Lo que faltaba para el duro
Seis años después de la presentación del recurso, el Tribunal Constitucional debate mañana martes la prohibición de las corridas de toros en Catalunya. ¿No es acaso lo que faltaba para el duro? ¿Éramos pocos y parió la abuela? ¿Tenim a tocar los taurinos la reapertura de la Monumental? ¿Acudirá la Legión a escoltar los toros llegados de la dehesa y que no conocen Barcelona?
El asunto es menor pero bien podría hacerse ruidoso y, antes de que opinen los expertos en leyes, libertades y tradiciones, yo les avanzo mi opinión y allá ustedes. A mí me da que el Tribunal Constitucional la liará leyes en mano y corregirá al Parlament de Catalunya aunque ya se ve por el tiempo transcurrido que poca gracia les hace el asunto. –¡Es un ataque a Catalunya! Yo no digo que no –tal como está el patio de cuadrillas– aunque uno figure entre los partidarios de apurar el ordenamiento porque si el Parlament tuvo el morro de blindar meses más tarde a los correbous, nosotros tenemos el derecho al pataleo.
Naturalmente, los toros no volverán a Catalunya porque a ver quien es el guapo que se pone delante de seis toros y de una multitud ofendida, organiza una función, abre las taquillas y se dispone a cobrar unos euros a unos señores que serán debidamente insultados y señalados con el dedo. Ya lo dice la tradición: “El festejo se celebrará si la autoridad lo permite y el tiempo no lo impide”.
Yo me daría por satisfecho con defender mis derechos constitucionales y pactar una reaparición simbólica: una corrida a la portuguesa. Si el president Puigdemont se ha vuelto lusófilo y recuerda, de buen rollo, que España seguiría fuerte sin Catalunya como siguió sin Portugal, ¿tanto le costaría presidir la reapertura de la Monumental por una tarde y ordenar a la banda que toque España cañí en señal de amistad?
El Tribunal Constitucional dirá misa y amparará las corridas de toros, pero una cosa es amparar y otra es que cuatro gatos vuelvan los domingos a la Monumental de Barcelona a sufrir como el sábado sufrimos en Las Ventas, a enfadarse con el presidente porque no concede orejas o las regala, y a comentar si Pedro Sánchez y Artur Mas estarían dispuestos a protagonizar un mano a mano a ver quién destruye más toros en menos tiempo. Aunque las minorías tengan derechos, antes que los individuales están los colectivos, como decía el llorado Kim Il Sung. –¡Usted es un provocador barato! Yo me limito a adelantar algo que puede suceder y a prever las reacciones que provocaría una sentencia del Tribunal Constitucional, cuadrilla de juristas que tienen mal cartel entre la exigente afición catalana. No les niego que seis años después de la prohibición votada por el Parlament uno tenga ganas de –a diferencia de entonces– defender lo que cree suyo. ¿O también está prohibido?
Mañana el TC debate el recurso... ¿‘tenim a tocar’ el retorno de los toros a la Monumental barcelonesa?