La Vanguardia

HIPOCRESÍA Y FÚTBOL

- CARLES RUIPÉREZ Barcelona

Los sindicatos holandeses denuncian la explotació­n de obreros en la construcci­ón de estadios en Qatar.

El estadio Icónico de Lusail será la joya de la corona del Mundial de Qatar. Está previsto que acoja la final el 18 de diciembre del 2022. Tendrá una capacidad para 85.000 espectador­es (como el Santiago Bernabeu). Su techo estará recubierto de placas solares que aportarán la energía para el mantenimie­nto del campo, así como la refrigerac­ión del interior, que se mantendrá a una temperatur­a constante de 25 grados. Nótese el tiempo verbal de futuro en toda la frase, porque el estadio ni siquiera ha empezado a construirs­e aún.

Sin poner la primer piedra del edificio estrella de la Copa del Mundo, el campeonato, ya en entredicho por la corrupción en la votación y por jugarse fuera de fechas, está en el punto de mira por las condicione­s laborales de los trabajador­es que construyen los templos del fútbol. Todavía faltan muchas obras por finiquitar y ya se cifran en más de 1.500 los obreros fallecidos, según denuncia Amnistía Internacio­nal.

El problema es que faltan seis años y habrá más. Muchos más. No en vano el icónico de Lusail es uno de los nueve estadios que se debía levantar desde cero.

El proyecto de Qatar se aprobó con 12 campos sedes, los mismos que en Brasil y dos más que en Sudáfrica en el 2010. Sin embargo, de los 12 campos de fútbol ofrecidos sólo tres eran una realidad cuando la FIFA eligió al emirato como organizado­r y se debían ampliar. Pero pese a esas carencias, la FIFA escogió a Qatar para el primer Mundial en un país árabe y el primero en otoño.

Entre esas víctimas mortales no está Nadim Sharaful Alam, joven de Bangladesh, que estuvo trabajando en la construcci­ón de los estadios de la Copa del Mundo entre el 2014 y el 2016. Él es el protagonis­ta de la demanda que la confederac­ión holandesa de sindicatos ha interpuest­o contra la FIFA. La denuncia contra el máximo organismo del fútbol mundial es por complicida­d en la explotació­n a los trabajador­es. “Las condicione­s laborales son inhumanas y cercanas a la esclavitud”, dice el escrito antes de pedir a la FIFA 4.500 euros de in“No demnizació­n para el defendido. La cantidad es una nimiedad simbólica en comparació­n con los millones que se embolsaron los anteriores directivos corruptos como prebendas por la elección. “No se debió adjudicar el campeonato sin haberse asegurado que se respetaría­n los derechos humanos de los trabajador­es migrantes”, aseguran los denunciant­es, mientras el nuevo presidente de la FIFA, Gianni Infantino, no mueve ficha al respecto.

Otros no tuvieron tanta suerte como Nadim. No sobrevivie­ron.

En Qatar hay casi 10.000 inmigrante­s trabajando en las infraestru­cturas del Mundial. La mayoría llega de Nepal, India, Sri Lanka o Filipinas y trabajan de sol a sol en jornadas maratonian­as. Cobran 6 euros al día (a 60 céntimos la hora) y las condicione­s de descanso no son las mejores. Los sindicatos están prohibidos, igual que las manifestac­iones de protesta, bajo pena de cárcel o de inmediata deportació­n.

La legislació­n laboral qatarí se basa en la kafala, que convierte al empleador en tutor del trabajador en el país, hasta el punto de decidir cuándo empieza y acaba su trabajo, cuándo puede comer y cuándo puede abandonar el emirato. Esas condicione­s draconiana­s se han cobrado 1.500 vidas y se calcula que para el 2022 habrán muerto 4.000 personas (62 por cada uno de los 64 partidos de fútbol que habrá). Se trata de un cálculo aproximado ya que el Comité Supremo para la entrega y el legado de Qatar, que supervisa el Mundial, no lleva un recuento. Además, la ley impide las autopsias a menos que se considere un caso sospechoso de asesinato.

se han notificado muertes en ninguno de los sitios de construcci­ón de la Copa Mundial de la FIFA 2022”, llegó a decir la Federación Internacio­nal en un comunicado en diciembre del 2015, mirando hacia otro lado, igual que los patrocinad­ores, que sí que se movilizaro­n para hacer caer a Joseph Blatter. Es la doble moral de la FIFA, que sanciona al Barcelona, al Real Madrid y al Atlético –tres de las mejores canteras de Europa– por su norma que impide fichar a jugadores menores de 16 años para evitar el tráfico de niños, que queden desamparad­os una vez los clubs prescindan de ellos.

Sin embargo, sí que permite que los trabajador­es inmigrante­s en Qatar sean de usar y tirar.

Mientras la FIFA da lecciones con las sanciones por los niños, los sindicatos

holandeses la denuncian por la explotació­n de los obreros en Qatar

CIFRAS ESCALOFRIA­NTES Más de 1.500 trabajador­es han muerto en la construcci­ón de los estadios, todos inmigrante­s

LA DEMANDA Nadim Sharaful Alam pide 4.500 euros a la FIFA, cuyos directivos cobraron millones por la elección del emirato

 ?? WARREN LITTLE / GETTY ?? Trabajador­es en el techo del estadio internacio­nal Jalifa, que se está remodeland­o para acoger el Mundial de fútbol en el 2022 y el de atletismo en el 2019
WARREN LITTLE / GETTY Trabajador­es en el techo del estadio internacio­nal Jalifa, que se está remodeland­o para acoger el Mundial de fútbol en el 2022 y el de atletismo en el 2019

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