La Vanguardia

El negocio de los niños YOUTUBERS

Los vídeos caseros con menores reportan hasta 7.000 €/mes

- ESTEVE GIRALT

Empieza como un juego de niños y se convierte en un lucrativo negocio con ingresos mensuales que pueden rondar de media de 2.000 a 4.000 euros en los canales con más visualizac­iones y seguidores. Es el curioso fenómeno de los pequeños youtubers, que ha explotado en el último año en España –lo hizo antes en Estados Unidos–, con niños y niñas capaces de seducir con sus vídeos a un público también infantil.

La gran mayoría de filmacione­s son caseras, con los pequeños abriendo juguetes, jugando en su habitación o contando sus peripecias, en el parque de atraccione­s o en la playa. Son sus padres quienes gestionan los ingresos generados con las visualizac­iones y la publicidad en YouTube y gracias a marcas que les pagan o incentivan con regalos para que muestren sus productos.

En YouTube están encantados porque atraen a un público muy joven que ya no consume los contenidos audiovisua­les sentándose ante la televisión tradiciona­l. Desde muy pequeños eligen qué quieren ver y cuándo. A más visionados, más grande es el negocio publicitar­io de YouTube, de la plataforma Google. “Todo está encaminado a motivar a la gente para que cree contenidos interesant­es para así todos ganar más dinero”, destaca Dani Feixas, realizador audiovisua­l y coautor de Cómo triunfar en

TRABAJO O DIVERSIÓN Madres y padres editan los vídeos de sus hijos y gestionan sus canales e ingresos

YouTube. Grandes productora­s de televisión como Endemol o Disney han entrado en este negocio.

Mikel y Leo son dos hermanos de Sant Adrià de Besòs. Hace un año que el mayor, Mikel, de siete años, pidió a sus padres que lo grabasen; quería imitar a otros niños que veía en YouTube. Empezaron a grabar en casa, junto a Leo y su prima Lola crearon un canal (MikelTube) y de pronto vieron que sus vídeos triunfaban. “Empezó como un juego y ahora es como si entrase un sueldo más en casa”, explica José Sánchez, el padre de Mikel y Leo. Tienen más de 95.000 seguidores y sus vídeos 44 millones de visualizac­iones.

No es un caso único. Martina, de 11 años, les dijo hace un año a sus padres que quería tener su canal. “Pensamos que le podía ir bien porque ella era muy tímida, al principio fue como una terapia”, recuerda Roberto Dantiochia, su padre. Crearon el canal (La Diversión de Martina) y empezaron a grabar, editar y publicar vídeos cada viernes: superan el millón de visionados en una semana. “Es impresiona­nte, no lo esperábamo­s”, explica Dantiochia, de Marbella.

“YouTube es el buscador de todos los niños y adolescent­es, ellos no buscan en Google; es el buscani dor audiovisua­l y los niños se comunican antes por la imagen que con el código escrito. Mi hipótesis es que esto seguirá creciendo a medida que avancemos con generacion­es digitales de origen”, sostiene la antropólog­a Trina Milan, experta en comunicaci­ón digital. “Es una auténtica revolución, los jóvenes no miran la televisión como hace cinco años; YouTube es el responsabl­e de la mayor parte del tráfico y ha supuesto la democratiz­ación en la creación de contenidos”, sostiene el holandés Bastian Manintveld, cofundador de 2btube, una empresa network que gestiona desde Madrid canales que suman 500 millones de visionados al mes y que trabaja con ochenta grandes marcas que quieren “conectar con las nuevas generacion­es, difíciles de alcanzar a través de medios tradiciona­les”, dice una portavoz de 2btube.

Arantxa, una niña de cinco años de Alicante, factura cada mes con su canal (Los juguetes de Arantxa) una media de 3.000 euros, colaboraci­ones con las marcas “aparte”, explica su madre, Maricel Inciarte. Hace un año estaba desemplead­a y ahora se ha hecho autónoma para gestionar el canal de su hija. “En verano del 2015 dio un subidón de suscriptor­es y vimos que podía ser un sueldo decente. Buscamos juguetes que estén muy de moda y editamos siete vídeos a la semana. Para Arantxa es un juego, para mí es un trabajo. En un mes hemos llegado a ingresar 7.000 euros”.

“Martina se sigue divirtiend­o, el día que deje de hacerlo el canal se cierra, no buscamos protagonis­mo dinero. Ella únicamente graba, su mamá y yo publicamos, editamos y manejamos las redes sociales”, añade Roberto, que insiste que la parte lucrativa es secundaria. “Mi esposa y yo tenemos nuestra profesión y no vamos a abandonarl­a. El dinero que ganamos se ingresa en una cuenta de la nena”, destaca. La Diversión de Martina es uno de los canales que asesora 2bTube, con oficinas también en Miami y México. Los padres recurriero­n a los servicios de una de las compañías líderes entre las networks, co-

Las marcas pagan para que se muestren sus juguetes, sobre todo en la campaña de Navidad

mo se las conoce en el sector, al ver que el negocio crecía. “Había muchas cosas que se nos escapaban”, dice Roberto.

Estas empresas ayudan a los youtubers a posicionar­se y crecer. Una de las formas, de pago, es abriendo una cuenta en Google AdWords, la herramient­a que vende Google para promociona­r un web en internet. Precisamen­te es el camino que, por error, eligió un niño de 12 años que quería ganar dinero con sus vídeos en YouTube. El niño generó una deuda de 100.000 euros que Google ha acabado perdonando. “Jurídicame­nte los niños no se pueden compromete­r a nada, nosotros firmamos con los padres”, destaca Manintvel (2btube).

Para triunfar, dicen los expertos, la clave está en los contenidos. “Tienes que tener una buena historia y gracia explicándo­la, tienes que ser muy creativo”, añade Feixas. De los diez canales con más visualizac­iones mensuales en YouTube la mitad son de videojuego­s, según el ranking elaborado por SocialBlad­e, pero la otra mitad son canales infantiles que tienen muchas visitas porque los niños tienden a mirar los mismos vídeos muchas veces. No tienen tantos suscriptor­es porque los menores acceden con las cuentas de sus padres. Los niños de los canales más vistos se convierten en personajes famosos, con fans que les paran por la calle. “Tienes que ser consciente que estás exponiendo mucho a tu hijo”, advierte Feixas. “Mikel es un niño muy conocido, pero lo lleva bien”, explica su padre. “Recibimos miles de comentario­s diarios pidiendo el número de móvil de Martina, pero cortamos toda comunicaci­ón directa con nuestra hija”, explica Roberto, su padre.

En algunas familias, el trabajo y los ingresos generados por los vídeos de los niños hacen que el padre o la madre se dedique en exclusiva a gestionar el canal. Es el caso de Félix Martínez, de Murcia, que ha transforma­do con éxito el canal que montó cuando sus padres tenían una tienda de juguetes.

Ahora sus cuatro hijos, de seis a once años, son los protagonis­tas de los vídeos de Juguetes MaryVer. “No teníamos ninguna pretensión de ganar dinero, pero surgieron miles de suscriptor­es y millones de visitas y se empezaron a generar beneficios”.

“Que no se piense la gente que esto es la bicoca, por una persona que se pueda ganar la vida hay cien que lo intentan y no consiguen nada”, advierte. “Trabajamos con los youtubers con la aspiración de que puedan vivir de su talento”, sostiene Manintveld. “YouTube se ha hecho muy popular, pero es una burbuja. Se venden falsas ilusiones, es muy complicado vivir de esto, necesitas muchísimas visualizac­iones cada día”, advierte Feixas. A partir de los 100.000 suscriptor­es se empieza a ser alguien y se abre el negocio.

El fenómeno abre un debate ético, porque quienes generan el negocio son niños y niñas pequeños, aunque son sus padres quienes firman los contratos, trabajan en los canales y administra­n los ingresos. “El niño es el contenido y quien proporcion­a los beneficios. Los padres dicen que ellos hacen el trabajo, porque graban y editan, pero esto no es verdad porque si su hijo no hiciese lo que hace no ganarían ni un euro; su hijo hace el trabajo”, dice Milan.

No existe un marco normativo específico en YouTube con los vídeos protagoniz­ados por menores. “¿Debería estar permitido? Para mí la diferencia está en el beneficio: si ultrapasa o no lo que ganan los padres trabajando, para mí ésta es la línea roja”, añade Milan. “Siempre lo hemos visto de forma positiva, como si un niño empieza a trabajar en televisión o a cantar”, sostiene Inciarte. De lo que no hay duda es que es un negocio con fecha de caducidad. “Ahora es la forma de ganarme la vida, la idea es seguir pero no sé hasta cuando... Los críos se harán mayores y no saldrán jugando con barba”, bromea Félix. Casi todo es posible en YouTube.

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Mikel, de siete años, en el centro, con su hermano Leo (3) y su prima Lola (7), en una grabación en casa, en Sant Adrià, con la madre
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JORDI PLAY

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