La Vanguardia

“El prestigio de las series es tan reciente como merecido”

- FRANCESC PUIG

Toni de la Torre es un apasionado de las series de televisión (ve un mínimo de cinco horas al día) y así lo demuestra cada lunes en El món a RAC1 y los viernes en Arucitys (8tv) y en el suplemento Quèfem de este diario. Acaba de publicar Historia de las series (Roca Editorial), un libro pionero que hace un exhaustivo repaso de la ficción televisiva desde sus inicios hasta el boom que vive desde hace unos años. “El prestigio de las series es tan reciente como merecido”, afirma.

¿Cuál puede considerar­se como la primera serie de televisión? The love nest fue la primera ficción con una continuida­d entre un episodio y el siguiente, aunque sólo tuvo tres. La primera serie de éxito fue I love Lucy, con Lucille Ball.

Hoy decimos que nos encontramo­s en la tercera edad de oro de las series. ¿Cuál es la primera? No me gusta hablar de edades de oro porque es un término que se ha utilizado para etiquetar momentos excepciona­les de las series, pero ni son exactos ni se merecen quedar reducidos a tres. En todo caso, la primera la ubicaríamo­s en los años cincuenta y sesnta, con las series de antología. Las cadenas aún no habían descubiert­o el poder que tenía una ficción que continuaba en el tiempo y emitían un drama a la semana que no tenía relación entre ellos. Eran ficciones donde los autores tenían mucha libertad creativa que después perderían cuando la realizació­n televisiva se fue trasladand­o de Nueva York a Hollywood para ir a parar a manos de productore­s y programado­res. En estas antologías encontramo­s obras como Doce hombres sin piedad y Marty, que después se llevarían al cine.

Y después de las antologías...

Los setenta son una época de experiment­ación en el sentido de que el programado­r tenía un gran poder, como Fred Silverman, un tipo que era capaz de llevar una cadena que estaba en cuarta posición a ser líder y después repetir la operación con otra cadena. Una de las apuestas de Silverman fue emitir miniseries con dosis diaria y no semanal consiguien­do éxitos como Hombre rico, hombre pobre y Raíces. La ficción seriada con continuida­d demostraba tener un poder que no se había examinado hasta entonces. Y en 1981 llega Canción triste de

Hill Street y se inicia la segunda edad de oro. Sí, esta serie creada por Steven Bochco sienta las bases de una estructura que se utilizará después constantem­ente, con un reparto coral y unos arcos argumental­es que pueden durar varios episodios o incluso toda una temporada, lo que fideliza al espectador. El poder de Hill street blues ,apesar de no ser un éxito de audiencia, fue que creó una serie de réplicas que al principio eran muy parecidas, como A cor obert (St. Elsewhere) o La ley de Los Ángeles, y que después tuvo más variantes. Pero la estructura básica aún funciona hoy día.

Y el siguiente punto de inflexión fue Twin Peaks en los años noventa.

David Lynch y Mark Frost, sus creadores, son herederos de las libertades conseguida­s por los guionistas con respecto a la libertad creativa. La cadena ABC les da manga ancha, y ellos rompen géneros. En Twin Peaks encontramo­s desde soap opera hasta elementos policiacos y fantástico­s, algo que no se había hecho nunca en televisión. Además, era una serie que exigía mucho al espectador y le pedía que la interpreta­ra, algo inaudito para la época. Después de Twin Peaks emergen muchos creadores que despuntan, como Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casablanca) o Joss Whedon (Buffy cazavampir­os).

Y con Los Soprano saltamos al siglo XXI y a la tercera edad de oro. Es la época de la campaña “No es televisión, es HBO”, donde la cadena de cable apuesta para hacer un determinad­o tipo de series para desmarcars­e de la competenci­a aprovechan­do que puede hacer cosas que las grandes cadenas no pueden: contenido violento, sexo y temas controvert­idos con protagonis­tas incómodos. Con esta idea en la cabeza, llega David Chase, que quería hacer una película de mafiosos que acabará reconvirti­éndose en una serie llamada Los Soprano. Y como ya tenía una visión de su proyecto más cinematogr­áfica que televisiva, más artística que comercial, acaba saliendo una serie que se considera a sí misma arte. Y lo que es más importante, consigue que los espectador­es la vean también como arte. Y este es el punto de inflexión clave.

¿Y así se llega a la explosión del mundo seriéfilo de hoy día, no? Sí. HBO continuarí­a esta línea con The wire, A dos metros bajo tierra, Roma y Deadwood, y después otros canales como FX y Showtime hacen lo mismo con The shield y Dexter, por ejemplo. El pastel del cable empezará a desmenuzar­se mucho con la entrada de más canales que se suman a la producción propia como AMC con Mad men y Breaking bad o The History Channel con Vikingos.

Y desde hace pocos años entran en acción compañías ajenas originaria­mente a la televisión como Netflix, Amazon o Hulu. Con la entrada de estas empresas de internet, HBO tiene cada vez más dificultad­es, y ahora nos encontramo­s en un momento clave en que hay un gran duelo entre HBO y Netflix que simboliza la lucha entre la industria de la televisión y la de las nuevas tecnología­s. Encontrar un relevo a Juego de tronos puede ser clave para ver hacia dónde se inclina la balanza.

“‘Los Soprano’ tiene el mérito de considerar­se a sí mismo arte y que esté de acuerdo el espectador”

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INMA SAINZ DE BARANDA De la Torre explica en su libro que el origen de las series se encuentra en las novelas por entregas

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