Decenas de muertos en Etiopía tras choques entre manifestantes y policía
Para los oromo de Etiopía, la fiesta Ireecha da la bienvenida a la época de luz, la Birraa o primavera. Ayer hubo poco que celebrar. La tradicional fiesta religiosa acabó en Bishoftu, a 40 kilómetros de Adís Abeba, con decenas de muertos por una estampida después de que la policía utilizara gases lacrimógenos y disparos al aire para dispersar una manifestación antigubernamental.
Tras producirse las detonaciones en una explanada a reventar, los presentes huyeron despavoridos, y varias decenas cayeron en unas zanjas de quince metros de profundidad cercanas a la explanada. Muchos murieron aplastados. Un partido de la oposición aseguró que la cifra de fallecidos superaba el medio centenar, y activistas locales apuntaron que los muertos, algunos por bala, podrían ser centenares. El Gobierno de Etiopía se limitó a apuntar que “como consecuencia del caos, se perdieron vidas”.
En los últimos meses, los choques entre la policía y manifestantes oromo y amhara, las dos etnias mayoritarias del país, han dejado más de 500 muertos y cientos de desaparecidos. Ambos grupos, que suponen casi dos tercios de la población, piden reformas y denuncian la marginalización y la brutal represión de un gobierno en el poder desde hace 25 años y dominado por la etnia tigray —apenas un 6% de los 100 millones de etíopes—, que controla los principales sectores políticos, militares y económicos.
Antes de que se desencadenara la estampida, la tensión dejaba claro que la festividad había mutado en un acto de protesta contra el Ejecutivo de Hailemariam Desalegn: miles de oromo gritaron lemas contra el Gobierno. La policía respondió con pólvora y mano dura. “El Gobierno ha enloquecido, ¿cómo puede disparar contra su pueblo? Esto es una revolución y no acabará aquí”, aseguraba a este diario Habtamu, un habitual en las protestas.
Pese a que Etiopía es una de las mejores noticias económicas de África y fiel aliado de Occidente contra el yihadismo, la actual situación ha encendido la alerta. Washington expresó ayer preocupación por el excesivo uso de la fuerza.