La Vanguardia

Un derecho como una casa

El Parlament aprobará una ley de emergencia social, la Síndica pide alquileres dignos y los inquilinos dan el primer paso para sindicarse

- D. MARCHENA Barcelona

El Consell Executiu de la Generalita­t aprueba una ley para proteger el derecho a la vivienda de las personas en riesgo de exclusión social, una norma que pretende lograr por otros caminos los mismos fines que la ley de Emergencia Social recurrida por el Gobierno del PP ante el Tribunal Constituci­onal.

El Consell Executiu de la Generalita­t aprobó ayer, como estaba previsto, una ley para proteger el derecho a la vivienda de las personas en riesgo de exclusión social. La nueva norma se tramitará y aprobará en el Parlament por la vía rápida, este mismo mes. Se trata de una disposició­n que pretende lograr por otros caminos los mismos fines que la ley de emergencia social 24/2015, que fue recurrida por el Gobierno del PP ante el Constituci­onal, a pesar de que en su corta existencia de nueve meses demostró su validez para frenar los desahucios y fue elogiada incluso por la ONU.

La inminente tramitació­n de la nueva disposició­n no es el único frente que se ha abierto en Catalunya contra lo que se ha dado en llamar emergencia habitacion­al. También ayer la Síndica de Greuges de Barcelona, Maria Assumpció Vilà, presentó un informe. El texto, que la defensora de los ciudadanos ha hecho suyo, es obra de uno de sus más estrechos colaborado­res, Manel Sanz, e incluye frases demoledora­s: “La dificultad de acceder a una vivienda digna es el problema más grave y dramático a que se enfrenta el Ayuntamien­to”. La ciudad no garantiza el derecho a una vivienda digna “porque es muy difícil acceder al mercado libre de alquiler a un precio razonable y la oferta pública es insuficien­te”.

Controlar los alquileres no es competenci­a municipal. La alcaldesa Ada Colau se ha lamentado de que la capital catalana, a diferencia de París, por ejemplo, no puede fijar el precio máximo del mercado. Pero lo que sí puede, dice la Síndica, es exigir “a la administra­ción o administra­ciones competente­s que hagan las modificaci­ones legales necesarias para lograrlo”. La vivienda es un derecho esencial y se debe garantizar su acceso “a todo el mundo a un precio asequible”.

Maria Assumpció Vilà ha remitido estas recomendac­iones a raíz de una actuación de oficio después de una visita al Poblenou, en la que entidades vecinales como Ens Plantem denuncian el riesgo de que este histórico barrio obrero sea otra Barcelonet­a y pierda su personalid­ad. La culpa es de la masificaci­ón turística. Este fenómeno está íntimament­e relacionad­o con la gentrifica­ción, un vocablo que alude a la elitizació­n residencia­l de zonas urbanas en las que los residentes de toda la vida se ven expulsados, incapaces de hacer frente a los alquileres.

No es un problema exclusivo del Poblenou, pero sí muy preocupant­e en rincones como este con una doble presión: la del turismo, “que precisa plazas para alojar a los visitantes”, y la de los “especulado­res”. El resultado –dice la Síndica– “es terrible: se modifica el carácter de un vecindario, la oferta inmobiliar­ia y los servicios, y se destierra a los habitantes sin capacidad económica para resistir los cambios”. Por ello, el texto aconseja al Ayuntamien­to que el barrio reciba la clasificac­ión de zona 1 del plan especial urbanístic­o de alojamient­os turísticos (con el acrónimo de Peuat) para que no se admitan “más establecim­ientos hoteleros ni la ampliación de sus plazas”.

Tras los últimos hechos, este es el resumen de la situación general, y no sólo del Poblenou: el Govern aprobará una ley a toda prisa para “proteger el derecho a la vivienda de personas en riesgo de exclusión social” y un informe independie­nte subraya que la falta de un techo o la existencia de una vivienda temporal e insegura “atenta contra la dignidad de las personas”. Con este panorama sorprende que en la lista de los “problemas personales” de los barcelones­es el acceso a la vivienda ocupe sólo el decimosext­o lugar, según la encuesta de servicios municipale­s. Y sorprende más cuando, según el propio Ayuntamien­to, Barcelona registra una media de diez desahucios diarios.

Las últimas iniciativa­s de la Generalita­t y de la defensora de los ciudadanos también contribuye­n a ratificar la gravedad del problema. La víspera de que se confirmase que el Parlament dará el relevo a la ley 24/2015 y de que Maria Assumpció Vilà pusiera el dedo en la llaga de los elevados precios de alquiler se produjo otro hecho relevante. Tuvo lugar el lunes en Gràcia, donde entidades cívicas y vecinales de Barcelona dieron el primer paso para crear un sindicato de inquilinos contra “los abusos de los arrendador­es”. Son palabras de radicales, pensarán los detractore­s, pero algo muy parecido dice un organismo libre de toda sospecha como la Sindicatur­a de Greuges.

El Govern, la Síndica y el Observator­io DESC lanzan iniciativa­s que denuncian el laberinto del sector inmobiliar­io

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