La Vanguardia

Difíciles digestione­s

- Màrius Carol

RAJOY no quiere once abstencion­es con una pinza de la ropa en la nariz, sino el compromiso del grupo parlamenta­rio socialista. El precio de la factura ha subido, como la cuenta de un restaurant­e cuando uno pide café, copa y puro tras el postre. Si antes era el país el que estaba en un atasco, ahora es el PSOE quien no encuentra la salida del parking. Adolfo Suárez dijo a un periodista después de dejar la Moncloa que un presidente no sabe bien lo que está pasando, porque ve los atascos desde el helicópter­o. Pero, aun siendo cierto, peor lo conoce el jefe de la oposición, porque tiene el helicópter­o en tierra. Javier Fernández, presidente de la gestora socialista, espera poder hacer presidente a Mariano Rajoy, lo cual no equivale a apoyarle. Pero el líder del PP le ha hecho llegar al ingeniero de minas que no basta con bajar a la galería, sino que deberá picar piedra. Dicho de otro modo, que o se compromete­n o se verán en las urnas, lo que para el PSOE es como ir a parar a la casilla de la cárcel en el juego de la oca (no se sale hasta que otro va a parar a ella) o al círculo del infierno de la Divina Comedia (en realidad son nueve círculos cada vez más terribles).

Unas terceras elecciones no serían un mal escenario para el PP, por más que insistan en que no lo desean, así que no se lo pondrán fácil a los representa­ntes de un PSOE resquebraj­ado. Pide Fernández un poco de tiempo para pasar el duelo, pero, antes de darlo por despedido, el presidente en funciones espera no sólo un acto de contrición, sino también que asuman la penitencia.

El comité federal del PSOE del día 15 puede ser un sacramenta­l o, si se prefiere, un vía crucis. El PP no quiere que le cedan el sitio en el tren, sino que compartan el asiento un tiempo en el convoy. Rajoy desea que se traguen su “no es no” y además que pongan cara de que han tenido una buena digestión.

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