El más listo de todos que aprendió a bailar
Miquel Iceta, vencedor de las primarias del PSC
Miquel Iceta (Barcelona, 1960) lleva más de treinta años en el PSC donde ha hecho, aseguran, más amigos que enemigos. Algo que se ha podido comprobar con el amplio apoyo conseguido entre veteranos del PSC, en el hecho que gran parte de los que apoyaban a Parlon en estas primarias, ponían también en valor a un hombre de partido que ha estado siempre a disposición de los demás cuando se le ha necesitado. Ya fuera asumiendo las responsabilidades de Josep Maria Sala cuando este fue condenado en 1997; o cuando hace dos años nadie quiso estar al frente del PSC, cuando Núria Parlon renunció a ser la líder del consenso. De hecho Iceta ya había ganado unas primarias… a las que se presentó él sólo.
“Este hombre no estuvo en el cartel, siempre estuvo trabajando para muchos. Siempre estuvo trabajando para el compañero partido”, sostuvo la excaldesa de Santa Coloma Manuela de Madre en la presentación de su candidatura (De Madre se ha significado por Iceta, aunque también ha defendido la bicefalia con Parlon, tras un período de transición de dos años).
Verbo ágil, rápido de reflejos, un buen estratega y conocedor del arte de las conspiraciones de pasillos. Aunque, sobre todo, un “pactista” irónico y con buen humor, que siempre ha estado a la sombra de los grandes líderes del PSC hasta que le tocó asumir el liderazgo a él. Pero no fue una casualidad. “Iceta quiso, pero todos sabíamos que era el único que podía evitar un descalabro mayor, poner fin a los enfrentamientos”, apunta un dirigente socialista.
Iceta dejó de ser el apuntador de discursos para convertirse en, quizás, uno de los mejores oradores del Parlament: sabe mejor que nadie cómo interpretar mensajes que, durante años, ha escrito para otros. Dejó de informar al resto de lo que pasaba en el PSC, y asesorar sobre qué se podía hacer en cada momento, para ser él el responsable de las decisiones finales (consultando, eso sí, a Iceta le gusta escuchar). “Es el técnico de mantenimiento que ha pasado a dirigir la empresa, una empresa que pocos conocen también como él”, apunta otro dirigente. El primer secretario es de los que siempre buscan la reconciliación y de las personas que la suelen conseguir.
Hermano mayor (tiene una hermana), comenzó su militancia política en 1977 en el PSP, en el partido de Tierno Galván. De ahí pasó a las Juventudes Socialistas y finalmente al PSC, donde a en los 90 se convirtió en un capitán sin territorio aunque, si se le tenía que asociar a alguno era al Baix Llobregat. Iceta fue concejal de Cornellà (1987-1991), a la sombra del expresident José Montilla con quien compartió capitanía, con él y con José Zaragoza.
Pero si no tuvo territorio (ni lo tiene, aunque ahora esté en la agrupación de Sant Martí) es porque Miquel Iceta siempre estuvo en la cocina del partido ya fuese en la calle Nicaragua, en el Baix Llobregat o en Madrid, cuando Narcís Serra ocupaba la vicepresidencia del Gobierno, o cuando Josep Borrell intentó liderar el PSOE. Cuando el exministro dimitió, Iceta –uno de sus grandes apoyos- acabó haciendo las maletas también y regresó a Catalunya.
Trabajador incansable, diputado experimentado y casi vocacional, es el ideólogo de la propuesta federal del PSOE, y fue también el ponente del PSC en la redacción del nuevo Estatut. Adicto a la Coca-cola zero y amante de los menús infantiles (filetes empanados y macarrones) fue también el primer diputado en reconocer su homosexualidad, en 1999, cuando era el número 12 de la lista electoral autonómica de Pasqual Maragall.
Su papel en el último congreso federal del PSOE –donde ha tenido que soportar grandes presiones por defender la negativa de investir a Rajoy–, le ha dado mayor proyección en España (Iceta ha salido en los últimos días, desde en el programa de Ana Rosa, hasta en El Hormiguero). Una proyección en la que se siente cómodo –conoce los medios, el marketing electoral– y que ha ayudado a consolidar la imagen de político cercano. Aunque la “culpa” de esta proyección la tiene un baile, el de la campaña del 27 de septiembre que marcó un antes y un después. Que sirvió para conocer a un político, que siempre estuvo, pero detrás de la cortina.
Es de los mejores oradores, pero tras constatar que eso no era suficiente optó por animar los mítines