Rato justifica las tarjetas ‘black’ como retribución legal que no se ocultó
El exvicepresidente del Gobierno se defiende con los argumentos de su predecesor Blesa
Rodrigo Rato, expresidente de Caja Madrid y Bankia, defendió la legalidad de las tarjetas opacas y de los gastos efectuados con ellas. El vicepresidente del gobierno de José María Aznar defendió que eran un sistema para elevar la remuneración de los ejecutivos y consejeros y para “ganar liquidez”. Rato puso en duda la buena fe del actual equipo gestor de Bankia y la veracidad de los datos que ha aportado a la causa. En otro juzgado sigue la investigación sobre fraude con la publicidad de la entidad.
El exresponsable de Economía criticó que el banco no guardara justificantes de los gastos con las tarjetas
Van de la mano. El exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato proporcionó ayer a la Audiencia Nacional una explicación sobre las tarjetas black de Caja Madrid fundamentalmente coincidente con la que ofreció en su turno el expresidente de la entidad Miguel Blesa. Para ambos, se trataba de un sistema lícito, “perfectamente legal” de retribución que nunca jamás se pretendió ocultar, cosa que a su juicio hubiera sido imposible, por los controles internos y externos existentes. Luego, tras la fusión de cajas que dio lugar a Bankia, Rato trasladó el sistema a esta entidad. ¿Por qué lo hizo?, le preguntó el fiscal encargado del caso, Alejandro Luzón. En este caso era para “ganar liquidez”, fue su respuesta.
El expresidente de Bankia declaró durante aproximadamente dos horas, en contestación a las preguntas de la Fiscalía y de su abogado. No quiso responder a las acusaciones. Ni a la del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) ni a Bankia. En ocasiones optó por el “no recuerdo” o “no lo sé”. Prefirió en esos casos el silencio a las respuestas equívocas. Rato –quien gastó unos 98.0000 euros con las black, y los devolvió–, no reconoció ni supo explicar el contenido de algunos de los correos electrónicos aportados al proceso, como por ejemplo uno en el que uno de los directivos solicitaba que las tarjetas de Bankia se pudieran en marcha “con la mayor urgencia”. ¿Qué razón había para esa prisa?, le preguntaron. “No lo sé, yo no he visto ese correo”, fue la respuesta. Y tampoco precisó por qué los gastos de las tarjetas black no se incluyeron en el informe de buen gobierno del 2011 entregado a la CNMV.
Rato no se privó, en cambio, de ironizar sobre Bankia y la fiabilidad de los datos que ha aportado al proceso. Rato puso en duda “la buena fe” de la entidad que presidió entre el 2010 y el 2012. Aquí se produjo uno de los intercambios más tensos con el fiscal, quien le preguntó por qué atribuía “mala fe” a Bankia. Rato replicó que no afirmaba, sino que ponía en duda.
Los golpes de ping-pong entre el imputado y el fiscal no se redujeron a este episodio. Al final, la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, le pidió a Luzón que dejara “contestar tranquilamente” al expresidente de Caja Madrid. Rato, sin embargo, no necesitaba amparo alguno. Mostró y usó las tablas que le han proporcionado sus muchos años de vida pública y debates. Lo puso de relieve, por ejemplo, cuando soltó la mencionada dentellada contra Bankia, que no fue la única. Rato sabe medir bien las palabras. Distingue perfectamente entre la acusación y la insinuación. Y las usa a voluntad. Extendió, así, un halo de sospecha sobre la actuación de Bankia al afirmar que esta entidad “ha ocultado el nombre de la cuenta de 1988” en la que se cargaban las tarjetas, y además “no conserva los justificantes de los gastos”. Y hubo más, porque en otro momento añadió que después de que Bankia denunciase las supuestas irregularidades por el uso de las black, esta entidad ha seguido declarando como gasto deducible el realizado con las tarjetas, “lo que me sorprende”. Como colofón, dijo aún que “el gasto, para que sea deducible, tiene que ser legal”.
También declararon ayer el exdirector financiero de Caja Madrid y Bankia, Ildefonso Sánchez Barcoj, y el exconsejero José Antonio Moral Santín (IU). El primero cuestionó que se haya dado a conocer en qué gastó cada uno el dinero que disponía con las tarjetas black, en su caso 575.079 euros. “Afortunadamente, no me han asignado lencería”, añadió. El segundo dijo que las tarjetas eran una retribución. Su gasto fue de 456.522 euros.