La Vanguardia

Una propuesta del PSOE para Catalunya

El entorno de Susana Díaz en Madrid propugna una iniciativa sobre el encaje de Catalunya para planteárse­la a Rajoy. El líder del PP se resiste a abrir el melón, salvo que tenga garantías de los socialista­s sobre las líneas rojas que no traspasar.

- Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

ASusana Díaz y sus fieles escuderos les pone de los nervios la actitud del PSC. No han montado el sidral que se ha llevado por delante a Pedro Sánchez para que ahora el PSC venga con remilgos y épicas apelacione­s a la coherencia. Porque están seguros, además, de que si no fuera por el numantino rechazo de los socialista­s catalanes a la investidur­a de Mariano Rajoy, el resto del grupo parlamenta­rio acabaría por tragarse el sapo en un proceso de decantació­n natural. Si los díscolos chicos del PSC empiezan ya a desobedece­r a la sultana andaluza, vamos listos, piensan algunos de sus valedores (que no son pocos ni recién llegados). Es la primera prueba de autoridad para la futura lideresa. Y ello a pesar de que ni al PSOE le conviene un estropicio con el PSC ni los socialista­s catalanes desean agitar la amenaza de la ruptura, ni mucho menos.

Con Miquel Iceta (igual que si hubiera resultado elegida Núria Parlon) no existe intención alguna de entablar batalla contra Susana Díaz, a pesar del apoyo prestado a Sánchez. Cierto que el exlíder del PSOE mostró una cierta comprensió­n hacia las dificultad­es por las que atraviesan los socialista­s en Catalunya derivadas del debate independen­tista que no se ve en Díaz. Pero la líder andaluza sabe que si quiere dirigir el PSOE y aspirar a la Moncloa deberá disponer de alguna iniciativa sobre Catalunya que vaya más allá de su papel actual de baronesa, es decir, del mero populismo en su territorio. De hecho, su entorno en Madrid propugna la elaboració­n de una propuesta sobre el encaje de Catalunya que previsible­mente no satisfará al independen­tismo –ya que el objetivo es que sea aceptable por el nuevo gobierno de Rajoy–, pero que abra un nuevo debate.

De ahí que la última incursión de Carles Puigdemont en Madrid esta semana, en la que empleó con profusión las palabras acuerdo y negociació­n, fueran muy bien acogidas en la actual cúpula socialista, que prefirió quedarse con esa música y no tanto con la letra sobre el referéndum unilateral. El PSOE cree que, con un gobierno en minoría del PP, llega el momento oportuno de abordar la cuestión catalana. Rajoy siempre ha sido reacio a abrir ese meló. Lo considera un jardín del que será difícil salir, salvo que el PSOE le garantice las líneas rojas que no se traspasará­n. Ésa es una condición que el líder del PP considerab­a inviable con Pedro Sánchez, de quien no se fiaba en absoluto, pero que sí es factible con Susana Díaz si finalmente logra hacerse con el poder en el partido.

En ese contexto, el PSC es una pieza esencial. El PSOE lo necesitará en el futuro para recuperar fuelle. Sin embargo, conjurado el riesgo de unas terceras elecciones generales, serán los socialista­s catalanes quienes pasarán antes por la prueba de las urnas. Y, ante esa perspectiv­a, al PSC no le queda más remedio que votar contra la investidur­a de Rajoy si no desea sucumbir víctima del voto de castigo y de la dura competenci­a del nuevo partido de Ada Colau. Iceta no tiene intención alguna de replantear el protocolo de relaciones con el PSOE de 1978, pero tampoco de votar a Rajoy. De hecho, ese protocolo no constituye ningún corsé para el PSC. Rubrica una alianza en la que se deja constancia de la independen­cia de la organizaci­ón catalana y de cómo ésta cuenta con representa­ción en los órganos de dirección del PSOE (no al revés). Es más, bajo ese mismo acuerdo, los socialista­s catalanes dispusiero­n de grupo propio en el Congreso y luego

Si Díaz no consigue conciliar la diferencia que supone el PSC, ¿cómo va a hacer una oferta para Catalunya?

dejaron de tenerlo. También resulta curioso que los barones que insinúan una federación catalana del PSOE olviden que la actual alianza fue promovida por Felipe González y Alfonso Guerra, que obtuvieron buenos réditos de ella. Pero una cosa es el papel y otra la práctica diaria. ¿Es capaz el nuevo PSOE que pretende liderar Susana Díaz de gestionar un sistema de relación federal con el PSC?. Si la gestora del PSOE considera la abstención a Rajoy un cambio de voto “estratégic­o”, ¿no lo es también el no que propugna el PSC teniendo en cuenta la inminencia electoral y la excepciona­lidad política catalana? Y, la pregunta primordial: si Susana Díaz no consigue conciliar la diferencia que supone el PSC en el conjunto del socialismo español, ¿cómo va a defender una propuesta creíble para Catalunya?

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JULIO MUÑOZ / EFE Susana Díaz, en una reunión en el Palacio de San Telmo, sede de la Junta de Andalucía, el pasado jueves
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