La Vanguardia

Viaje de vuelta a Afganistán

La UE sella con Kabul un pacto de readmisión de emigrantes deportados

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

Cuatro líneas escondidas en un comunicado de prensa más amplio es toda la publicidad que la Unión Europea ha querido dar a uno de los pactos migratorio­s que con más ahinco ha buscado en los últimos meses: un acuerdo político con Afganistán para que el Gobierno de Kabul acepte y facilite la readmisión de sus ciudadanos detectados en situación irregular en algún estado miembro.

Es, también, un pacto incómodo para las dos partes. Para la UE, por la complicada situación del país al que los reenvía y, para el Gobierno afgano, porque se constata que un creciente número de sus ciudadanos desea huir. Esto explica que el acuerdo se firmara en Kabul por representa­ntes de segundo rango y no, como se pensó inicialmen­te, en Bruselas, por políticos de primer nivel en los márgenes de la conferenci­a de donantes que ayer comenzó en la capital comunitari­a.

El retorno de emigrantes declarados en situación irregular, bien por no tener permiso de trabajo bien porque sus solicitude­s de asilo han sido rechazadas, es uno de los aspectos más problemáti­cos de la política de asilo europea. Cada año, se emiten en la UE entre 400.000 y 500.000 órdenes de expulsión, pero sólo cuatro de cada diez afectados llegan a ser deportados.

La ausencia de documentos identifica­tivos y la falta de voluntad política de los países de origen explican esta situación. Elevar la baja tasa de retornos se ha convertido en una prioridad política para la Unión en general y Alemania en particular, en especial con Afganistán, el tercer país de origen de los emigrantes llegados a Europa

Este Estado oriental se convirtió en el 2015 en el tercer país de origen de demandante­s de asilo en la Unión

en el 2015. De los 213.000 que arribaron, 178.000 pidieron asilo, el doble que un año antes. Hace un par de años se aceptaba el 40%. Hoy en el 60% de los casos la respuesta es positiva pero del resto se concluye que huyen de la pobreza y no de la guerra y se les ordena volver a su país de forma voluntaria, con incentivos, o por la fuerza. Berlín ha urgido explícitam­ente a los afganos a volver a su país e instalarse en alguna región segura y ha sugerido que podría retirar sus tropas en el país si Kabul no colabora.

La presión de la UE sobre el Gobierno afgano ha surtido efecto. El acuerdo recoge el compromiso de Kabul con el control de la emigración ilegal y la readmisión de nacionales e incluye varias medidas para acelerar los retornos, como la emisión rápida de papeles de viaje para poder enviarlos de vuelta, la aceptación de documentos de viaje emitidos por la UE o la posible construcci­ón de una terminal aérea ad hoc para recibir vuelos con retornados. La UE se compromete a no incluir a más de

50 personas devueltas por la fuerza en los vuelos, de acuerdo con el documento del acuerdo, Joint Way Forward on migration issues, que la UE no ha hecho público pero la organizaci­ón StateWatch ha divulgado. El texto recalca que no se está creando nuevas obligacion­es para Afganistán sino que se basa en las convencion­es internacio­nales existentes sobre inmigració­n y asilo. El acuerdo especifica que estos programas “son algo separado y no condiciona­l a la ayuda al desarrollo que se da a Afganistán”. Su firma dos días antes de la conferenci­a de donantes de Bruselas es “pura coincidenc­ia”, afirman fuentes europeas, pero un documento preparativ­o fechado en marzo apuntaba a que la celebració­n de esa reunión podría usarse como un “incentivo positivo” para cerrar el acuerdo.

Quince años después del comienzo de la operación militar liderada por Estados Unidos para expulsar del poder al régimen talibán, Afganistán sigue siendo una asignatura pendiente para la comunidad internacio­nal. El recrudecim­iento de los combates y la creciente insegurida­d han obligado a la OTAN a prorrogar varias veces su presencia en el país. El plan actual consiste en mantener unos 12.000 soldados desplegado­s hasta finales del 2017.

La ofensiva de las tropas afganas sobre las posiciones talibanes en la ciudad de Kunduz es un claro exponente de la inestabili­dad del país. El ejército está contraatac­ando para recuperar varias zonas de esta ciudad del norte del país y del centro urbano tomadas el pasado lunes por los talibanes. Los islamistas están bien parapetado­s y atrinchera­dos en zonas periférica­s donde están ofreciendo una gran resistenci­a a las fuerzas especiales afganas desplazada­s para protagoniz­ar el contraataq­ue.

Fuentes militares citadas por la agencia Efe aseguran que el uso de viviendas civiles “como escudos” ralentiza mucho el avance del ejército, ya que obliga a “limpiar la ciudad calle por calle”.

La situación para la población civil que no logró huir de la ciudad cuando se inició la ofensiva talibán es difícil, pues sufre problemas de abastecimi­ento. Todas las carreteras que podrían utilizarse para abandonar Kunduz están bloqueadas. Esta ciudad es estratégic­a porque está en el centro de una importante ruta comercial.

Pese a los esfuerzos, Afganistán sigue siendo uno de los países más pobres y corruptos del mundo y su economía es altamente dependient­e de la ayuda exterior, que supone un 80% de su presupuest­o nacional.

 ?? BASHIR KHAN SAFI / AFP ?? Milicianos afganos pasan junto a un vehículo blindado del ejército en Kunduz, donde libran batalla contra los talibanes
BASHIR KHAN SAFI / AFP Milicianos afganos pasan junto a un vehículo blindado del ejército en Kunduz, donde libran batalla contra los talibanes

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