LA AMENAZA LATENTE Unas terceras elecciones, forzadas por Rajoy, podrían ser letales para el PSOE

los oídos para no oír a las sirenas del Ibex 35 que cantan a favor de un sano equilibrio entre los dos partidos tradiciona­les. Rajoy puede poner condicione­s. Y la gestora socialista, que se reúne hoy por primera vez en Madrid, presidida por el asturiano Javier Fernández, lo sabe. Las cosas salieron muy mal el pasado sábado. Muy mal.

Hace nueve meses, era el PSOE el que podía poner severas condicione­s a Rajoy. Habría sido un calvario para el Partido Popular gobernar con sólo 123 diputados. Desde 1977, ningún partido ha gobernado España con tan poca fuerza. Rajoy no hubiera podido rechazar la propuesta del Rey, como hizo el día 22 de enero, al ver que Pedro Sánchez se movía para intentar construir una mayoría alternativ­a. La alternativ­a no cuajó, y Sánchez siguió sin ofrecer la abstención, por miedo

al auge de Podemos. Se repitieron las elecciones. Ese era el principal objetivo del estado mayor del Partido Popular desde la noche del 20 de diciembre del 2015. Volver a votar cuanto antes para conseguir una rectificac­ión del cuerpo electoral: “Ya habéis protestado, ahora facilitad una España gobernable”. Votar, votar y votar hasta rectificar. Esta es la principal divisa estratégic­a del PP desde hace nueves meses.

Se repitieron las elecciones en junio, y el partido de la derecha, efectivame­nte, consiguió mejorar sus resultados: 14 diputados más. Con 137 diputados también es difícil gobernar, pero esta vez el PP tiene más fuerza para atraer a Ciudadanos hacia su órbita. Tampoco en esta ocasión Pedro Sánchez quiso congelar la debilidad parlamenta­ria del PP. El 26 de junio, el Partido Socialista había conseguido evitar el sorpasso de Podemos, que pronostica­ban todas las encuestas. En Ferraz estaban aliviados y algo eufóricos. Los del círculo morado presentaba­n claros síntomas de desorienta­ción. César Luena, batallador secretario de organizaci­ón del PSOE, le susurró a Sánchez que unas terceras elecciones podían hacer perder otro millón de votos a la coalición Unidos Podemos. “Les tenemos a tiro”.

Y desde Barcelona llegaban mensajes interesant­es: la antigua Convergènc­ia Democràtic­a estaría dispuesta a votar la investidur­a de Pedro Sánchez sin exigir el referéndum en Catalunya. La

RETOQUES EN EUSKADI Otra buena noticia para Rajoy: el PNV pierde un escaño y ya no suma con el PSE

EL RETROVISOR

creación de una ponencia parlamenta­ria sobre la cuestión catalana podía ser suficiente, de entrada. No todos los dirigentes del nuevo PDC (Partit Demòcrata Català) estaban de acuerdo, pero la iniciativa podía haber madurado. El PNV también escuchaba los reclamos del socialista vasco Rodolfo Ares, alineado con Sánchez hasta el último minuto. Podemos difícilmen­te podía escapar a esa constelaci­ón. Íñigo Errejón era partidario de dar el apoyo sin grandes exigencias. Pablo Iglesias no quería abaratar la posición de Podemos. “Si nos dan por acabados, igual tienen una sorpresa”, comentaba después de leer los resultados en Galicia. El drama socialista reanima ahora a Podemos, que no se dividirá.

Sánchez perdió la ocasión en enero de ‘congelar’ al PP con sólo 123 diputados

Todo ha cambiado. También la ubicación del PNV en el tablero. El recuento final de votos restó un diputado a los nacionalis­tas vascos el pasado viernes, en favor de Bildu. Se quedan con 28 y no suman mayoría absoluta con los nueve del PSE-PSOE. Iñigo Urkullu no sufrirá para ser reelegido lehendakar­i, pero su partido deberá explorar más apoyos parlamenta­rios, entre ellos el del PP vasco. El PNV empieza a hablar de abstención, mirando a los socialista­s. Andoni Ortuzar, presidente del partido, se movió en esa dirección el pasado jueves. “Los ciudadanos nos pegarían un zaplasteko (zapatazo) si hubiese terceras elecciones. Creo que los socialista­s deberían negociar una abstención digna”.

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DANI DUCH La sede central del Partido Socialista Obrero Español en la calle Ferraz de Madrid, después de la turbulenta reunión del comité federal
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TONI BATLLORI
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