“El prestigio de las series es tan reciente como merecido”
Toni de la Torre es un apasionado de las series de televisión (ve un mínimo de cinco horas al día) y así lo demuestra cada lunes en El món a RAC1 y los viernes en Arucitys (8tv) y en el suplemento Quèfem de este diario. Acaba de publicar Historia de las series (Roca Editorial), un libro pionero que hace un exhaustivo repaso de la ficción televisiva desde sus inicios hasta el boom que vive desde hace unos años. “El prestigio de las series es tan reciente como merecido”, afirma.
¿Cuál puede considerarse como la primera serie de televisión? The love nest fue la primera ficción con una continuidad entre un episodio y el siguiente, aunque sólo tuvo tres. La primera serie de éxito fue I love Lucy, con Lucille Ball.
Hoy decimos que nos encontramos en la tercera edad de oro de las series. ¿Cuál es la primera? No me gusta hablar de edades de oro porque es un término que se ha utilizado para etiquetar momentos excepcionales de las series, pero ni son exactos ni se merecen quedar reducidos a tres. En todo caso, la primera la ubicaríamos en los años cincuenta y sesnta, con las series de antología. Las cadenas aún no habían descubierto el poder que tenía una ficción que continuaba en el tiempo y emitían un drama a la semana que no tenía relación entre ellos. Eran ficciones donde los autores tenían mucha libertad creativa que después perderían cuando la realización televisiva se fue trasladando de Nueva York a Hollywood para ir a parar a manos de productores y programadores. En estas antologías encontramos obras como Doce hombres sin piedad y Marty, que después se llevarían al cine.
Y después de las antologías...
Los setenta son una época de experimentación en el sentido de que el programador tenía un gran poder, como Fred Silverman, un tipo que era capaz de llevar una cadena que estaba en cuarta posición a ser líder y después repetir la operación con otra cadena. Una de las apuestas de Silverman fue emitir miniseries con dosis diaria y no semanal consiguiendo éxitos como Hombre rico, hombre pobre y Raíces. La ficción seriada con continuidad demostraba tener un poder que no se había examinado hasta entonces. Y en 1981 llega Canción triste de
Hill Street y se inicia la segunda edad de oro. Sí, esta serie creada por Steven Bochco sienta las bases de una estructura que se utilizará después constantemente, con un reparto coral y unos arcos argumentales que pueden durar varios episodios o incluso toda una temporada, lo que fideliza al espectador. El poder de Hill street blues ,apesar de no ser un éxito de audiencia, fue que creó una serie de réplicas que al principio eran muy parecidas, como A cor obert (St. Elsewhere) o La ley de Los Ángeles, y que después tuvo más variantes. Pero la estructura básica aún funciona hoy día.
Y el siguiente punto de inflexión fue Twin Peaks en los años noventa.
David Lynch y Mark Frost, sus creadores, son herederos de las libertades conseguidas por los guionistas con respecto a la libertad creativa. La cadena ABC les da manga ancha, y ellos rompen géneros. En Twin Peaks encontramos desde soap opera hasta elementos policiacos y fantásticos, algo que no se había hecho nunca en televisión. Además, era una serie que exigía mucho al espectador y le pedía que la interpretara, algo inaudito para la época. Después de Twin Peaks emergen muchos creadores que despuntan, como Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casablanca) o Joss Whedon (Buffy cazavampiros).
Y con Los Soprano saltamos al siglo XXI y a la tercera edad de oro. Es la época de la campaña “No es televisión, es HBO”, donde la cadena de cable apuesta para hacer un determinado tipo de series para desmarcarse de la competencia aprovechando que puede hacer cosas que las grandes cadenas no pueden: contenido violento, sexo y temas controvertidos con protagonistas incómodos. Con esta idea en la cabeza, llega David Chase, que quería hacer una película de mafiosos que acabará reconvirtiéndose en una serie llamada Los Soprano. Y como ya tenía una visión de su proyecto más cinematográfica que televisiva, más artística que comercial, acaba saliendo una serie que se considera a sí misma arte. Y lo que es más importante, consigue que los espectadores la vean también como arte. Y este es el punto de inflexión clave.
¿Y así se llega a la explosión del mundo seriéfilo de hoy día, no? Sí. HBO continuaría esta línea con The wire, A dos metros bajo tierra, Roma y Deadwood, y después otros canales como FX y Showtime hacen lo mismo con The shield y Dexter, por ejemplo. El pastel del cable empezará a desmenuzarse mucho con la entrada de más canales que se suman a la producción propia como AMC con Mad men y Breaking bad o The History Channel con Vikingos.
Y desde hace pocos años entran en acción compañías ajenas originariamente a la televisión como Netflix, Amazon o Hulu. Con la entrada de estas empresas de internet, HBO tiene cada vez más dificultades, y ahora nos encontramos en un momento clave en que hay un gran duelo entre HBO y Netflix que simboliza la lucha entre la industria de la televisión y la de las nuevas tecnologías. Encontrar un relevo a Juego de tronos puede ser clave para ver hacia dónde se inclina la balanza.
“‘Los Soprano’ tiene el mérito de considerarse a sí mismo arte y que esté de acuerdo el espectador”