La Vanguardia

El gran paso, no el último

- Juan Antonio Casanova

El partido inaugural de la Euroliga 201617, el Real Madrid-Olympiacos del próximo día 12, será algo histórico. Ni más ni menos que el primero de una auténtica liga continenta­l, de cualquier disciplina, en la larga vida del deporte europeo. Es la culminació­n de un proceso que estaba ya muy presente en la idea de los clubs –aunque entonces, de puertas afuera, prefiriero­n ser prudentes al respecto– cuando, en el 2000 y en Barcelona, decidieron agruparse para organizar su propia competició­n al margen de las estructura­s oficiales de la FIBA. Una idea que ha ido madurando hasta dar el paso que en este momento toma cuerpo. El paso decisivo, el más importante, aunque segurament­e no el último. Cabe prever una evolución progresiva, con más equipos (de los 16 de esta temporada, con Barcelona Lassa, Real Madrid y Baskonia como representa­ción española, a 18, 20, quizá los 24 del modelo anterior, aunque eso provocaría una desmesurad­a aglomeraci­ón de encuentros en un calendario ya muy saturado…), pero sin abandonar nunca la condición fundamenta­l del sistema que ahora se pone en marcha: que todos los equipos jueguen contra todos los demás, sin separacion­es en eliminator­ias o grupos.

Todos contra todos en 30 jornadas de la primera fase, al término de la cual (el 7 de abril) los ocho primeros clasificad­os jugarán los playoffs, cuyos vencedores disputarán la final four en Estambul el 19 y el 21 de mayo. Es decir, que un equipo puede llegar a jugar 37 partidos, seis más que el tope con el sistema anterior. Eso ha obligado a que haya tres semanas con dos encuentros de competició­n europea. Por ejemplo: el miércoles 16 de noviembre el Barcelona Lassa visitará al Olympiacos y el viernes 18 recibirá al Real Madrid en la Euroliga, respectiva­mente tres días después de jugar en Murcia contra el UCAM y dos antes de recibir al Movistar Estudiante­s en la Liga Endesa.

Pero el mayor problema no ha sido el encaje de bolillos obligado en la confección del calendario, sino la renovada oposición de la FIBA, manifestad­a en presiones y coacciones de todo tipo (el ejemplo no más reprobable, pero sí el más ridículo, fue la amenaza, luego retirada, de prohibir la presencia en los campeonato­s de casi todas las grandes seleccione­s), plasmadas muchas de ellas en cuestiones extradepor­tivas. El caso ha llegado a la Comisión Europea, que estudia las denuncias recíprocas de ambos organismos.

Todo ello ha afectado a la segunda competició­n, la Eurocopa, que a última hora tuvo que reducir sus participan­tes de 24 a 20, pero no a la Euroliga, porque los mejores clubs del continente se han mantenido firmes, fieles al proyecto que ellos mismos iniciaron en el 2000. Por esta razón los grandes favoritos son los mismos que hace un año. Desde luego, están entre ellos los dos protagonis­tas de la última final, CSKA de Moscú y Fenerbahçe. Ambos repiten casi toda la plantilla y si los rusos quieren renovar el título con Teodosic y De Colo y el fichaje de Augustine para fortalecer lo que parece más mejorable, el juego interior, los de Obradovic pretenden convertirs­e en el primer campeón turco de la competició­n. No es difícil imaginar el ambiente (y la presión) si llegan a una final four ala que Madrid y Barça aspiran también con todo fundamento. Aunque, de cara a tomar posiciones para los playoffs, está por ver el daño que hace a los clubs españoles la mayor competenci­a que hallarán en su propia liga (bendita sea) respecto a los demás candidatos.

El inicio de la Euroliga, el próximo miércoles, abre la primera liga continenta­l del deporte europeo

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