Colombia intenta reconducir la situación con un nuevo pacto
El plan de Santos cuenta con el respaldo inicial del triunfador expresidente Uribe
Tras la conmoción por el rechazo en referéndum del acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC, ayer el presidente Juan Manuel Santos volvió a la carga proponiendo un nuevo gran pacto nacional.
Sorpresa e incertidumbre en Colombia. Medio país votó por pasar página a la guerra con las FARC y el otro medio por pasar factura. Apenas 60.000 votos inclinaron la balanza hacia los segundos, los partidarios del no al acuerdo con la guerrilla, suficientes para tumbar casi cuatro años de complejas negociaciones en La Habana y para congelar el anhelado sueño de la paz.
Aún hay esperanza de reconducir el proceso de paz mediante un gran pacto político nacional que ayer empezó a negociarse por iniciativa del presidente y gran perdedor del domingo, Juan Manuel Santos.
Con la aceptación del principal defensor del no y triunfador en el referéndum, el exmandatario Álvaro Uribe. Más la actitud dialogante del comandante en jefe de las
FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko.
Santos convocó en la mañana de ayer a todos los partidos, tanto defensores del sí como del no, a reunirse en el palacio presidencial. Sin embargo, no se presentó ningún representante de Centro Democrático, la formación de Uribe, a pesar de que el expresidente había aceptado el diálogo. De todas formas, portavoces uribistas insinuaron que su ausencia se debió más bien a un gesto de fuerza, ya que se mostraron a favor de reunirse en un futuro inmediato con Santos y el resto de las fuerzas políticas para negociar las nuevas condiciones de un acuerdo con las FARC.
Por su parte, la coalición gubernamental, Unidad Nacional, emitió antes de acudir al encuentro un comunicado apoyando a Santos y dejando claro que la paz aún es posible. “No hemos sido derrotados, señor presidente. Porque los episodios electorales no detendrán sus propósitos de paz. Nosotros también estaremos hasta el último minuto de su mandato procurando esa paz sin la cual no será posible alcanzar el sueño de un nuevo y estimulante país”, decía el texto.
La paz está congelada, que es mucho mejor que decir que las FARC vuelven a las armas. En este sentido, tras el resultado del referéndum del domingo donde el no al acuerdo con las FARC se impuso al sí por un estrecho margen (50,2% contra el 49,7%, con una abultada abstención del 63%), las declaraciones de los tres principales actores de este desencuentro inesperado sirvieron para tranquilizar a la población.
Entrada ya la madrugada del lunes (hora española), el primero en hablar, desde Cuba, fue Timochenko, que apenas una semana antes había firmado con el presidente Juan Manuel Santos, en Cartagena, un acuerdo impensable hace sólo unos meses, ahora rechazado en el plebiscito. “Las FARC mantienen su voluntad de paz y reiteran su dis- posición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro”, dijo el líder de la guerrilla, enviando un mensaje de esperanza ante el temor de que pudiera anunciar el retorno a la guerra.
Timochenko habló menos de un minuto y, a pesar del sentido tranquilizador de su intervención, no evitó palabras duras contra los uribistas al lamentar “profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor haya influido en la opinión de la población colombiana”. El jefe guerrillero concluyó: “Al pueblo colombiano que sueña con la paz, que cuente con nosotros. ¡La paz triunfará!”.
Minutos después compareció Santos en la Casa de Nariño, flanqueado por el equipo negociador gubernamental, para enviar un mensaje solemne al país, precedido del himno nacional. “Seguiré buscando la paz hasta el último minuto”, dijo el mandatario al lado de Humberto de la Calle, jefe de sus negociadores, haciendo hincapié en que el alto el fuego bilateral y definitivo firmado con las FARC continúa vivo. “El cese el fuego y de hostilidades sigue vigente y seguirá vigente”, aseguró.
Inmediatamente, Santos dio un giro de 180 grados al discurso enarbolado durante la campaña del referéndum, donde equiparó a Uribe y los partidarios del no como defensores de la guerra, para reconocer que estos también quieren la paz. “Mañana mismo (por ayer) convocaré a todas las fuerzas políticas, en
“Las FARC reiteran su disposición de usar sólo la palabra como arma”, tranquiliza Timochenko
particular a los del no, para escucharlas, abrir el diálogo y determinar el camino a seguir”, indicó el presidente.
Además, Santos anunció que había ordenado a De la Calle que ayer mismo partiera hacia Cuba para volver a establecer contacto con Timochenko. Sin embargo, De la Calle presentó ayer su dimisión, haciéndose cargo de la responsabilidad política por la derrota, aunque era poco probable que fuera aceptada por el presidente.
Pero aún faltaba Uribe para completar el trío decisivo en una noche de llantos para los votantes del sí. El tono también conciliador del exmandatario sorprendió al país tras una dura campaña en que abusó de un discurso populista y rencoroso, recordando constantemente crímenes concretos de las FARC para ejemplificar que sus autores quedarían impunes. “El sentimiento de los colombianos que votaron por el sí, de quienes se abstuvieron y los sentimientos y razones de quienes votamos por el no tienen un elemento común: todos queremos la paz, ninguno quiere la violencia”, indicó Uribe. El expresidente pidió “que no haya violencia, que se dé protección a las FARC y que cesen todos los delitos, incluidos el narcotráfico y la extorsión”.
Siguiendo con las palabras amables, Uribe se dirigió directamente a los líderes de la guerrilla. “Señores de las FARC: contribuirá mucho a la unidad de los colombianos que ustedes, protegidos, permitan el disfrute de la tranquilidad”, sostuvo, al mismo tiempo que pedía a Santos y al Congreso “que se permita un alivio judicial que no constituya impunidad”. Y recogiendo el guante lanzado por Santos minutos antes, Uribe apostó por “un gran pacto nacional”, aunque finalmente los representantes de su partido no acudieron a la cita con Santos y el resto de formaciones políticas.
Para avalar un nuevo pacto con la guerrilla, Uribe pondrá sobre la mesa unas condiciones que podrían resultar difíciles de aceptar para las FARC, empezando por pedir la cabeza de Timochenko y el resto de los líderes de la guerrilla. El expresidente ha basado su campaña en la impunidad o las penas leves que, según los acuerdos rechazados, beneficiarían a los comandantes de las FARC y a los guerrilleros con delitos de sangre.
Además de insistir en penas severas de cárcel, Uribe quiere que Timochenko y el resto de los líderes guerrilleros no puedan participar en política, como estaba previsto en uno de los puntos de los acuerdos de La Habana que resultaron más difíciles de negociar. El partido político que debía sustituir a las FARC tenía asegurados diez escaños en el Parlamento durante las dos próximas legislaturas.
Por otra parte, los resultados del domingo reabren el debate sobre los errores de los encuestadores. Todos los sondeos daban por hecha la victoria del sí por amplia mayoría y, por tanto, la aplicación de los acuerdos de paz firmados a bombo y platillo por Santos y Timochenko, que ya sonaban como candidatos al próximo Nobel de la Paz. Las encuestas también se equivocaron con el Brexit y ayer muchos vaticinaban con sorna que el próximo error se vería en las elecciones estadounidenses.
Los partidarios del no quieren penas severas para los líderes de la guerrilla e impedir que participen en política