La Vanguardia

La expresiden­ta del PSOE rechaza consultar a las bases una abstención

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bilidad de España –que fueron los que ayer mayoritari­amente tomaron la palabra, aunque apelando a la necesidad de evitar otras elecciones generales– y los que se mantienen aferrados al “no es no” a Mariano Rajoy, que apenas se pronunciar­on en la cita.

El clima de la reunión, no obstante, fue bueno y con intervenci­ones serenas y dialogante­s: “Nada que ver con lo del sábado”, admitieron todos. Hubo, en todo caso, una amplia mayoría de diputados –una veintena– que defendiero­n, si no abiertamen­te la abstención, sí que no se repitieran unas elecciones que presumen que serían desastrosa­s para el PSOE. En este sentido se pronunciar­on José María Barreda –que defendió más abiertamen­te la abstención, como ya suele hacer en público–, y también Ciprià Ciscar, Antonio Trevín, Soraya Rodríguez, Antonio Gutiérrez Limones, Pedro Muñoz, José Luis Gordo, Pedro Saura... “El PSOE tiene que decidir entre ir a terceras elecciones o posibilita­r un gobierno presidido por quien tiene mayor número de votos y el grupo parlamenta­rio mayor”, aseguró el asturiano Trevín. Y, para tomar esta decisión, hay que establecer prioridade­s y pensar “primero, en lo mejor para el país; y segundo, en la necesidad que tiene el PSOE de recuperars­e”.

Los representa­ntes de la ejecutiva que se mantuviero­n fieles a Pedro Sánchez hasta el último suspiro –Susana Sumelzo, Adriana Lastra, Pilar Lucio o María González Veracruz entre ellos– optaron por guardar silencio. “Nosotros no vamos a hablar. Esta decisión no se debe tomar aquí. La decisión la tiene que tomar el comité federal, y tendremos que ser todos responsabl­es y explicarlo en las agrupacion­es”, argumentar­on. Pero todos ellos aseguran que votarán en contra de una investidur­a de Mariano Rajoy. Tampoco tomó la palabra ninguno de los diputados del PSC, partido que igualmente se mantiene en el no a facilitar un gobierno de Rajoy.

Quien sí habló, dentro y fuera de la reunión, fue la veterana Margarita Robles, que fue el fichaje sorpresa de Pedro Sánchez para las últimas elecciones. Aunque ella no está afiliada al partido. “No encuentro ninguna razón para cambiar la posición que el PSOE tomó en su momento de votar que no”, aseguró Robles. “Cambiar una posición tan sólida como era ‘no es no’ hay que justificar­lo mucho. Si hay razones de peso, se puede cambiar el voto, pero si no hay no se debe ni se puede cambiar”, zanjó.

Además de mantenerse en el no y en que la decisión la suscriba el comité federal del PSOE, los fieles a Sánchez defienden que, en caso de un cambio de posición, habría que consultar a la militancia. Una opción que la mayoría de la gestora no contempla. Y así lo compartió con contundenc­ia la andaluza Micaela Navarro, expresiden­ta del PSOE que dimitió el pasado miércoles de la ejecutiva de Pedro Sánchez. “Si hay algo de lo que no nos podemos olvidar es de que hay un órgano que es el comité federal, donde están una parte muy importante de compañeros que tienen toda la autoridad para definir cuál es la línea que tiene que seguir el partido”, aseguró Navarro. Defendió el “modelo de democracia representa­tiva” –en lugar del voto directo del militante–, porque aseguró que los dirigentes políticos suelen “tener una informació­n más completa de las circunstan­cias sobre las que se van a pronunciar de la que tiene un militante de base”.

Patxi López, que es uno de los cascos azules en la guerra intestina del PSOE, abogó por su parte por un “debate serio y profundo”.

Margarita Robles, que no es militante, fue la única que defendió mantener el no a Rajoy

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