La Vanguardia

Nujeen Mustafa

REFUGIADA SIRIA EN ALEMANIA

- MARÍA-PAZ LÓPEZ

La parálisis de la joven siria Nujeen Mustafa no le impidió huir de Alepo y buscar una nueva vida en Europa. En Nujeen, su libro, narra una impactante travesía en silla de ruedas hasta llegar a Alemania, donde le gustaría estudiar Física.

La vida de la joven siria Nujeen Mustafa dio un vuelco cuando su familia, como miles de sirios, decidió huir del país ante el recrudecim­iento de la guerra. Esta adolescent­e kurda, musulmana suní, la menor de nueve hermanos, creció en un quinto piso de Alepo, pegada a la televisión, sin ir al colegio y apenas salir, pues no puede caminar debido a una parálisis cerebral. En compañía de parientes y con su hermana Nasrine empujando su silla de ruedas, Nujeen viajó el año pasado de Turquía a Grecia en un bote, recorrió la ruta de los Balcanes, y cruzó Austria hasta alcanzar Alemania. La joven relata su extraordin­aria travesía en el libro Nujeen (Harper Collins), elaborado por la periodista británica Christina Lamb, la que fue coautora del libro Yo soy Malala. Nujeen, de 17 años, vive ahora con parte de su familia en Wesseling, cerca de Colonia, a la espera de recibir el permiso de residencia. En nuestra conversaci­ón por Skype rezuma esperanza y entusiasmo ante el porvenir. Y se ríe mucho.

Fue un largo viaje en silla de ruedas. ¿Cómo se sentía? Como siempre he estado en silla de ruedas, no me daba cuenta de que podía resultar extraño verme así viajando entre refugiados a pie. No teníamos otra opción que viajar por mar y por tierra, y había que llevar la silla. ¿Qué otra cosa podíamos hacer? Yo también merecía la oportunida­d de tener una vida mejor.

Al subir a un bote neumático en Turquía rumbo a Grecia, vio por primera vez el mar. Me pareció tan bonito… Pero me pregunto por qué tuve que verlo por primera vez en esa situación, con tanta fatiga, estrés, tristeza y peligro. En otra situación, habría sido una experienci­a maravillos­a. Pero es raro mirar atrás y pensar que eras la única que se sintió feliz aquel día.

Su hermana Nasrine empujó su silla durante todo el viaje. Estoy muy agradecida por lo que hizo. No hablamos demasiado de eso ahora. En todo caso, bromeamos. Si quiero algo y ella no está de acuerdo, dice riendo: “¡Eh, que te empujé por media Europa!” Fue una experienci­a muy intensa para las dos. Ya éramos hermanas con una relación muy estrecha en Siria, pero el viaje en esas circunstan­cias extremas la ha hecho más estrecha aún.

Durante el viaje usted ejercía de intérprete para sus parientes, con el inglés que había aprendido viendo la televisión. Sí, fue una gran sensación sentirme útil. Por primera vez en mi vida.

Los teléfonos móviles, Facebook o Google Maps son fundamenta­les para los refugiados. Sí, porque estás tratando con gente que sólo piensa en estafarte y engañarte; estás enfrentánd­ote a contraband­istas, a traficante­s, personas que sólo buscan sacar provecho de ti, quieren tu dinero. Por eso necesitas estar conectado, para saber bien por ti mismo hacia dónde te diriges.

Atravesó países donde hay hostilidad hacia los refugiados.

Ya hemos sufrido bastante, sólo queremos estar a salvo; sólo buscábamos eso. Tuve esa sensación de hostilidad en varios sitios. La gente nos miraba. Y siempre estábamos rodeados de policía. Yo me preguntaba: ¿por qué nos tratan como si fuéramos una enfermedad, una epidemia? Por eso acepté hacer el libro. Para que la gente nos vea como a personas, no como a números.

¿Cómo era su vida en Alepo y en su pueblo, Manbij, durante la guerra, y con el Estado Islámico (EI)? En mi familia habíamos oído hablar del EI hacia 2013. No sabíamos qué diferencia había entre ellos y los del Frente Al Nusra, pero ya vimos que era un grupo muy radical. Como estamos habituados a que aparezcan nuevos grupos, pensamos: ¡ah, uno más! Pero no esperábamo­s tanta brutalidad, que cortaran cabezas, en Irak y Siria. Llegó un momento en que estábamos casi bajo asedio en Manbij, el EI estaba a cien kilómetros, la situación se volvía muy peligrosa. En 2014 decidimos huir.

¿Esperaban el violento comportami­ento de Bashar el Asad, esperaban también esa violencia por parte gubernamen­tal? Mis padres, y la gente más mayor de mi entorno, sabían que Siria sería diferente de los otros países de las primaveras árabes; sabían qué tipo de régimen dictatoria­l teníamos. Pero nosotros los jóvenes esperábamo­s que esta sería nuestra oportunida­d, que seríamos capaces de derrocar el régimen y empezar de nuevo. Habíamos oído de la historia brutal de la familia Asad, pero pensábamos que esta vez sería distinto. Desgraciad­amente, no ha sido así.

Usted sabrá que la canciller, Angela Merkel, tiene dificultad­es políticas debido a su política de asilo. ¿Qué le diría? Le diría que hizo una cosa buena y justa, y que continúa haciéndola. Creo que el resultado final de la política de la señora Merkel será bueno. Me gusta pensar que todos los refugiados somos buena gente, que algún día podremos contribuir al bien de Alemania, trabajarem­os.

¿Le preocupa la reputación de los refugiados e inmigrante­s musulmanes en Alemania y Europa tras las agresiones a mujeres en Nochevieja en Colonia? Estoy muy preocupada por eso. Que la gente esté asustada de ti no es una cosa buena en absoluto. Lo que hicieron esos hombres no tiene nada que ver con el islam. Algunos refugiados no han comprendid­o bien las libertades existentes en Europa. Cuando alguien viene a Alemania, es él quien tiene que adaptarse al modo de vida de los alemanes. No deberían quejarse, porque nosotros somos los huéspedes aquí. Debe- mos ser buenos embajadore­s de Siria; comportarn­os bien en cualquier país, adaptarnos, respetar sus leyes, sus valores. Entiendo que haya alemanes que nos miren con recelo, pues tenemos otra cultura; les pediría que nos conozcan más antes de juzgarnos. En cualquier sociedad, hay gente buena y gente mala.

Ahora vive en un piso cerca de Colonia. ¿Cómo es su vida? Me levanto temprano para ir a la escuela, viene un autocar a recogerme. Estoy ocho horas fuera, así que cuando vuelvo a casa, hago los deberes. O sea, lo normal. Aprendo alemán en la escuela, y me gusta. Me siento feliz de tener esta rutina diaria. No puedo quejarme de nada. Los fines de semana, escucho música, leo, veo documental­es.

La televisión era muy importante para usted en Siria. Era mi ventana al mundo desde el quinto piso donde vivíamos, porque no podía salir fácilmente debido a mi discapacid­ad. A veces mi familia se quejaba de que pasaba muchas horas ante el televisor. Pero aprendí mucho gracias a la tele; era mi mejor compañera. Veía muchos documental­es, y como no tenía la obligación de estudiar, los datos entraban en mí sin esfuerzo.

Se nota que le gustan los temas históricos: el bombardeo de Dresde, Hitler, Stalin, los Romanov, … ¿Se plantea estudiar Historia en la universida­d? Me interesa la historia, y acumular datos en general. Pero no creo que sea ese mi talento. Me gusta mucho el espacio, y cómo funcionan las cosas en el mundo. Así que mi plan A es estudiar Física, como hacía mi hermana Nasrine en la Universida­d de Alepo. Y mi plan B es continuar como escritora.

En el libro dice que quiere ser astronauta. Es un empeño difícil. Ya, pero pienso en la ausencia de gravedad en el espacio, y que entonces flotas, algo que para mí, que no puedo caminar, sería maravillos­o.

También explica que le interesa el fútbol, que es fan del Barça y que quería que España ganara este año la Eurocopa. ¡En mi familia somos grandes seguidores de la Liga española! Cuando se jugó el último clásico y el Real Madrid ganó al FC Barcelona, realmente perdí los estribos. Nasrine, que es del Real Madrid, se esforzaba por fingir que no estaba contenta, para que yo no me disgustara más, ja, ja. Soy una devota fan del Barça.

¿Conoce el legado musulmán de España? Desde luego, la Alhambra de Granada, y también Sevilla… Sé que hay palabras comunes en árabe y en español, porque el árabe ha dejado su rastro; veo similitude­s. Me encantaría ir a España a visitar esas ciudades. Y también el Camp Nou… ¡Pero tendría que llevar a Nasrine, para que visite el Santiago Bernabéu!

¿Echa de menos a sus padres, que se quedaron en Turquía? Les echo de menos, pero no puedo ir a verles pues por mi estatus legal no puedo salir de Alemania. Ellos tampoco pueden venir. Al menos ya no sufren por mí; se alegran de que aquí vaya al colegio y tenga una vida estable. Yo siempre estaba preocupada porque ellos estaban preocupado­s. En Turquía están a salvo de la guerra de Siria, aunque con el intento de golpe de Estado, nos asustamos; temimos que también en Turquía estallara una guerra civil.

¿Se imagina regresando a Siria en el futuro? Volveré algún día, pero no creo que ese día llegue pronto.

PROYECTOS CON ENTUSIASMO “Me siento feliz: voy a la escuela, aprendo alemán, y me gustaría estudiar Física” CORRESPOND­E ADAPTARSE “Algunos refugiados no han comprendid­o bien las libertades existentes en Europa”

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 ?? HARPER COLLINS ?? Nujeen Mustafa y su hermana Nasrine, que empuja la silla de ruedas, en septiembre del 2015, en una carretera de Serbia entre otros refugiados
HARPER COLLINS Nujeen Mustafa y su hermana Nasrine, que empuja la silla de ruedas, en septiembre del 2015, en una carretera de Serbia entre otros refugiados
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