Faltan más viviendas de alquiler
BARCELONA necesita con urgencia fomentar la oferta de pisos en alquiler, fundamentalmente de alquiler social, para lograr que los precios se estabilicen y, sobre todo, evitar que se reproduzca la burbuja de antes de la crisis. En este sentido, la tendencia que se registra desde principios de año, con un aumento de los alquileres del 8%, resulta preocupante.
Barcelona tiene que ser una ciudad en la que se pueda vivir y trabajar. Con sueldos mileuristas y alquileres que de media se sitúan en 764,74 euros mensuales, ello resulta imposible a menos que se comparta la vivienda, como sucede ya en muchos casos.
La transformación de pisos y apartamentos para uso turístico, que no deja de crecer, limita sustancialmente la oferta de viviendas en alquiler para los residentes, que ya era muy escasa. Esto coincide con el aumento de la demanda que se produce con la recuperación económica, lo que empieza a disparar los alquileres, en una tendencia que se prevé que sea progresiva. En los primeros meses del año, la demanda ha crecido un 4% y se han firmado más de 20.000 nuevos contratos.
La intención expresada por el Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat de establecer normas para poner un tope al precio de los alquileres es muy voluntarista. Aparte de la dificultad para controlarlos, no servirá para solucionar el problema. Es tanto como querer poner puertas al campo.
La solución realmente eficaz pasa, como hemos dicho, por promover activamente la oferta de pisos en alquiler en general y muy especialmente a través de un plan intensivo de promoción de viviendas de alquiler social, ya que el porcentaje de las mismas apenas es del 1,5% en la ciudad.
Son muchas la cosas que todavía se pueden hacer para fomentar las viviendas de alquiler, desde la construcción de edificios destinados especialmente para ello, hasta políticas para incentivar el alquiler de las múltiples viviendas vacías que hay en Barcelona, que en algunos barrios llegan al 10% –cuyos propietarios no se atreven a ponerlas en el mercado por la inseguridad jurídica existente–, así como llegar a acuerdos con la banca para la conversión al alquiler de su parque de viviendas.
El aumento de la oferta es la única respuesta coherente para equilibrar el mercado –en este caso, el de las viviendas en alquiler– ante el aumento de la demanda. Y hacerlo es una prioridad social y económica.