El rastro del dinero delata a Elena Ferrante
Una investigación del diario económico ‘Il Sole 24 Ore’ afirma que la misteriosa escritora es la traductora Anita Raja
Italia, el país de los eternos misterios políticos y criminales, ha mantenido durante más de dos decenios un enigma cultural fascinante: ¿quién se oculta bajo el seudónimo de Elena Ferrante, la escritora italiana más vendida hoy en el mundo? Puede haberse dado con la respuesta definitiva, aunque tanto la interesada como su editorial se resisten a confirmarlo. Según una investigación del diario económico Il Sole 24
Ore, se trataría de Anita Raja, de 63 años, traductora del alemán y casada con el escritor napolitano Domenico Starnone.
Los italianos aún no han aclarado el asesinato de Pasolini o varios de los grandes atentados terroristas de los años de plomo, por no hablar de los vínculos políticos de la Cosa Nostra o algunos oscuros episodios vaticanos. ¿Es creíble, pues, una revelación periodística sobre la identidad de una inofensiva escritora, por más que sea la autora de la tetralogía de superventas que se inició con
La amiga estupenda?
Los medios italianos más importantes dieron ayer un perfil bajo a la exclusiva del domingo
de Il Sole 24 Ore. Por simple prudencia –ante tantos scoops fallidos anteriores– o quizás por malsana envidia profesional. Lo cierto es que la información del rotativo –que pertenece a la patronal Confindustria y es un diario solvente– parece exhaustiva, sólida y sigue aquel consejo que dio Garganta profunda a los periodistas de The Washington Post cuando destapaban el escándalo Watergate: “Follow the money” (seguid el dinero).
El artículo firmado por Claudio Gatti –y publicado simultáneamente por el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung,
The New York Review of Books y la web francesa de periodismo de investigación Mediapart– basa sus revelaciones en los pagos millonarios realizados por la editorial –Edizioni E/O– a Raja en los últimos años y por el montante de las compras inmobiliarias hechas por Raja y por su esposo en un barrio elegante de Roma y en una zona privilegiada de Toscana. El enorme volumen transferido no se corresponde con la simple labor de traductora que oficialmente desempeñaba Raja en la editorial, sino más bien con los derechos de autor ante el ritmo creciente de ventas en todo el mundo de las novelas firmadas por la fantasmal Elena Ferrante.
Gatti no logró ninguna confirmación de parte del matrimonio ni tampoco de la editorial. Esta reaccionó de modo bastante airado a la publicación, denunciando ante el diario La Repubblica la intolerable intromisión ilegítima de la privacidad de una persona, al rastrear transferencias bancarias y datos del catastro. El teléfono de Edizioni E/O no dejó de sonar ayer. “No podemos decir nada; la dirección está reunida”, indicó a
La Vanguardia una lacónica portavoz, poco después del medio- día. “¿Es un día de locura, no?”, le inquirimos, tentándola a dar algún detalle revelador. “Ni que lo diga”, contestó. Horas más tarde, por correo electrónico, la editorial envió un comunicado en que la pareja propietaria, Sandro Ferri y Sandra Ozzola, lamentaba, con poco disimulada irritación, que se siga vertiendo ríos de tinta “con elucubraciones sobre la identidad de Elena Ferrante en lugar de profundizar en su obra”. Los editores se quejaron de que “ciertos periodistas consideren los chismorreos más importantes que la obra de la escritora”, y cargaron contra Il Sole 24 Ore por haber ignorado durante años a la autora de la exitosa tetralogía.
Si las conclusiones que saca Gatti son ciertas, Anita Raja ha conseguido confundir al lector y a la opinión pública incluso en el libro que se presentó como autobiográfico, Frantumaglia. No sería la hija de una modista napolitana, sino de una mujer judía alemana, de Worms, maestra de profesión, que sobrevivió al Holocausto y que se casaría con un magistrado de Nápoles.
Durante años varios medios apuntaron ya a Raja y también a Starnone. Hasta lingüistas y matemáticos de la Universidad de la Sapienza, en Roma, hicieron estudios de contenido lingüístico para desvelar el misterio. Algunos pensaron que en realidad Ferrante era él. Podría ser que Raja escribiera los libros y él los enriqueciera con sus aportaciones.
Gatti presenta datos muy precisos sobre el incremento de ingresos de la editorial y de los pagos a Raja, así como del número de habitaciones de los pisos comprados por el matrimonio, la zona y su valor en el mercado.
Además del rastro financiero, Gatti halló otras coincidencias que avalan su tesis. La narradora de la tetralogía, Elena –o Lenù– se llamaba igual que una tía muy querida por Raja, mientras que el gran amor de Lenù en las novelas es Nino, tal como llaman en familia a Starnone.
Ferrante –o Raja– ha concedido diversas entrevistas durante los últimos años, para saciar un poco la curiosidad de los millones de lectores que la siguen, pero por vía interpuesta y sin revelar nunca su verdadera identidad, conocida sólo por sus editores. “No me arrepiento de mi anonimato –declaró al Corriere della
Sera–. Descubrir la personalidad de quien escribe a través de las historias que propone, de sus personajes, de los objetos y paisajes que describe, del tono de su escritura, no es ni más ni menos que un buen modo de leer”. Está por ver si la revelación de
Il Sole 24 Ore acabará perforando definitivamente el muro del enigma Ferrante, si la autora se rendirá o si el misterio conseguirá perdurar. En Italia estas realidades oscuras suelen ser muy resistentes, en parte porque proliferan versiones que nunca se consolidan y eso causa una especie de niebla que envuelve la verdad y la cubre, a veces para siempre.
SUPERVIVIENTE DEL HOLOCAUSTO La autora, esposa de un escritor napolitano, es hija de una judía alemana RÁPIDO AUMENTO DE PATRIMONIO Los cuantiosos ingresos y compras inmobiliarias avalan la tesis del periódico italiano