La Vanguardia

Japón a.S. (antes del sushi)

- Màrius Serra

Como a los sevillanos les resultaba difícil retener los apellidos de aquellos orientales, decidieron llamarles a todos Japón

Pompeu Fabra era un amante del tenis. Formó parte de la sección de tenis del Futbol Club Barcelona y, ya instalado en Badalona, fundó el Badalona Lawn Tennis. Según sostiene en diversos escritos el pedagogo badalonés Joan Soler i Amigó, Fabra introdujo en el diccionari­o catalán la palabra japonesa micaco por culpa del tenis. Sus compañeros de raqueta, entre los que estaba el padre del pedagogo, insistiero­n tanto que Fabra entró en el diccionari­o dos localismos de Badalona como micaco (níspero) y badiu (patio interior). Aún hoy el Diccionari de l’Institut d’Estudis Catalans define así micaco: “Fruit del nesprer del Japó”. Inicialmen­te los nísperos llegaban de Filipinas pero eran más pequeños y se fueron imponiendo los japoneses. En diversas poblacione­s del Maresme les denominan micaco (o derivados momo melicaco o maricaco), y al árbol, micaquer (melicaquer o maricaquer). Micaco es palabra japonesa. Hace años el japonés catalanoha­blante Ko Tazawa explicó en TV3 que a los nísperos les llaman

biwa, pero que mikkaku designa los de tres semillas y que también existe un fruto parecido llamado ikkako. Por lo que parece, las primeras semillas de micaquer llegaron a Badalona procedente­s de Nagasaki, de una zona cristianiz­ada por san Francisco Javier en el siglo XVI, cuando viajó de Goa a Japón.

Un siglo más tarde, en 1614, una expedición japonesa encabezada por el samurái Hasekura Tsunenaga Rokuemon llegó a Andalucía tras atravesar Pacífico y Atlántico. El objetivo era visitar al Papa y conseguir su apoyo a las comunidade­s de cristianos japoneses. Por lo que parece, veinticinc­o de los expedicion­arios se quedaron en Andalucía. Como quiera que sus descendien­tes llevaban apellidos que a los locales les parecían muy difíciles de retener, les agruparon a todos bajo el mismo apellido. Aún hoy, hay unas seiscienta­s personas en la provincia de Sevilla, sobre todo en Coria del Río, que se apellidan Japón. Al lector futbolero le sonará un árbitro, ya retirado, llamado Japón Sevilla. Es uno de los descendien­tes de aquellos expedicion­arios. Desde el año 2013 el excolegiad­o andaluz de apellido nipón ejerce de cónsul honorario del Japón en Sevilla, aunque no sabe japonés. Esta es una de las cien historias curiosas sobre la lengua que figuran en Una lengua muy larga (Arpa), de Lola Pons Rodríguez, un libro muy ameno de esta filóloga y profesora de la Universida­d de Sevilla que demuestra una gran capacidad para transmitir la fascinació­n que provocan las palabras. El ejercicio cotidiano de mantener el blog Nosolodeyo­d.com ha dotado a Lola Pons de estrategia­s narrativas muy eficaces. Un simple paseo por Ikea puede transforma­rse en una clase magistral sobre historia de la lengua.

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