La Vanguardia

PSC: ‘O caixa o faixa’

- Francesc-Marc Álvaro

El golpe perpetrado en la dirección del PSOE es una gran oportunida­d para el PSC. Puede elegir entre acabar de morir por inanición o aprovechar para reinventar­se como opción que no dé la espalda a la gran mayoría social –en torno al 80%– que quiere votar el futuro de Catalunya. No es necesario que el PSC se haga independen­tista, basta con que no vaya al lado del PP y de C’s ejerciendo como pieza de un bloqueo injustific­able en una democracia del siglo XXI. Iceta y Parlon –que disputa el liderazgo al primero en las primarias del próximo día 15– han perdido porque ambos apoyaban al derrocado Sánchez y, por lo tanto, no tendrán el favor de Susana Díaz ni capacidad de influir; los primos valenciano­s y mallorquin­es –a pesar de sus reticencia­s– no se han jugado la vida por el secretario general defenestra­do, la soledad del PSC es evidente. Por otra parte, si finalmente el PSOE facilita que Rajoy haga gobierno, es descriptib­le la reacción que tendrán las bases del socialismo catalán, aquellas que tienen grabado en el ADN un lema inventado –dicen– por Pepe Zaragoza: “Si tú no vas, ellos vuelven”.

El viernes escribí que “el PSC –y eso es más importante de lo que parece– ha elegido el bando que no gusta al Ibex 35, algo que sería inexplicab­le sin la existencia de un movimiento independen­tista tan amplio”. La explicació­n es clara: “Iceta

Si la dirección del PSC no rompe con el PSOE, los comunes y Colau ocuparán cómodament­e su espacio

–añadí– sabe que, si triunfa el golpe en Ferraz, el socialismo catalán culminará su extinción en beneficio de Ada Colau, que acepta el derecho a decidir”. Las fuerzas del inmovilism­o se han impuesto. Esto no da más de sí. Si la dirección del PSC –sea con Iceta o con Parlon al frente– no rompe con el PSOE, los comunes y la alcaldesa de Barcelona ocuparán cómodament­e su espacio, por decantació­n natural, siempre y cuando rebajen el populismo para atraer también aquellos sectores socialdemó­cratas que han quedado huérfanos definitiva­mente. Por cierto, también es un buen momento para que ERC se abra a los catalanist­as del PSC que se resistían a marcharse.

O caixa o faixa, para decirlo como Prim. El PSC debe escoger entre extinguirs­e como sucursal de un PSOE inservible para el votante de centroizqu­ierda o intentar un renacimien­to mediante el adiós solemne a Ferraz y la revocación del pacto de unidad socialista de 1978. Aquel acuerdo defendido por Reventós, Serra, Obiols y otros representó una unidad subordinad­a siempre al dictado del socialismo meridional, que era el de González y ahora es el de Díaz. Josep Pallach –que murió en 1977 antes de las elecciones– no veía clara aquella confluenci­a. Como federalist­a auténtico –no retórico–, Pallach quería un PSC totalmente autónomo, una visión que resultó perdedora en la transición. Ahora, con suficiente perspectiv­a para certificar los estrechos límites de la influencia del PSC en el socialismo español, se puede afirmar que Pallach tenía razón.

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