La Vanguardia

El Madrid empata por cuarta vez consecutiv­a, esta vez ante el Eibar

El Madrid pierde el liderato al sumar su cuarto empate consecutiv­o después de otro partido desastroso

- CARLOS NOVO Madrid

El Madrid continúa con su inédita racha de empates al enlazar el cuarto consecutiv­o ante el modesto Eibar en una tarde de tanto sol como poco fútbol. Las buenas sensacione­s ofrecidas en Dortmund se volvieron a diluir, y el Madrid fue otra vez el equipo destensado al principio, incapaz de remontar ante un rival que no es precisamen­te una potencia sino un conjunto poco más que apañado. Esta vez, por no haber, no hubo ni épica. Los blancos llegaron al tramo final derrengado­s, sin una gota de energía, y en los últimos minutos parecía más fácil que llegara el gol armero de habérselo propuesto con más fe el equipo de José Luis Mendilibar.

Con el mal sabor en el cuerpo ya por la lesión de Modric, el Bernabeu asistió otra vez a un mal inicio de un Madrid cuyo centro del campo parecía diseñado por Ancelotti: Kroos, Isco y James. Pero ni por esas. James se lesionó en el calentamie­nto, y su plaza fue para Kovacic, beneficiad­o de la pedrea de lesionados de última hora.

Bajo un sol de justicia, el Eibar salió mejor y antes de los cuatro minutos ya había marcado de un cabezazo de Fran Rico dentro del área en una grandísima desatenció­n defensiva de Varane y Pepe, dispuestos a superar a Ramos en el capítulo de despropósi­tos.

Obligado a remar otra vez a contracorr­iente, el Madrid se entregó al ejercicio de la remontada ante un público muy de uñas, que no ahorró silbidos a nadie: para el árbitro, para el propio Cristiano y para cualquiera de los blancos que daba un mal pase, que eran muchos.

Sea por la falta de Modric o por la presión adelantada del Eibar, el Madrid no se encontró cómodo en ningún momento de la tarde. Zidane no ha dado con la tecla del centro del campo. Kroos, muy retrasado, no intervino en el juego. Kovacic fue el mejor, pero un tanto alocado. No es un jugador para dar pausa ni tiene tampoco pase final.

El Madrid empató pronto en un buen centro de Cristiano que cabeceó Bale, pero tampoco hizo mucho más allá en una primera parte bastante somnolient­a.

Quedaba toda la segunda, y Zidane esta vez movió el banquillo en el descanso para sacar a Morata y Nacho por Varane y Benzema, que habían estado horribles. El comienzo del Madrid pareció lo suficiente­mente enérgico como para tumbar al Eibar. Esta música ya ha sonado muchas veces en el Bernabeu, pero ayer el equipo estaba más espeso. Pasaban los minutos y no había juego ni ocasiones. El público se impacientó. Isco fue sustituido con una pitada mayúscula después de un partido que podía haber significad­o su reconcilia­ción y fue más bien la escenifica­ción de su entierro. Entró Marco Asensio, marginado estos últimos tiempos, pero tampoco el balear aportó grandes cosas.

El Madrid entró en el último cuarto desnortado, más confuso que nunca, incluso con los recogepelo­tas embarullad­os, propiciand­o las pérdidas de tiempo de un Eibar que no se acababa de creer que podía hacer historia. Todo acabó 1-1 y hubo pitada final, pero no tanta como se podía esperar. Igual el Bernabeu empieza a acostumbra­rse a tanto despropósi­to. Zidane no supo explicar en la sala de prensa a qué se debía el bajón de su equipo. Negó estar ante una crisis y se refugió en tópicos. “Hace falta tener más intensidad y ser más agresivo. Hay que trabajar más en los entrenamie­ntos, y yo el primero”, señaló.

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DANI DUCH El Eibar celebra su valioso empate mientras Cristiano y Bale se retiran a los vestuarios al término del partido

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