Toda piedra hace pared
Al cabo de dos años de haberlo colgado en la web de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), ahora el Diccionari normatiu valencià (DNV) ve la luz en papel. Aunque un diccionario en línea es útil por su rapidez, no permite buscar palabras por aproximación ni la lectura como un libro, la deliciosa experiencia de leer palabras y definiciones ordenadas por orden alfabético, sin ninguna coherencia semántica.
Sin embargo, es de justicia decir que este sistema de colgar primero el diccionario en línea y más tarde la versión en papel honra a la AVL. Como mínimo, el interés crematístico queda diluido, algo que es de agradecer en una institución pública. Además, el hecho de que las palabras hayan sido expuestas a la opinión pública, ha permitido hacer una revisión y una corrección exhaustivas. Así pues, ahora los dos volúmenes en papel contienen la esencia del primer trabajo más las mejoras que, de modo voluntario, los usuarios han aportado.
Pero vayamos al hecho en sí, al hecho de publicar un diccionario normativo valenciano al margen de la academia que, en principio, abraza a todos los hablantes del catalán, valencianos incluidos. Me refiero, claro, al Institut d’Estudis Catalans. Cuando hace dos años se presentó el vocabulario en línea, la primera sorpresa –agradable– fue que tocó las narices a los impulsores políticos de la iniciativa: el PP valenciano, que pretendía fragmentar aún más la lengua catalana dotando a la variante valenciana de las instituciones pertinentes para hacerla fuerte al margen del centralismo lingüístico de Catalunya.
Lo que más molestó fue, precisamente, la definición de valenciano: “Lengua románica hablada en la Comunidad Valenciana, así como en Catalunya, las Islas Baleares, el departamento francés de los Pirineos Orientales, el Principado de Andorra, la franja oriental de Aragón y la ciudad sarda del Alguer, sitios donde recibe el nombre de catalán”. Aunque el gobierno popular puso en cuestión la definición, la respuesta inapelable de la AVL fue que su trabajo no se regía por criterios políticos, sino científicos.
De hecho, aparte de alguna excepción, de las 90.000 entradas del DNV, dos tercios corresponden al diccionario normativo del IEC –dando prioridad a las formas valencianas–, y el otro tercio son palabras propias del valenciano, la mayoría ya presentes en vocabularios como el Diccionari català-valencià-balear, más 8.000 inéditas.
Sobre la conveniencia y la calidad de este diccionario, hay opiniones para todos los gustos. Pero ante las circunstancias sociolingüísticas del catalán, especialmente en las tierras valencianas, creo que cualquier herramienta que suponga una ayuda para revitalizar la rama dañada debe ser bienvenida.
La Acadèmia Valenciana de la Llengua no trabaja con criterios políticos, sino científicos