Eclipse de sol
EN el cuento El eclipse de Augusto Monterroso se cuenta la historia del fraile Bartolomé Arrazola, que fue apresado en la implacable selva de Guatemala. Un grupo de indígenas de rostro impasible decidieron sacrificarlo en un altar, que a Bartolomé le pareció como el lecho en el que descansaría de su destino. Entonces tuvo una idea, digna de su talento y de su conocimiento de Aristóteles. Resulta que para ese día se esperaba un eclipse total de sol, así que pensó que aquel saber le permitiría salvar la vida. Fray Bartolomé les amenazó con oscurecer el sol si le sacrificaban. Los indígenas se miraron incrédulamente y, tras unas palabras dichas con desdén, procedieron a ejecutarlo. Poco después chorreaba sangre sobre la piedra de los sacrificios, coincidiendo con la hora en que los estudiosos mayas habían previsto el eclipse, sin la ayuda de Aristóteles.
La fábula del escritor hondureño nos explica que, a veces, pensamos que podremos salir indemnes de una situación límite gracias a nuestra cultura, como si esta fuera un escudo con que defendernos. No somos conscientes de que, a menudo, nuestros interlocutores saben tantas cosas como nosotros, aunque su indumentaria nos lleve a engaño.
Este cuento debería servir a Pedro Sánchez para entender que por más que tenga la fuerza de las bases, que están de acuerdo en no dar la abstención para investir a Mariano Rajoy, ello no equivale a decir que vaya a salir indemne de este combate. Sánchez descubrió ayer que el grupo parlamentario en el Congreso está dividido y que sus adversarios en el PSOE le han dado un puntapié hasta situarlo en la cuarta fila de la bancada socialista. Los críticos han tomado el poder y lo dan por amortizado. Sienten que lo tienen en la pira para el sacrificio, aunque ni ha dado su brazo a torcer, ni está muerto. El eclipse en el PSOE puede dejar a oscuras a quienes se consideran ganadores. Pero volverá a lucir el sol y más de uno puede deslumbrarse de nuevo.